En lugar de pasar Nochebuena acompañada de su esposo y sus hijos en su casa en Venezuela, Doris Medina estaba a la hora de la cena del 24 de diciembre junto al río Bravo, sin comida, en espera del mejor momento para cruzar a pedir asilo político en Estados Unidos.
Estaba sin probar bocado, cuando unas personas desconocidas se acercaron a obsequiarle unas piezas chiquitas, gorditas y alargadas que no sabe cómo se llaman. Se le comenta que si serían tamales y asiente con un movimiento de cabeza.
“Muy ricos”, dice sonriente, al tiempo que califica que fue como un ángel quien le regaló el producto.
No ha decidido entregarse a la Patrulla Fronteriza y piensa que es mejor esperar para este 27 de diciembre, fecha en que podría cambiar la política migratoria y eventualmente ser eliminado el Título 42, asevera.
Mientras se recarga en el muro colocado en el bordo, en lado mexicano, menciona que está nerviosa sobre su futuro.


La ha pasado mal desde que salió de Venezuela
Saca una cajita de cartón de su mochila y obtiene una tableta blanca que le ha servido para calmar los dolores en una pierna, provocados por un golpe fuerte que se dio mientras atravesaba la selva.
Ha podido llegar hasta Ciudad Juárez con dificultades y tiene a la vista Estados Unidos, pero tampoco se trata de cruzarse y ya, dice, sino que debe tener algo de certeza sobre lo que va a ocurrir.
La venezolana de 46 años afirma que estaba en un albergue en una iglesia, pero precisamente el 24 de diciembre le dijeron que tenía que salirse, porque ya no podían tenerla a ella ni a los demás.
Triste, buscó un hotel ese mismo día y consiguió un lugar donde le cobraban 300 pesos diarios, pero le rebajaron a 100 pesos.
Se da vueltas al río Bravo y sigue en espera
Doris refiere que una tía ya viene desde Venezuela y en unos dos días podría llegar hasta aquí también para cruzar a Estados Unidos.
Lo más importante, comenta, es que le trae dos regalos: sus hijos de 17 y 18 años.
Ellos la harán más fuerte.
“Si podemos pasar qué bien, esperamos que no nos regresen”, comenta mientras lanza una mirada al norte, donde esta mañana la Guardia Nacional de Texas instala una malla ciclónica para tratar de frenar la inmigración a Estados Unidos.


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