La aspirante presidencial del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, estará la tarde de este lunes en la ciudad capital, en lo que será el cierre de una gira supersónica por Chihuahua que iniciará en Ciudad Juárez.
La invitación enviada a medios de comunicación por sus operadores de prensa nos indica que el acto “masivo” se llevará a cabo… en el Poliforum Chihuahua.
¡Ah qué caray!, no en la Plaza Mayor, mucho menos en el Palomar. ¡Sólo recuerdos quedaron de aquellas concentraciones en la Plaza de Armas, donde excandidatos presidenciales como Luis H. Álvarez, Diego Fernández de Cevallos o Vicente Fox llenaron de esquina a esquina ese que es el auténtico primer cuadro de la ciudad!
No, ahora, la visita de la virtual candidata del PAN y otros dos partidos tendrá su actividad central en el palenque de gallos llamado elegantemente “Poliforum”, donde caben, bien acomodados, unos 6 mil 500 espectadores. O sea, ni para llenar el gimnasio Manuel Bernardo Aguirre.
Esa es la convocatoria que espera la abanderada de dos partidos: el PAN y el PRI, que solían ser maestros en las artes de llenar plazas y “convocar” a las masas—no los acarreaban, ¡de ninguna manera! —quedó en 6 mil 500, más los que se sumen a la audiencia a través de redes sociales.
Gálvez llega a Chihuahua después de dos semanas de poca fortuna, al menos en exposición en medios de comunicación y electrónicos, donde se volvió viral por su “pérdida de discurso” y su ya célebre frase, esa que dice: el pueblo tiene “hambre de sed…”, entre otros detallitos de esos que a nadie se le escapan, y menos en una campaña.
Bueno, la convocatoria es tan discreta, que, hasta el alcalde de Chihuahua, el panista Marquito Bonilla, dijo el viernes que iba a ver “cómo andaba la agenda” para confirmar su visita, y eso que es a las 6:00 de la tarde.
¡Qué tan confiado estará del triunfo de su candidata, que ni siquiera le abre cancha en su “apretada” agenda vespertina!
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A ver, estudiantes de la Facultad de Derecho de la UACH, que se pasaron sudando, literalmente, la gota gorda por tomar clases en salones que eran auténticos hornos de panadero debido a la falta de climatización artificial, les tememos un dato que les va a encantar.
Resulta que, mientras se limpiaban el sudor de la frente y se hacían “aire” con el cuaderno, en el edificio de la Facultad de Derecho permanecían apilados un montón de aparatos tipo “mini Split”, nuevecitos, dentro de su caja, listos para funcionar a toda máquina.
Sí, estaban listos, siempre y cuando los instalaran, pero no: así se quedaron, dentro de su paquete, bien flejado, como debe ser, no vaya alguien a abrirlo para ir a ponerlo en funcionamiento.
O sea que la solución al problema climático por el que pasaron los alumnos de una de las facultades con más alumnos, maestros y empleados administrativos, estaba prácticamente a la entrada de su escuela.
Vaya, podemos decir que tenían la solución “a la puerta de su hogar”.
Lo peor del caso es que ahí siguen y pues, eso significa que tampoco echarán aire calientito en lo que le queda al semestre, y tal vez tampoco al inicio del próximo, cuando habrá temperaturas todavía más bajas.
Aquí podríamos reclamarle al director de la mencionada escuela, César Eduardo Gutiérrez Aguirre, pero no, porque no le corresponde a su plantel hacer ese tipo trabajos ni ninguna otra mejoría física a las instalaciones universitarias.
No, ahí lo que cabe es echarle las baterías a la rectoría, por no ordenar a su departamento de mantenimiento que fuera e instalara los equipos, o bien, que se licitara la contratación de una empresa especializada.
¡A qué cosas con esta UACH de Luisito “Sport Billy” Rivera Campos!: sí tiene dinero para pagarle 250 mil pesos a un cronista deportivo, pero no para poner a funcionar equipos que ya están comprados.
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Buen agarrón el que se dieron los aspirantes morenistas a ocupar—o renovar—un escaño en el Senado de la República por el tema de la semana laboral de 40 horas, que tanto impulsa la diputada juarense Susana Prieto, pero que mucho rechaza la cúpula empresarial del estado y del país.
En la “esquina” a favor de la llamada “semana inglesa” estaba el delegado de la Secretaría del Bienestar, Juan Carlos Loera de la Rosa, y en la otra, el more-piranista Rafael Espino de la Peña, quien ya hasta ha calificado de “demagógica” a esa propuesta.
En un animado grupo de watts app, Loera y Espino intercambiaron ganchos al hígado legislativo, upercut de discurso placero y tremendos “jabs” de adjetivaciones para defender ambas posturas.
Desde la esquina “guinda”, Loera de la Rosa dijo estar a favor de la semana de 40 horas—aunque no mencionó por su nombre a la iniciadora, Susana Prieto—y de meter en cintura a los abogados laboralistas, quienes se llevan el 30% de las liquidaciones a los trabajadores que presentan demandas contra sus patrones.
En la esquina “azulada”, Espino presentó una serie de datos que bien vale revisar con detenimiento: que la reducción de la jornada en un día menos a la semana perjudicará, en gran medida, a las empresas micro y pequeñas.
“Con la elevación del aumento en la mano de obra, se estaría condenando a muchas micro, pequeñas y medianas empresas”, advirtió el senador que se encontró el escaño después de que Cruz Pérez Cuéllar se lanzara por la Presidencia Municipal.
“Demagógicamente suena muy bonito, pero lejos de ayudar a los trabajadores, los estaríamos afectando”.
No sé qué opine el amable lector, pero los planteamientos de Espino se parecen mucho a los que le respondía la cúpula empresarial cuando alguien clamaba por incrementar los salarios o ampliar los períodos vacacionales. Ambos hechos ya se dieron y no ha ocurrido ninguna catástrofe.
Lo “sabroso” del caso es que ese agarrón se da al interior del partido que ha impulsado todas esas reformas, lo cual nos deja en claro la complejidad del tema y lo prolongado que será el debate.
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La Auditoría Superior del Estado ya tiene en su buzón la solicitud del Congreso del Estado de auditar al Gobierno Municipal de Juárez por las compras que le hizo a las empresas “gemelas” Malotti S. de R.L. y LeGranel, propiedad del exfuncionario municipal Iván Pérez Ruiz.
El pasado 13 de noviembre, el Legislativo solicitó ya de manera formal que revise esas operaciones, ante la presunción de que se trata de compras irregulares hechas a empresas que comparten domicilios y teléfonos, y que, por si fuera poco, son propiedad de un exfuncionario.
La petición derivó de un punto de acuerdo que aprobaron verifique si existe “algún hecho de corrupción y de violación a la Ley”.
Ese acuerdo obtuvo el voto unánime en la sesión del 9 de noviembre pasado, o sea, que hasta los 11 de Morena y la presidenta—morenista y amiga de Cruz Pérez Cuéllar—Adriana Terrazas aprobaron el inicio de ese procedimiento en el que se verificará si las compras de artículos de limpieza a las empresas “gemelitas” violaron la legislación en materia de Adquisiciones, Arrendamientos y Contratación de Servicios del Estado de Chihuahua.
El iniciador de ese acuerdo, diputado Gabriel García Cantú, panista y “amiguísimo” de Pérez Cuéllar, expuso que la administración del morenista dio adjudicaciones directas a través de los contratos DCA/RM/047-A/2021, DCA/RM/071-A/2021, DCA/RM/080/2022 y DCA/RM/433/2022 por seis millones de pesos a las “gemelas”.
Si bien aclaró que ni Malotti S. de R.L. ni LeGRanel son empresas “fachada”, o sea, de esas que solo existen en el papel y que a la hora de hacer una verificación nos topamos con que el domicilio es de una casa particular.
No son eso, pero sí está raro el hecho de que comparten domicilio fiscal, domicilio comercial, números telefónicos y hasta socios.
Más aún: las beneficiarias con esos contratos son propiedad del ya mencionado Iván Pérez Ruiz, quien se separó de su cargo en la Presidencia juarense apenas el 9 de octubre pasado.
O sea que, como nos la pongan, la Auditoría le va tener qué entrar “al tiro” que está cantado entre el panismo y esa parte del morenismo alineado con la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, contra el alcalde Cruz Pérez Cuéllar.