Se acabaron las “fintas”: Marquito va por la reelección de la Presidencia Municipal de Chihuahua para el período 2024-2027, si es que lo termina.
Hasta hace poco, según nos cuentan fuentes bien informadas cuyo pecho no es bodega, el alcalde chiwawita no tenía en claro si ya contaba con “el permiso” para iniciar su carrera rumbo a la reelección, una especie de renovación de contrato al cargo.
Nos dicen que, hace no mucho tiempo, se le hizo saber que, ciertamente, las cosas para el PAN marchan bien en la capital, pero eso no significaba, necesariamente, que él iría por la candidatura a la Presidencia del Ayuntamiento.
Sin embargo, ayer anunció en conferencia de prensa que se había registrado como aspirante a la reelección, lo que hace suponer que el PAN y, probablemente, partidos que le acompañan, no tendrán otro aventado que le entre.
A su favor pesan tres factores: que no anda mal en las encuestas, como lo refleja la más reciente de Mitofsky, que le dio un 55.22% de aprobación, que no es nada del otro mundo, pero se ve bastante aceptable; que a estas alturas lo conoce más del 80% del electorado ¡y cómo no, si tapizó la ciudad de carteleras espectaculares donde se aprecia su imagen en partida doble!
Y la tercera, pues que, seamos honestos, no tiene competencia, ni dentro ni fuera del PAN.
Ningún panista le entró a la competencia, y por lo que hace a los de “enfrente”, están todavía barajando nombres que les permita evitar una elección “zapato”, donde no ganen ni por default.
El detalle ahora es qué va a hacer el Palacio con Marquito después de que gane su reelección. ¿Lo deja crecer y posicionarse como el candidato “natural” a la gubernatura del estado? ¿le planta un “espejo” que le haga contrapeso? ¿O de plano, le buscan por otro lado? Está bueno el chisme, entonces.
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El grupo de políticos morenistas que apoyaban la precandidatura a la Presidencia de la República se quedaron, ahora sí, como dice el refrán popular, “colgados de la brocha”. O también, como reza otro dicho socorrido, “como el perro de las dos tortas”.
La adhesión del excanciller a la campaña de Claudia Sheinbaum—y si no es adhesión, explíquenos por favor—dejó con la carabina al hombro al nada despreciable grupo de activistas que esperaban una señal de su “gallo” para tomar decisiones en torno a la campaña del 2024.
Nos cuentan que algunos, seguros de que iría por la candidatura a la Presidencia por Movimiento Ciudadano, ya habían iniciado acercamientos con la dirigencia estatal de ese partido, con ganas de entrarle a la búsqueda del voto y, por supuesto, de los cargos.
Otros habían jurado y perjurado que lo que sea, cualquier cosa, antes de hacer campaña con Claudia Sheinbaum o con el grupo que impulsó su precandidatura en el estado de Chihuahua.
De pronto, amanecieron el 13 de noviembre pasado con la noticia de que su representado ya no lo era, no al menos para buscar la candidatura en esta ocasión; que ya se había reunido y adherido—otra vez, si no es eso, entonces qué es—a la aspirante ganadora y que todos tan amigos como siempre.
“Por fin ¿haremos campaña con Claudia o primero muert@s?”, se preguntaban algunos, mientras que, para otros, no quedaba otra expresión que el “para eso me gustabas” o “para el rajao no hay ley”, como dirían los priistas de antes.
La pregunta ahora es qué harán todos esos marcelistas, si seguirán como parte de la estructura de Morena, si se irán a hacer campaña para Samuel García, de Movimiento Ciudadano o, de plano, se devuelven al asunto que atendían antes de que empezara todo este grillerío de poca monta que resultó ser la competencia interna de Morena.
Poca cosa: entre las personas “colgadas” está la representación de Morena-Chihuahua en el Senado: Rafael Espino y Bertha Caraveo, quienes ni se han deslindado de Marcelo, ni mucho menos se han decantado por Claudia.
¿Se quedan o se quitan la camiseta guinda y blanco? Eso lo vamos a saber muy pronto.
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Hay un nombre impronunciable en el grupo que gobierna al estado en este momento, y ese es Gema. Dicen en broma que ni el popular bolero que lleva ese nombre lo pueden cantar así a voz en cuello, porque se lastiman susceptibilidades.
Y como no habría de ser, si es el nombre, poco común, por cierto, de la exfiscal Anticorrupción del estado, Gema Chávez, a quien “renunciaron” del cargo en mayo de 2022, cuando aún le quedaban cinco meses para cumplir su período.
La ahora exfiscal tenía la antipatía del actual grupo en el poder, pues fue quien enderezó algunas de las denuncias contra personajes que hoy forman parte del “equipo titular” de la administración estatal.
Por eso no duró ni un año en su gestión después de que Javier Corral se fue de la gubernatura del estado (¡en buena hora!).
Dicen que uno debe andar por la vida cuidándose de no estar en el lugar equivocado en el momento preciso y tal parece que eso es lo que le pasó no solo a la exfiscal, sino a la alcaldesa de Nuevo Casas Grandes, Cynthia Marina Ceballos Delgado, pues ambas estaban en el mismo lugar e igual momento cuando ocurrió la detención de la segunda.
Nos aseguran que Gema Chávez no es la defensora de la malograda presidenta municipal, y que la dupla que lleva su caso está integrada por Francisco Martínez Valle, quien apenas el año pasado había rendido protesta como fiscal Zona Centro, aunque poco después le dieron las gracias.
El otro miembro de ese “dúo dinámico” es Genaro Molina Frías, excontralor del Tribunal Superior de Justicia. O sea, gente que “le cae muy bien” a la actual administración.
Todos esos hechos no pasaron de largo y el miércoles pasado, la alcaldesa recibió una sentencia de prisión preventiva por un año, cuando aún no está ni vinculada a proceso.
Es muy probable que la defensa pida la duplicidad o incluso las 144 horas de plazo para presentar sus alegatos. Pero, por lo pronto, que así de entrada la hayan mandado a “guardar” un año, no pinta nada bien. De entrada, que se vaya olvidando de la libertad bajo caución.
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El senador Rafael Espino de la Peña, quien hasta donde sabemos sigue en Morena, se reunirá este jueves con el Consejo Nacional Agropecuario, una especie de CNC del sector empresarial, mucho más fifí y aún más demandante que la agónica central campesina priista.
La agenda está bastante cargadita, pues tratará temas que son demasiado sensibles para ambas partes: el sector privado y la 4T, y le va a resultar bastante complicado colocarse en medio de los dos.
Nada más hay qué checar los temas para saber que saltarán chispas: la Nueva Ley del Agua, la cual tocará uno de los temas más conflictivos de cuantos hay en el estado, sobre todo en la región centro y sur, de donde es una gran parte de la membresía del Consejo Nacional Agropecuario.
Ahí va el otro: la jornada laboral de 40 horas, que avanza con fuerza en las comisiones del Legislativo Federal. Nada en gracia le ha decaer a ese sector, acostumbrado como está a jornadas de sol a sol.
Y luego, ahí nada más: plaguicidas y herbicidas, uno de los puntos de choque entre productores, gobierno, ambientalistas e incluso el gobierno norteamericano ¡Ah pa’ encarguito!
Luego, para coronar el pastel con una “cerecita”: la sequía, ese fenómeno para el cual no hay ni un peso reservado en el presupuesto de egresos de la Federación.
A ver cómo le va al todavía morenista… hasta donde tenemos entendido.