Estados Unidos dejó de producir el penny por una razón incuestionable: fabricar cada moneda cuesta más de lo que vale. En 2024, crear un centavo costaba 3.69 centavos, lo que generaba pérdidas millonarias para el erario solo para mantener en circulación una pieza que, en la práctica, ya casi nadie usa.
Ayer, 12 de noviembre, el Departamento del Tesoro confirmó oficialmente el final de la acuñación en todas las instalaciones del United States Mint. Las últimas piezas salieron de la línea de producción en una ceremonia discreta, marcada más por la lógica económica que por la nostalgia. Con ello, se cerró un ciclo 232 años de historia monetaria.
El penny perdió sentido en la economía actual. La mayoría terminan guardados en frascos o cajones sin volver al comercio, mientras tiendas y bancos consideran su manejo un gasto administrativo innecesario. Con el avance de los pagos electrónicos, la precisión del centavo dejó de ser indispensable y su circulación se volvió mínima.
El Gobierno estadounidense prevé ahorrar alrededor de 56 millones de dólares al año al eliminar su producción. Las monedas existentes seguirán siendo válidas, pero desde el 12 de noviembre la especie quedó oficialmente en extinción. En un sistema cada vez más digital, sostener una moneda que cuesta más producir que su valor real dejó de ser racional.
