Hace 44 años, la señora Margarita García Dávila salió de su casa durante una nevada para comprar tortillas, cuando observó dentro de un auto chatarra a dos viejitos abrazados y con frío.
El corazón de Margarita no pudo con la escena, ya que le recordaba la situación de sus abuelos, por lo que los invitó a pasar el día en su casa, para darles un baño caliente, y la que sería su única comida del día.
A partir de ese momento, su vida cambiaría por completo, ya que su buen corazón viajaría de voz en voz hacia todos los adultos mayores que necesitaban el calor de un trato digno y el cobijo de una persona interesada en su bienestar, por lo que al final de esa semana, Margarita, tendría 8 “abuelitos” más que buscarían un poco de su ayuda.
“Solo tenía dos cuartos, ¿donde iba a meter a los viejitos?, tuve que buscar un terreno más grande, y para adquirirlo, vendía menudo, tamales y comida para poder pagarlo poco a poco. Así comenzó todo.” dijo Margarita, orgullosa de tener, en este momento, 38 adultos mayores bajo su cuidado.
El asilo “Refugio de amor” cuenta con poco apoyo de autoridades, pero aun así, no es suficiente, no cuando la gente continúa abandonando a sus adultos mayores, por no tenerles paciencia y los olvida en lugares lejanos y sin que puedan valerse por ellos mismos, así lo mencionó la fundadora del asilo.
Margarita, es una amiga para todos los adultos que viven con ella, es alguien que les ayuda a pasar sus enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson y la imposibilidad de que puedan caminar por cuenta propia y, quien sobre todo les da el cariño que merecen en esta última etapa de su vida.
“Aquí me traen gente de la calle, o gente que aunque tenga familia terminan siendo abandonados a su suerte. Todos traen sus problemas, ojalá existieran más casitas como esta, porque hacen mucha falta” agregó la señora García mientras recorría los pasillos del asilo que poco a poco pudo construir.
Actualmente, tres de sus hijos se encargan de la administración del lugar, apoyando y admirando el legado que su madre les dejó, luego de tanto año de trabajo buscando la dignidad del adulto mayor.
Doña Margarita dijo que su única lucha es tratar de hacer que la gente entienda, que recapacite y que piense que todas las personas llegan a esta edad, y que en algún momento, las obras buenas realizadas serán recompensadas.