Claudia y Xóchitl jugaron de locales, ante sus propias “barras” y con la “formación” que les acomoda.
La morenista salió a cielo abierto, con todo el operativo a su favor para llenar la plaza, mientras que la panista lo hizo en espacio cerrado, refrigerado, mediante la cómoda convocatoria de las redes sociales.
En ambos casos, el público era “de casa”. Así lo vimos en el Centro de Convenciones el jueves pasado: la plana mayor del panismo, la estructura electoral, la plantilla de funcionarios de hasta tercer nivel de Gobierno del Estado y del Ayuntamiento, los diputados locales y los federales por Chihuahua y, desde luego ¿cómo iban a faltar? Los exgobernadores, excepto los tres “ya saben quiénes”: Francisco Barrio y Javier Corral, porque les hacen el fuchi, y César Duarte, porque de momento no puede atender invitaciones. De momento…
La exjefa de Gobierno, en cambio, no sorprendió a nadie en Ciudad Juárez, plaza que le viene a modo, con las amplias victorias que ha obtenido Morena en las últimas elecciones.
Plaza llena, discurso contra el gobernador Greg Abbott, de Texas, un ferviente antiinmigrante, y defensa de los programas sociales del actual Gobierno.
A ambas les movió un común denominador: Andrés Manuel López Obrador. La una, para atacarlo, a él y a sus programas; la otra, para defenderlo.
Así sea en ese formato, pero el presidente “mañanero” les sigue marcando la agenda.
Aún a la opositora la pone a hablar de su gobierno, así sea para maldecirlo; a la propia, no la deja plantear su propio proyecto, porque ante todo debe defender las acciones de la 4T, principalmente las obras más controversiales.
Ahora les toca venir a jugar “de visitantes”. Claudia en Chihuahua y Xóchitl en Juárez. Es de esperarse que tengan una buena respuesta, pero aún no es tiempo de que midan fuerzas en “mar abierto”. Siguen jugando para su clientela y no es poca cosa: ahí se guarda el “voto duro”.
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El panismo está en una auténtica encrucijada, porque solo tiene de dos sopas: o se mantiene en su crítica hacia los programas asistenciales, o les da continuidad, ya sea con un “brochazo” de color azul, pero continuidad al fin.
La delegación estatal de la Secretaría del Bienestar informó que en Chihuahua hay más de 600 mil beneficiarios de algún programa social de los que instauró el gobierno de la 4T.
Es decir, que los que reciben algún tipo de subsidio gubernamental de parte de la administración del presidente AMLO son más que los votantes que logra reunir el PAN en una elección local o federal en Chihuahua.
Para darnos una idea: la gobernadora Maru Campos llegó a ese cargo después de ganar las elecciones del 2021 con un total de 576 mil 176 votos.
Si contamos únicamente a los adultos mayores subsidiados por el gobierno obradorista, son 332 mil 321 adultos.
Por otra parte, hay más de 32 mil muchachos y muchachas inscritos en “Jóvenes construyendo el futuro”, uno de los programas más criticados por la oposición que despierta una particular rabia en redes sociales de parte del público anti AMLO.
Si bien es cierto que la cantidad de beneficiarios de un programa gubernamental no se traduce en una idéntica cantidad de votos, sí representa un capital político considerable, sobre todo, para acotar el discurso conservador del contrincante.
Vistas así las cosas, al prianismo le costaría mucho trabajo salir a campo abierto a hacer campaña con la oferta de “acabar con los subsidios”, como lo dicen elegantemente, o “dejar de darle dinero a los huevones”, como lo expresan en redes sociales.
Por lo pronto, el expresidente Vicente Fox ya le dio al morenismo la coartada perfecta para dirigirse a todos esos 600 mil beneficiarios: “¡Qué gacho, les dijeron huevones!”.
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Mientras sigue la controversia por la supuesta “toma” del agua de las presas de Chihuahua para enviársela a Tamaulipas, avanza con paso firme el proyecto de bombardear las nubes con yoduro de plata para “hacer que llueva”.
Ayer, el delegado de Bienestar, Juan Carlos Loera, informó que ya se iniciaron las gestiones ante el Gobierno Federal para volver a hacer esa práctica que, según él, dio muy buenos resultados el año pasado.
Todo listo, dice el delegado: el oficio enviado a la SEDENA para que, una vez más, la Fuerza Aérea Mexicana apoye con la aportación de aeronaves para hacer el “cultivo” de nubes sobre diversos puntos del cielo chihuahuense.
Suponemos que ya tienen el yoduro, porque el funcionario dijo tener “casi” todo listo y el químico no estaba entre sus pendientes.
¿Qué falta, entonces? Según Loera, que el Gobierno del Estado facilite uno de sus aviones para hacer el bombardeo. Nada más: kórima avión.
El funcionario se queja de que el gobierno estatal no da luces cuando ya está encima la temporada de huracanes, que es cuando más humedad se acumula en el cielo, así como para “incentivar” la precipitación.
El año pasado, se realizaron 22 trayectos para “estimular la caída de lluvias en zonas cercanas a las diferentes presas de la entidad”, según lo informó el Gobierno del Estado en un comunicado oficial.
Probablemente soplaban otros vientos en la política, porque en aquel entonces, Sedena, Conagua, Gobierno del Estado y las presidencias de ocho municipios se pusieron de acuerdo al grito de “¡ya!”.
¿Y ahora? Pues más vale que nos apuremos y no que vayamos a aventar el yoduro cuando estemos por salir de vacaciones de Navidad.
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En términos de política interior, la visita de la “corcholata” Claudia Sheinbaum a Juárez fue todo un éxito para el líder de la bancada de Morena, Cuauhtémoc Estrada.
No se podrá quejar: casa llena—o casi—en la plaza Juárez y auditorio a reventar en la reunión con las obreras de la industria maquiladora.
Todo, sin lamentar mayores incidentes, al menos hasta ahora. Todavía no brinca nadie que diga que no le dieron su torta o que le quedaron a deber la renta del camión, a ver si no surge en días próximos.
Si bien el diputado juarense salió del encuadre, más que otra cosa, por las presiones del “corcholato” Marcelo Ebrard, que pidió a todos los coordinadores legislativos que salieran de los comités de precampaña, la operación completa pasó por sus manos.
Nada mal les fue a los encargados formales: a las diputadas locales y a Oscar Castrejón; a Brenda Ríos y a Víctor Quintana.
Pero el “coach de tercera” era Cuauhtémoc, y ya tiene con qué pararse en l a primera fila de las fuerzas claudistas, de cara a la campaña que ya inició, lo quiera el INE—y los ciudadanos—o no.
Ahora falta que esa “pila” recargada le sirva para aguantar los mayoritazos que le da el PRIAN en el Congreso del Estado, y para soportar los patadones bajo la mesa que, de seguro, le vendrán en fechas próximas, desde dentro y de fuera de su partido.