Las acciones corruptas tienen efectos directos en la salud emocional e incluso espiritual de algunas personas, pues la pérdida de confianza genera en la población “anomia social”, afirmó la Sesea en un comunicado oficial.
La corrupción, señala el organismo, es un problema que produce daños indirectos como la generación de inseguridad en la sociedad, la normalización de los actos de corrupción, el debilitamiento de la confianza.
La Sesea (Secretaría Ejecutiva del Sistema Estatal Anticorrupción) emitió una declaración por escrito en el que advierte que ese tipo de prácticas llegan a la eliminación de normas sociales, “cuyo cumplimiento es indispensable para una mejor convivencia”.
Según estudios realizados por diferentes organizaciones, la corrupción afecta de manera económica y social a la población, dice Sesea.
Es la corrupción un concepto que se describe como un estado de falta de normas y regulación social, debido a la confusión generada en los gobernados al percibir que la propia autoridad encargada de hacer cumplir la ley la transgrede, añade el organismo.
Las prácticas irregulares abonan al deterioro de los servicios y merma de la confianza de los ciudadanos en las autoridades, al sentirse defraudados por estas prácticas.
Los actos de corrupción, continúa el documento, no están en específico en una zona o territorio, “sino que se genera en cualquier espacio, cuando se otorgan las condiciones y cuando dos o más personas están de acuerdo en realizar esta acción indebida”.
Un estado corrupto se debilita significativamente ante los ojos de la población, al no confiar en las instituciones creadas para la atención de sus necesidades.
Ante esto, la Secretaría Ejecutiva del Sistema Estatal Anticorrupción recomienda a la ciudadanía a conducirse dentro del marco legal establecido y conforme a las normas sociales aceptadas, siendo importante, además, ser exigente con la autoridad respecto al uso que se les da a los fondos públicos que pertenecen a todos.