Maru tomó impulso a año y medio de arribar al gobierno en medio de adversidades y piezas rotas heredadas por su antecesor en el cargo.
Llegó a sanar y a remediar, porque ha demostrado desde siempre, en la diputación local, en la federal y como alcaldesa, que es una hacedora; le gusta tomar al toro por los cuernos y llamar a las cosas por su nombre.
El trabajo ha sido duro. El ritmo vertiginoso, porque, como diría ella misma desde sus juventudes panistas: “a eso venimos, a qué más”.
También a Maru le gusta cobijarse con sus afines, con los que la apoyan, para decirles que el proyecto político trazado va caminando que se han sobrepuesto al pasado oscuro que le heredaron y que hoy pueden celebrar los primeros resultados.
Brindando atención a los hospitales, en dotación de medicamentos, en atracción de inversiones, en el rescate de espacios públicos, saneamiento de centros penitenciarios y en general, en la dignificación de la vida de los chihuahuenses.
Maru, la niña qué soñó con ser grande, hoy puede decir con certeza y en su infantable plural que juntos sí podemos.