Luis Eduardo Villarreal es un estudiante de quinto grado de primaria, y al igual que a la mayoría de los niños de 10 años, le apasionan los videojuegos, la computación y los gadgets.
Sus padres lo describen como un buen estudiante que no deja de obtener calificación de 9 en sus clases; sin embargo, el hecho de que Eduardo haya sido reconocido como robotista del año a tan corta edad, es el motivo de orgullo más grande para ellos.
El desempeño que Luis Eduardo mostró en el concurso internacional en línea “RoboJam All-Stars”, en noviembre de este año, fue la clave para que le otorgaran el primero y segundo lugar en distintas categorías.
Esa dedicación la mantiene desde hace dos años, y eso le valió el reconocimiento. Su afición por la robótica surgió durante el primer año de la pandemia por coronavirus.
Al estar confinado en casa, sin poder asistir a la escuela, su madre decidió inscribirlo al curso “Lego WeDo, y después, mientras avanzaba con sus estudios de primaria en modalidad virtual, las clases de RoboJam se convirtieron en su actividad extraescolar predilecta, y solo bastaron 3 sesiones para que sus maestros lo invitaran a concursar.
“El fue el único que terminó el reto”, relató Luis Villarreal padre, respecto al primer concurso del infante.
“Había otros niños y jovencitos que tenían meses practicando, y él con tres clases lo consiguió; ahí fue cuando nos dimos cuenta que le gustaba muchísimo”, recuerdan sus padres.
A partir de ese momento, la programación y los robots dejaron de ser un simple pasatiempo para el niño. La práctica se volvió constante y los resultados conseguidos fueron cada vez más positivos en cada concurso. Tercer lugar, quinto lugar, así de poquito en poquito, como lo mencionó su padre.
“Los niños tienen mucho potencial. Nosotros hemos visto que él se ha desarrollado mucho. Le gusta, lo ve como si fuera un juego. Hay que motivarlos, hay que aprovechar, hay que apoyarlos en lo que son buenos. Si vemos lo que les gusta, es importante apoyarlos”, detalla el padre.
Además de ser medallista, Luis Eduardo también da clases de robótica en línea, principalmente a niños de edad similar, hecho que admite que lo hace sentir felicidad y nervios al mismo tiempo.
“Una vez entró un muchacho de 17, y después de la primera clase no volvió”, cuenta el niño.
Hacer que un robot recorra un laberinto, programarlo para que recoja y acomode objetos, son algunos de los retos en los que el menor ha destacado en los certámenes a sus escasos 10 años.
Relata que durante las competencias, sin importar si son virtuales o presenciales, el tiempo corre en su contra, y que en esos momentos, su mente está enfocada en completar el desafío. En abril del 2024, Luis Eduardo viajará a Medellín, Colombia, para competir con robotistas de todo el mundo.
