Detrás de la depredación ambiental y la destrucción de los cerros de Chihuahua hay un motivo social: el clasismo y la segregación de las clases sociales menos favorecidas que son segregadas al sur de la ciudad, mientras que al norte y poniente se desarrollan los fraccionamientos de alta plusvalía.
Así lo consideró David Hernández, integrante de la asociación civil Kéyah, que junto con Salvemos a los cerros de Chihuahua y sociedad civil, han emprendido acciones para sensibilizar a la población y cuidar el medio ambiente en la ciudad y sus alrededores.
El ambientalista indicó que el Plan Desarrollo Urbano 2040 tiene claramente delimitados los lotes para uso habitacional, así como una zona marcada como zona ecológica, pero la falta de planeación y los favoritismos hacia algunas constructoras han permitido que no se respete esa demarcación.
“La zona de desarrollo de alta plusvalía se ha establecido hacia el poniente por el periférico de la Juventud y se invade cada vez más zonas de reserva ecológica, zonas de media-alta montaña que permiten la permeabilidad de agua a los acuíferos”, explicó.
Dijo que, al construir en esta zona de la ciudad, no solo “estamos destruyendo la vegetación y el suelo, sino que también estamos tapando la entrada del agua a los mantos acuíferos”.
“Es una cuestión de clasismo porque se piensa que el sur es para los pobres, y el norte para los ricos. Es una segregación de clase que hay en Chihuahua y que, además, daña el medio ambiente”, agregó David Hernández.
Agregó que, aunque hay personas en las administraciones públicas que sí tratan de hacer la diferencia, como en el vivero municipal, donde han producido una gran cantidad de árboles para reforestar la ciudad.
“Lamentablemente hay otros funcionarios públicos que no están viendo por el futuro de la ciudad, dañan el medio ambiente y se manejan con privilegios para ciertos grupos pequeños de constructores, pues no todas las constructoras son así, pero sí hay un marcado favoritismo”, destacó.