El pasado fin de semana, un poblado de poco más de 230 habitantes llamado “Quemado” en el estado de Texas se convirtió en la sede de la convención cristiana de un grupo autonombrado como “We the people” o “God Army’s”, quienes con el lema “Take our border back” (queremos nuestra frontera de vuelta) se declararon abiertamente en contra de la migración ilegal en la frontera con Estados Unidos.
La relevancia de este grupo, y por lo que saltó a las portadas internacionales, es que este movimiento empezó por unos cuantos “cristianos nacionalistas” que emprendieron una caravana desde el estado de Virginia hasta llegar a la frontera con México.
Sin embargo, para el sacerdote Francisco Bueno, encargado de la Casa del Migrante, esta clase de movimientos no son nuevos e incluso señaló que el discurso antimigrante que tienen únicamente logró difundirse a más personas por la ayuda de las redes sociales.
Mencionó que esta clase de discursos xenófobos y racistas nacen de una perspectiva de odio hacia la “migración aporofobica”, es decir, no se rechaza la idea de que lleguen más personas, sino que estas lleguen en situaciones de pobreza y vulnerabilidad y por el contrario, se acepta a aquellas personas que viajan por razones laborales o educativas.
Puntualizó que es importante entender que los migrantes que llegan a la frontera lo hacen por necesidad, no por gusto, por lo que la mayoría de las personas que vienen a esta ciudad solamente tienen el interés de buscar una vida mejor y no el de molestar a las personas.
El sacerdote agregó que, aunque el surgimiento de estos grupos tienen un impacto negativo en el sentir de la sociedad, lo verdaderamente importante es exigir a las autoridades responsables que garanticen que la dignidad de las personas migrantes sea respetada en todo momento.
Agregó que es importante que los gobiernos, tanto de México como de Estados Unidos, realicen las acciones necesarias para garantizar que la migración sea segura y ordenada para que la población acepte este tipo de movimientos y así se evite un “caos innecesario”, como el ocurrido en años anteriores.
Concluyó que por ahora, la Casa del Migrante tiene ocupados menos de la mitad de los espacios disponibles, no obstante, están a la expectativa de cualquier movimiento político que rompa la “tensa calma” que se vive actualmente.