A quince años del asesinato de Marisela Escobedo, su familia sigue viviendo fuera de México. Las amenazas que llegaron incluso durante el funeral de la activista obligaron a sus hijos a pedir asilo en Estados Unidos, donde permanecen hasta hoy, convencidos de que regresar no es una opción y de que el miedo que los expulsó sigue intacto.
Desde que su madre, Marisela Escobedo, fue privada de la vida hace 15 años, Eduardo Frayre y el resto de su familia sobreviviente solicitaron asilo en Estados Unidos, país en el que han construido una nueva vida y donde no contemplan regresar a esta tierra.

Primero perdieron a su hermana Rubí Marisol; después, a su progenitora, y ya no quieren que nadie más de la familia sufra la violencia que se extendió como veneno en su historia.
Han tratado de seguir adelante, pese a la doble pérdida que los golpeó en lo más profundo de su ser.
Con la muerte de las dos mujeres, las manos asesinas parecían no saciarse y vertieron amenazas para que la lucha de exigencia de justicia cesara. Ante el riesgo, salieron del país en aquel lejano año 2010, cuando la violencia estaba desbordada en el estado y en el país.
Ahora, con una vida más tranquila, Eduardo acepta platicar con Norte Digital vía telefónica, desde algún lugar del país de las barras y estrellas.
Se refugió en la música
Con la responsabilidad de una familia por la cual dar la cara, Eduardo menciona que hay que seguir adelante, ya que la vida continúa.
Indica que ha tenido la fortuna de contar con empleos que le permiten satisfacer las necesidades básicas de su esposa e hijos, y que ha vivido como un ciudadano promedio.
Señala que desde que era un jovencito y vivía en Ciudad Juárez empezó a tomar gusto por la música, y que una vez en Estados Unidos contempló la posibilidad de dedicarse a esa actividad como una forma de vida.
No hizo dicho intento de manera inmediata, sino que pasaron algunos años para que resurgiera el interés.

Explica que hace unos seis años decidió impulsar el proyecto y formó una banda de rock, pero debido a que tocaban solamente canciones inéditas y propias, no lograron despegar lo suficiente.
Así que recientemente tomaron la decisión de tocar covers, lo cual les ha permitido tener algunas ganancias. Sin embargo, ni él ni sus amigos lo visualizan como un proyecto único, sino como un extra, como un pasatiempo que ocasionalmente les reditúa económicamente.
“Poco a poco uno se va dando cuenta de que es difícil, entonces ya empieza uno como que a poner los pies en la tierra y aceptar que esto lo hace uno ya más por gusto”, subraya.
La canción dedicada a Marisela
Agrega que grabaron varios discos con canciones originales, una de las cuales dedicó a su mamá Marisela, titulada Fuerza incansable.
Esto es parte de su letra:
Una fuerza sin igual
No se cansó de luchar
Cada día era una victoria más
Heroína es la palabra
Que describe más a mamá
Pureza en su palpitar
Dios al oído la llamó a su paz
Cuánto daría mamá
Por vivir una vez más
El beso en la mejilla
Y aquel simple bye bye
Nunca hubiera imaginado
Que el último adiós sería
Tristeza en su mirar
Pues el destino escrito estaba ya
Fuerza incansable
Brillo constante
Será por la eternidad
Justicia implacable
Historia imborrable
Hasta el fin de la humanidad
Siempre la recordarán
Valiente hasta el final
La vida viene y va
Y el tiempo decidirá
Fuerza incansable
Brillo constante
Será por la eternidad
Brillo constante
Será por la eternidad
Justicia implacable
Historia imborrable
Hasta el fin de la humanidad
Llegó con la cara tapada y lanzó mensajes que atemorizaron
Eduardo menciona que son tres hombres y una mujer quienes sobreviven y se encuentran refugiados en Estados Unidos.
Narra que hace 15 años, cuando pidieron asilo, fue un proceso largo y tedioso, pero que al final resultó favorable, ya que tenía razón de ser y la autoridad norteamericana no tuvo dudas de su procedencia, al existir un miedo creíble.
Precisa que después del asesinato de su madre y tras realizar las honras fúnebres, se recibió un mensaje que caló hondo y los hizo entender que con la muerte de Marisela no había terminado todo.
“Cuando estábamos en el funeral, que íbamos a sepultar a mi mamá, llegó una persona ahí, tapada de la cara, e hizo un comentario de que ya no hiciéramos ningún tipo de denuncia, ni nada, que eso se iba a quedar así”, afirma Eduardo.

“Nosotros nos sentimos con miedo, pues imagínate todo lo que pasó… y más que nada por lo que le pasó a mi mamá en Chihuahua”, continúa.
“El miedo era más allá de eso: si fueron a atacar a mi mamá por todo lo que andaba haciendo, entonces de alguna forma también sentimos ese miedo de que se vinieran contra la familia”, precisa.
Afirma que no se encuentran allá por gusto, sino porque las circunstancias los obligaron.
“Nos vimos forzados, porque estábamos en peligro”, dice.
Añade que ya no podrían regresar, lo cual ve como imposible, al considerar que las heridas siguen abiertas.
Sergio llevó a la policía donde dejó el cuerpo y aun así lo soltaron
Al sumergirse en sus recuerdos, señala que el asesino de su hermana, Sergio Barraza, llegó pidiendo trabajo a su mamá en la carpintería que tenía sobre el bulevar Óscar Flores, pero nunca tuvo trato con él y fueron escasas las ocasiones en que lo vio.
Luego vino la desgracia del ataque a su hermana Rubí Marisol por parte de su pareja sentimental y la lucha de su madre para que el gobierno lo detuviera.
Reflexiona que las autoridades no le dieron apoyo a Marisela Escobedo, ya que lo que hizo fue por su cuenta, con sus propios medios y con tiempo que ella dedicó de su vida.
Considera que ella no se sentía respaldada por las autoridades y que, una vez que Sergio estaba prófugo, fue su madre quien lo localizó para que lo detuvieran.

Destaca la impotencia que sintieron cuando, como familiares de Rubí Marisol, se enteraron de que los jueces liberaron al presunto feminicida, a pesar de que él mismo reconoció su crimen.
“Imagínate que cuando lo atraparon, él mismo llevó a las autoridades al lugar, al tiradero donde había ido a dejar a mi hermana… o sea, a mí como hermano me dolió mucho; imagínate a mi mamá”, señala.
Explica que cuando Sergio fue capturado pensaron que ahora sí se iba a hacer justicia: “que la persona que te hizo tanto mal ya va a pagar su crimen, su culpa, y luego que lo dejen libre, imagínate”.
Ese sentimiento quedó congelado, porque si bien Sergio Barraza murió en un enfrentamiento con el Ejército Mexicano, luego de haberse unido a un grupo del crimen organizado, lo cierto es que nunca fue recapturado y su caso quedó impune, al igual que el ataque mortal contra Marisela Escobedo.
Cronología del caso
- 2008 – Rubí Marisol Frayre Escobedo es asesinada por su pareja, Sergio Barraza; su cuerpo es localizado en un tiradero.
- 2009 – Barraza es detenido, confiesa el crimen y lleva a la autoridad al lugar donde abandonó el cuerpo, pero un tribunal lo libera.
- 2009–2010 – Marisela Escobedo inicia una lucha pública para exigir justicia por el asesinato de su hija.

- 16 de diciembre de 2010 – Marisela Escobedo es asesinada frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua.
- Diciembre de 2010 – Durante el funeral, la familia recibe amenazas directas.
- 2010–2011 – Los hijos de Marisela solicitan asilo en Estados Unidos, el cual es concedido.
- Años posteriores – Sergio Barraza muere en un enfrentamiento con el Ejército; nunca fue sentenciado.
- 2025 – A 15 años del crimen, el caso permanece impune y la familia sigue exiliada.
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