El proceso electoral 2023-2024 no pudo empezar más agitado para los órganos electorales locales, con revisiones a su presupuesto, amenazas de recortes a partidas completas y con una movilización de la comunidad LeBarón en una demanda de autonomía que le tira a hacer un autogobierno.
En el IEE, apenas declararon inaugurada la sesión de instalación del proceso electoral cuando de inmediato se pusieron a arrastrar el lápiz para elaborar el proyecto de presupuesto que presentarán, primero, al Consejo General del mismo organismo, y después, al Congreso del Estado.
Y si las cosas se van a poner difíciles el año próximo, con tamaño proceso electoral que abarcará la renovación de casi todos los cargos de elección popular que hay en Chihuahua—el único que no estará en juego es el de gobernador/a—más se van a poner cuando tengan qué cortar aquí y allá pantes de que lo haga el Congreso, en persona.
Nada más para echarle un vistazo a los números: para este 2023, se presupuestaron 383 millones 858.9 de pesos para el Instituto Estatal Electoral. Como dicen en el barrio: “échense ese trompo a la uña”. Es una cantidad superior a la que reciben secretarías completas o municipios de tamaño medio.
Pero ahí no para la cosa, porque la mitad de esa cifra se entrega a los partidos políticos, es decir, unos 191 millones 929 para distribuirlos entre PAN, PRI, PT, Movimiento Ciudadano, Morena, más una “piscacha” a los dos nuevos partidos locales.
Si pensaban que eso era todo, pues agárrense, porque a ese dineral hay que agregarle un 35% más, por ser un año en el que se elegirán a integrantes de Ayuntamiento, sindicaturas y 33 diputaciones al Congreso del Estado.
O sea, agréguele unos 64 millones de pesos, más o menos.
Y todo porque la Ley Electoral que aprobó aquella Legislatura 61ª, en tiempos de Reyes Baeza, estableció una tasa muy cachetona para los partidos políticos, que consiste en calcular sus prerrogativas en base a multiplicar el 65% de una “UMA” (96.22 pesos, a valor actual) por el total de personas inscritas en el Listado Nominal de Electores.
El resultado de esa operación da ese dineral del que ya les hablamos.
En la pasada reforma electoral, Morena quería modificar esa ley para que la multiplicación se hiciera no sobre la base del Listado Nominal, sino de la cantidad de personas que acudieron a votar, que suele ser como el 45% del total de votantes inscritos.
La cifra hubiese sido considerablemente menor, pero la propuesta no pasó la dura valla del bloque PRIAN.
Y si a eso le agregamos el dineral que necesita el IEE para organizar la elección con casillas mucho más grandes que las de otros años, con tres escrutadores por cada una de ellas, y espacios más amplios para albergar los procesos local y federal, pues ahora entendemos por qué se están apretando los dedos para ver cuánto les va a tocar de presupuesto… para el año electoral más difícil de cuantos se tenga registro.
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Pero si el IEE empezó con dificultades, hay que echarle un ojo al difícil arranque que está teniendo el Tribunal Estatal Electoral, que preside la magistrada Roxana García Moreno.
Este lunes les “amaneció” con una movilización por demás singular de ciudadanos autoidentificados como “Comunidad LeBarón” que demandan establecer un gobierno propio, ya no digamos autónomo, con su propia unidad de fuerza pública, su sistema penal y sus códigos de procedimientos civiles, que incluiría el matrimonio múltiple.
Decenas de “LeBarones” acudieron al local del TEE, ubicado en la colonia Santo Niño de la capital del estado, en parte para participar en la audiencia pública programada por el propio organismo para completar el proceso que terminará en la aceptación o rechazo de la solicitud de autonomía que formuló la citada comunidad desde hace años.
Eso, en parte, porque también llegaron “en montón” para reclamarle al TEE su proyecto de dictamen en el que se rechaza prácticamente el proyecto de autonomía de una congregación de personas nacidas en México, pero que gozan del beneficio de la doble nacionalidad: la mexicana y la estadounidense.
Desde el inicio de su gestión, han pedido que se les otorgue el mismo trato que el Estado Mexicano le da a grupos étnicos catalogados como pueblos originarios del país, y el ejemplo favorito que emplean es el de los rarámuris.
Para determinar esa “originalidad”, el TEE—por mandato del Tribunal Federal Electoral—contrató los servicios del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el INAH. Sin embargo, el dictamen de ese organismo del Gobierno Federal no les resultó del todo favorable y ahora buscan revocar todo el proceso.
El tiro está cantado, porque los LeBarón, concretamente, Julián, uno de sus principales voceros, ya ha acusado al TEE de ser parcial en sus posturas y estar en contra de la declaratoria de autonomía de su pueblo.
No aceptan su petición “porque somos ricos”, porque tienen doble nacionalidad o porque les achacan que no son mexicanos.
La discusión va para largo y, sin modo de evadirlo, irá a parar al proceso electoral, porque entre las pretensiones de los LeBarón es que no se celebren elecciones en su comunidad, sino que sean ellos quienes establezcan un consejo de 35 miembros que se distribuirían las funciones gubernamentales, y un sistema penal de 12 “ancianos” que aplicaría sanciones no carcelarias a quienes cometan delitos.
Todo un reto para el TEE, ni duda cabe.
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Vaya manera de aclarar las cosas: la secretaria de Educación y Deporte, Sandra Elena Gutiérrez, ya ha “aclarado” quien no imprimió los famosos “cuadernillos” educativos con los que se pretende cubrir las funciones de los libros de texto gratuitos.
Tras dos largas semanas de especulaciones y de trascendidos en prensa que iban a dar al secretario de Turismo, Edibray Gómez Gallegos, propietario de una de las empresas de impresión más grandes de la entidad, la funcionaria salió a decir que no, que apunten para otro lado.
Y abundaron los indicios de que el funcionario era el “ganón” del contrato para imprimir un producto que ni contemplado estaba en el Presupuesto de Egresos porque su empresa impresora es de las pocas que tendrían la capacidad para sacar a tiempo una impresión de dos millones de ejemplares debidamente compaginados y encuadernados en tiempo récord.
Pero no, la secretaria de Educación y Deporte ya dijo que él no fue el ganador de ese megacontrato millonario…pero tampoco nos dijo quién sí.
Lo que deja la duda en el aire es quién no, pues también se sabe que no se imprimieron en los Talleres Gráficos del Estado de Chihuahua.
Lo lógico era que esa industria, propiedad de la administración pública estatal, que en otros años imprimía los libros de texto para Chihuahua y mostraba una gran capacidad, no solo para producir e imprimir rápido, sino con una gran calidad, fuera la bendecida con el contrato para hacer 2 millones de ejemplares.
Bien harían en aclarar de una vez por todas ese punto, porque son, como ya dijimos, dos millones de “cuadernillos” a razón de 60 pesos cada uno. O sea, 120 millones “del águila”.
¿Quién se aventó esa liebrita, pues?
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Desde morenianas tierras nos comentan que van muy avanzadas las negociaciones para que los residuos de la estructura electoral del PRI se pasen “al lado guinda de la fuerza” para las próximas elecciones del 2024.
Se trata de un grupo operativo que le ha dado numerosos y triunfos al PRI, incluso en las épocas de vacas flacas o, como las actuales, de vacas a punto de la inanición.
Son los operadores “de abajo” que le han dado al tricolor la protección de casillas en la siempre difícil zona serrana, particularmente en el “cono sur”, o sea, en el triángulo que colinda con Sonora y Sinaloa.
Históricamente, la ex aplanadora ganaba esos distritos y sus municipios, aún en tiempos de debacles electorales, como aquella de 1992, cuando perdieron hasta el decoro ante Francisco Barrio y aquel PAN que sí era opositor, “no como otros”.
Los morenistas están seguros que esa tropa de cuida casillas les permitirá “amarrar” una región de la sierra que hasta hace poco la daban por perdida.
Si les sale el tiro, bien podrían ganar no solo un buen número de municipios, sino al menos dos distritos electorales locales que vaya si les ayudarían a meterle un poco de equilibrio a la próxima legislatura.
Al tiempo…