Su rostro, brazos y abdomen estaban completamente quemados. Los médicos lo observaban sorprendidos. La piel mostraba un color rosa vibrante. Cualquier otro, comentaban entre ellos los doctores, experimentaría un dolor insoportable. Pero él estaba consciente, tranquilo y callado. Se había quemado mientras cocinaba fentanilo, pero la droga había anestesiado su cuerpo.
En Sinaloa las atenciones de hombres quemados con químicos en sus extremidades y en las vías respiratorias son asociadas a personas que trabajan en laboratorios clandestinos de drogas sintéticas, explica la doctora Martha Torres. Sin embargo, con la llegada del fentanilo, el tipo de lesiones entre los llamados cocineros han comenzado a cambiar, como sucedió con el de la quemadura indolora de tercer grado.
“Este caso nos puso en alerta. Una quemadura por cualquier otra cosa, sea que le explote el boiler, gasolina u otro químico, son quemaduras muy dolorosas. El fentanilo, su principal efecto, es ser un potente anestésico y, qué pasa, que le produce una quemadura indolora”, explica.
Las lesiones más comunes en los cocineros de drogas son quemaduras en el cuerpo y en vías respiratorias, daños en el hígado, riñones y el sistema nervioso.
También se han registrado casos de sobredosis entre las personas que se dedican a manufacturar pastillas de fentanilo, explica el titular de la Secretaría de Salud estatal, Cuitláhuac González Galindo.
“Hay mucha experiencia en el manejo del paciente intoxicado aquí por drogas con tanto laboratorio que existe o que ha existido en la historia del estado, a los pacientes los pueden identificar clínicamente desde que los ven”.