El tiro que se aventaron el senador Rafael Espino de la Peña y el director de la JCAS, Mario Mata Carrasco, estuvo más movido y a ratos más “entrón” que la reciente pelea del Canelo Álvarez.
El primero, morenista hasta donde se sabe, seguidor de Marcelo Ebrard hasta que diga lo contrario, defendió el manejo financiero de la actual administración federal, mientras que el otro, candidato a muchos cargos, siempre por el PAN, no solo atacó, sino que hasta defendió al gobierno de Vicente Fox, alto que resulta en verdad difícil.
Mata, quien preside la Junta Central de Agua y Saneamiento, pero además es diputado federal con licencia, escribió en un grupo de WhatsApp que la administración del presidente AMLO ha incrementado la deuda del país con un 39.9%, suma que representa 3 mil 314 billones de pesos de nueva deuda externa.
Para presumir lo bien informado que está, el diputado-funcionario y eterno aspirante a alguna candidatura se remitió al informe de la Auditoría Superior de la Federación, entregado el 30 de junio pasado, para sustentar sus datos.
En respuesta, uno de los integrantes de ese grupo le dijo: “Una pregunta Mario como quedó la deuda en el municipio de delicias en tu administración, con las luminarias…(sic)”.
En “preguntón” se refería al crédito cuyo saldo actual supera los 80 millones de pesos, y que contrató Mario Mata cuando era alcalde de Delicias, que para renovar luminarias.
“No fue deuda, fue un proyecto autosustentable”, contestó el panista.
Antes, Espino había arremetido contra Fox, Calderón y Peña por haber malgastado los excedentes petroleros que tuvieron en sus administraciones.
“Criminal como los gobiernos panistas y Peña Nieto dilapidaron la renta petrolera en gasto corriente”, dijo el senador.
En el camino se atravesaron dos o tres WhatsApperos que le entraron al calificativo y al insulto, pero afortunadamente, ni el panista ni el morenista le siguieron a esa corriente.
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El próximo viernes 13 de octubre inicia una de las primeras acciones formales de la elección local del 2024 en Chihuahua, en la que se elegirá a diputadas y diputados a lo que será la 68ª Legislatura, y a integrantes de los 67 ayuntamientos.
Se trata de la capacitación a los observadores electorales, quienes debieron inscribirse para esa función desde el 1 de octubre pasado, cuando inició formalmente el proceso.
Según la convocatoria, aprobada y publicada ya por el Instituto Estatal Electoral, los observadores y observadoras podrán desempeñar ese cargo siempre y cuando no hayan sido dirigentes de partido o candidatos a cargo de elección popular en al menos los tres años más recientes, es decir, en la anterior elección local.
Los resultados de sus observaciones no serán materia de difusión pública, no al menos por parte de ellos o de las agrupaciones a las que representen, sino que deberán entregarlas a las juntas distritales que correspondan y, en su caso, al Consejo General del IEE.
Dichos órganos sí podrán difundir las “observaciones del observador”, aunque casi nunca lo hacen.
Desde hace años, cuando se instauró esa figura, organismos del sector privado y agrupaciones civiles se han anotado para hacer esa función, pero poco se sabe de los resultados de su trabajo.
A ver si este año, cuando se espera un ambiente “calientito”, sí salen a relucir los datos que recojan esas y esos observadores.
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Muy contentos andan en los cuarteles de campaña de Claudia Sheinbaum por los resultados de la encuesta publicada por Mitofsky este lunes 9 en su portal digital.
Según esos resultados, la candidata de la 4T ganaría la elección con un holgado margen si ésta se hubiera celebrado el domingo 8 de octubre.
Los grupos de promoción de Sheinbaum se apresuraron a reenviar las cifras de Mitofsky, principalmente la parte donde se observa la barra en color guinda muy por encima de la de color azul que representa a la candidata opositora, Xóchitl Gálvez.
En la pregunta en torno a por quién votaría para la presidencia de la República, Sheinbaum obtiene un 56.5% contra un 32% de la prianista Gálvez y un 11.5% del gobernador de Nuevo León, Samuel García, si contendiera por Movimiento Ciudadano.
Sin embargo, al preguntar sobre la preferencia partido a partido, Morena obtuvo apenas el 41.7 contra un 27% del Frente Amplio. Es decir, que en ese frente a frente, la ventaja se reduce a 14.7 puntos.
El dato más llamativo es que, no obstante, la ventaja de la candidata del partido guinda, casi el 39.1% estima que debe haber un cambio gobierno, contra un 48.1% que quiere continuidad y un 12.4% que no sabe o no contestó.
Ahí, la ventaja se bajó todavía más, a 9 puntos.
A lo mejor una lectura más detenida le bajarían el entusiasmo a los activistas de la exjefa de Gobierno, aunque el Frente tampoco tiene mucho por festejar, pues en el mejor de los casos están a 14 puntos, que es un mundo de diferencia.