La Guardia Nacional saldrá limpia de aquel suceso desastroso ocurrido en el CERESO No. 3 de Juárez el 1 de enero de este año, donde murieron de manera violenta 17 personas, 10 de ellas custodios, siete internos y además, se fugaron 30 presos.
La unidad de fuerza policial al servicio del Gobierno Federal, y una de las creaciones más importantes de la 4T, no tuvo responsabilidad en los sucesos que desembocaron en la toma del penal de Ciudad Juárez.
Como se recordará, en las primeras horas del 1 de enero del 2023, un comando armado atacó el CERESO No. 3 y en ese acto mataron a 10 custodios y a otras siete personas, además de propiciar la fuga de 30 Personas Privadas de la Libertad, muchos de ellos, vinculados a organizaciones delictivas.
Entre esos “PPL” iba Ernesto Piñón de la Cruz alías “El Neto”, líder del grupo criminal Los Mexicles, a quien la autoridad le atribuyó la organización del motín.
El Neto murió cinco días después de la fuga en un tiroteo con militares y efectivos de la Policía Estatal.
Como era de esperarse, ese hecho, uno de los más estruendosos de cuantos han ocurrido en Juárez, motivó una serie de movilizaciones policiacas y ministeriales, todo tipo de reacciones tanto en el ámbito nacional como el internacional y, ¡faltaba más!, el uso de la tragedia como discurso político, del que han derivado todo tipo de acusaciones, sobre todo, a las fuerzas federales.
Sin embargo, y a propósito de esos hechos, nos confirman que la Guardia Nacional saldrá ilesa. Ninguno de sus mandos o efectivos encarará a la autoridad por los hechos ocurridos en un penal de jurisdicción estatal, como es el de Juárez, por lo que las investigaciones y el deslinde de responsabilidades deberán apuntar para otro lado.
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Si el amable lector se creyera como verdad absoluta todo lo que informan las autoridades a través de sus comunicados oficiales, pensarían que están viviendo en la Isla de la Fantasía.
Esto viene al caso por la respuesta enviada por el Instituto Nacional de Migración, el INM al Congreso del Estado, respecto a la petición de información sobre la situación que guardan los recintos migratorios tras la clausura de 33 de ellos.
En una larga exposición, llena de autoelogios y referencias a articulados de acuerdos internacionales, el INM se atrevió a decir que, pese al cierra de esa cantidad tan grande de centros de atención a migrantes, todo está bajo control. “No hay problema”, pues.
En específico, el Congreso le pidió, hasta eso, “respetuosamente” al INM que informe sobre la suspensión temporal de las 33 estancias provisionales, sobre la razón, fundamentación, alcances y consecuencias de dicha medida.
Dicho en buen cristiano: que nos digan por qué las cerraron, en base en qué y cómo le van a hacer ahora para atender a los miles de migrantes extranjeros que llegan al país sin documentos para tratar de cruzar hacia los Estados Unidos.
La respuesta es así de escueta: que, pese al cierre de esas 33 estancias, el INM “no ha interrumpido la atención y el servicio que proporciona a la población migrante que ingresa y transita por el territorio nacional”.
¡Ah caray! ¿Cierras 33 estancias y no pasa nada? Está de verse, porque más adelante, dice que tienen otras 17, donde atienden a más de 4 mil migrantes, aunque la mayoría de los espacios están en el estado de Chiapas.
En cambio, para la Baja California, Chihuahua y Tamaulipas, los que reciben la mayor carga de personas que tratan de irse “al otro lado”, tienen solo mil 200 lugares de alojamiento.
¿Y los miles que se “atoran” en Juárez, en espera de recibir o no asilo político en los Estados Unidos? Bien, gracias.
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El INM le informó al Congreso del Estado de las grandes acciones que está realizando en Juárez para atender la grave crisis migratoria que sufre la frontera norte del país, concretamente en Chihuahua.
¡Y qué grandes obras está realizando! Una nueva estación provisional que estará ubicada en el puente internacional Zaragoza-Ysleta, donde se le dará atención y servicios “a un máximo” de 80 migrantes.
Lo dice con claridad: un máximo. O sea, que le caben casi los mismos que en la estación del terror, aquella donde ocurrió la tragedia de marzo pasado, donde 40 migrantes murieron durante un incendio ocurrido en las celdas de ese malogrado sitio.
Son 80 camas para atender las necesidades de una ciudad fronteriza que ha llegado a albergar a miles de migrantes que esperan con ilusión, pero también con impaciencia, la respuesta a su petición de asilo.
La comunicación con el Congreso del Estado fue a propósito de un exhorto donde le pide al Gobierno Federal que asigne personal y recursos suficientes para atender la crisis migratoria que existe en Ciudad Juárez, y que asigne espacios físicos para la atención a ese fenómeno.
También informa el INM que mandó a 200 agentes federales, pero para atender la emergencia del invierno pasado, cuando miles de migrantes corrían peligro de morir de frío en Juárez.
Bien por ellos, pero esa situación pasó hace meses y las urgencias de la ciudad siguen ahí.
Está bien, gracias por los agentes y el “centrito” en Zaragoza, pero la emergencia migratoria es mucho mayor.
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Tal vez el amable lector o la comedida lectora se acuerden que en el patio central del Palacio de Gobierno había un monumento al que mucha gente le llamaba “la fuente”, aunque no era tal, pero qué bien que se veía.
Era una figura situada justo en el centro, de modo era lo primero que veían los visitantes que entraban por la puerta de la calle Aldama.
Tenía una base de cantera, luego, una larga columna en cuyos cuatro lados había esculturas de niños y, encima de ellos, un águila de alas desplegadas.
Cuentan los historiadores que esa figura escultórica estaba en el centro del patio al momento de su inauguración y ahí permaneció hasta que un incendio consumió parte del edificio, en los años 40s.
Para facilitar los trabajos de reconstrucción, se le removió a una plaza conocida como “La Plaza de España”, en la calle 14ª de la capital, y ahí permaneció hasta que el gobernador Patricio Martínez ordenó el traslado y regreso a su lugar original.
Sin embargo, durante el gobierno de César Duarte, fue removida y desde entonces nadie sabía dónde había quedado. Casi nadie, porque esta Doña, ya dio con ella.
Desensamblada, arrumbada y llena de tierra, entelarañada y con objetos encima, la “fuente” se encuentra en un pequeño cuarto de tiliches situado debajo de la escalera norte del Palacio, a la vista únicamente de quienes entran ahí a buscar alguna herramienta.
Ahí terminó la administración de Duarte, también la de Corral y no tiene para cuándo volver a su patio central.