Conteniendo las lágrimas Ana Dios de Pavón, de 13 años y originaria de Venezuela, cimbró a los migrantes que esperan a ser escuchados por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, este mediodía en el exterior del Gimnasio de Bachilleres, donde tuvo una reunión a puerta cerrada con empleados de la federación.
Pidió a sus paisanos, que formaban a la mayoría que estaba en el lugar, que entonaran el himno de su nación en honor a los muertos y heridos del pasado lunes, cuando fueron víctimas de un incendio ocurrido en instalaciones del Instituto Nacional de Migración.
“Quiero estudiar y mi familia quiere salir adelante, tampoco somos pollos, los dejaron que murieran fritos, eso no es justo”, declaró.
“Gloria al bravo pueblo, que el yugo lanzó, la ley respetando la virtud y honor…”, no alcanzó a terminar el primer párrafo porque el sentimiento le cerró la garganta y se cubrió la cara con las manos y el micrófono.
Segundos después se recompuso y guío a los venezolanos en el canto, aunque su voz se siguió quebrando de vez en vez.
Con su tono todavía infantil, le mandó un mensaje al presidente de Estados Unidos, Joe Biden: “si él no nos quiere dejar entrar a Estados Unidos, que nos ayude entonces con el gobierno que está en Venezuela, que tomó nuestra Venezuela y nos robó nuestra patria, que nos ayuden, que tumben a ese gobierno que está allá, que invada Venezuela y que haga un cambio”.
Aseguró que no vienen a quedarnos en ese país porque aman al suyo, así que si “tumban” a ese gobierno se regresan a su patria.
También contó con elocuencia los abusos que ella y su familia han sufrido en México por parte de personal del INM desde que entraron por Tapachula, Chiapas.
“No les importa si somos niños, nos maltrata verbalmente con cosas que duelen, nos agarra y nos devuelven, nos quitan dinero y nos roban”, señaló.
Dijo que cuando ella y su familia se dirigieron a Matamoros, Tamaulipas, para hacer el trámite para solicitar refugio en Estados Unidos, pero en Tampico los detuvieron en un retén a las 12 de la noche, donde les pidieron 1 mil pesos por cada uno del grupo familiar.
Al no contar con esa cantidad, agregó, los bajaron del vehículo en el que iban y les rompieron el permiso de migración que les dieron en Tapachula.
“Estamos muy cerca, a cinco horas de llegar y no separaron de mis papás, nos mandaron con mi mamá a un supuesto albergue, pero no era una era un albergue, era una cárcel”, mencionó.
Fueron seis veces, en total desde diciembre anterior, las que fueron regresados a Chiapas, pero finalmente llegaron a Ciudad Juárez, donde esperan para ingresar a Estados Unidos.
Sin embargo, afirmó, ese país tiene una política de no dejarlos pasar de ningún modo porque ofreció una aplicación que no sirve ya que omite programar citas, por lo que urgió a que se ofrezca una solución para llegar a su destino.