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Desde junio del 2021, la Defensoría de Derechos Universitarios, Igualdad y Atención a la Violencia de Género de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) aplicó un procedimiento contra un maestro de la Facultad de Artes señalado por hostigamiento y acoso sexual.

El procedimiento derivó en una recomendación con medidas que inconformaron a las víctimas, por lo que, en septiembre del 2022, la Defensoría emitió otra resolución confirmando la respuesta anterior.

Ante la falta de la respuesta de la UACH, las estudiantes presentaron una queja en la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), que fue resuelta a su favor en mayo del 2023, bajo la recomendación 5s.1.009/2023 del expediente CEDH:10s.1.2.247/2021.

La CEDH pidió a la Universidad reparar el daño a las estudiantes víctimas de acoso y hostigamiento sexual. Fue en junio de este mismo año, que la Universidad aceptó en su totalidad la recomendación.

De acuerdo con lo informado a Norte de Chihuahua, la CEDH instruyó que las víctimas fueran inscritas en el padrón correspondiente a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas del Estado de Chihuahua (Ceave), y se giraron instrucciones a través de oficio, al director de la Facultad de Artes.

Aunque el alma mater aceptó en su totalidad la recomendación, la UACH afirmó que algunas de las acciones “son de imposible realización”, ya que el docente acusado presentó su renuncia voluntaria a la institución desde el 15 de septiembre del 2022, por lo que ahora tocará a la Comisión de Honor y Justicia del Consejo Universitario resolver una sanción que impida su regreso a las aulas. 

En Norte de Chihuahua, platicamos con una de las estudiantes (cuya identidad se mantiene en reserva, por su seguridad), ahora egresada y de actividad docente, quien compartió su testimonio acerca de lo ocurrido en la Facultad de Artes del 2017 a la fecha.

Norte de Chihuahua (NCH)- ¿Cómo empezó todo?

Todo ocurrió cuando empiezo a dar clases en la Facultad de Artes en el 2017, él fue mi maestro en los últimos dos semestres de la carrera (2016), yo nunca tuve ningún percance con él, nunca escuché ningún rumor, ni tuve la oportunidad de que alguna compañera me contará algo de él. 

Como alumna, mi relación con él, siempre fue de respeto y profesional, incluso era un maestro al que yo le tenía cariño, tanto así, que yo lo escogí como sinodal de un proyecto, estuvo conmigo en mi titulación por promedio, por lo que yo le tenía confianza y admiración profesional. 

Lo digo, porque cuando me tocó denunciarlo fue difícil porque lo justificaba mucho, que era muy buen profe y cosas así. 

Cuando entro a trabajar, no tenía mucho de haber egresado, me ofrecieron unas horas en la Facultad, a la cual entré como docente de Escultura y Dibujo, de los primeros semestres. 

Fue entonces que, en una exposición, iba acompañada de mi novio y al encontrarnos al maestro, nos pide por primera vez, hablarle como colega. Esta fue la primera vez que noté el interés de continuar el festejo más allá del evento. 

No le di importancia, sin embargo, a partir de ese suceso él empezó a tomar confianza conmigo, fue que entonces recibí el primer mensaje por Facebook. Como a las tres am, todo el mensaje era alabarme, decirme que era muy buena alumna, que iba a llegar muy lejos, que tenía mucho talento. Eres mi alumna preferida; este último mensaje, la verdad es que mi generación era muy trabajadora, por eso me sorprendió mucho. 

Me sentía incómoda, debo aceptarlo, porque yo no tenía ninguna amistad con él. Pero no quise verlo mal y lo justifiqué, entre mi novio y yo, tratamos de no verlo mal, bajo el argumento de que estaba hablando de mi trabajo, aunque era raro que fuera a las tres am y traté de no darle importancia. 

Y así fue en dos o tres ocasiones, por medio de Facebook. Mensajes de ese tipo, yo le llegué a contestar esos mensajes de que estaba agradecida, porque eso fue verdad, pero incluso le seguía diciendo maestro. 

Yo nunca tuve la intención de hacerlo mi amigo, ni lo vi de esa manera. Lo veía solo con respeto, por mis vivencias como alumna. No obstante, cuando lo veía en la escuela, no me decía nada. Entonces, sentía como si fueran dos personas. 

Una noche que estaba en mi casa, me escribe y me dice que está con un amigo en común hablando sobre mi trabajo, yo no sabía cómo frenar la situación y trataba de ver todo, al fin lo que me decía a mí misma, es que no lo estaba haciendo con ninguna intención. 

Esa noche se disculpa por no haber ido a mi examen profesional y es ahí, cuando pensé ¿cuál examen, si ya no soy alumna?, y él mismo fue a mi titulación. Esa fue la excusa para pedir mi número de celular y aclarar la situación, al menos eso pensé. 

Ese día creo que era un viernes, yo soy foránea, mi pareja estaba en mi casa, me marcó.  No lo sé, su voz se escuchaba como borracho, se tropezaba y era repetitivo. Insistía en que me quería mucho, que si yo sabía eso. Tan intransigente estaba que la otra persona, le quitó el teléfono como para mediar la situación y como yo estaba en shock, no supe qué decir. Para nada ni mi novio ni yo, teníamos esa idea del maestro y nos parecía sorprendente que las cosas se iban agravando. Tenía mucho miedo.

Me fui a (a mi lugar de origen) y cuando estoy allá tengo la oportunidad de mensajearme con la persona que estaba con él cuando me marcó y le dije que no era amiga del maestro y que no me llevaba de esa manera con él, él me confirmó que me sintió incómoda y que hablaría con él al respecto. 

Fue el mismo domingo que recibí otro mensaje del maestro que decía ¿Sabes que si no está (el nombre de mi novio), yo voy a estar? Como poniéndose en reemplazo de mi pareja. 

Hasta aquí fue cuando dije: tengo que hacer algo. 

El siguiente lunes o martes, le pedí hablar con él. Nos citamos en la escuela, porque ese lugar era seguro, iba a haber gente y si me quisiese hacer algo, no iba a poder. Me acuerdo que hacía mucho frío. Él tenía un examen y yo lo esperé a que saliera, estuvimos en un salón, donde lo encaré y pregunté qué estaba pasando, que no entendía quién era él, que me explicará por qué no había aclarado las situaciones. 

Su lenguaje corporal lo hizo chiquito, me decía que me agradecía mucho que le dijera las cosas, que a él lo ayudaba que le dijera sus errores, que estaba avergonzado, me dijo que lo entendía, que estaba cambiando y viendo cosas. 

Fui yo quien le pedí discreción, no quería que las cosas se corrieran como pólvora, esa era mi mentalidad en ese momento, yo quería que se quedará hasta ahí, que esperaba que no siguiera sucediendo. Y me acuerdo perfecto que le advertí con estas palabras: Tienes que tener mucho cuidado, porque te topas con otra persona y esa persona te pone dedo en dirección y vas a tener muchos problemas.

Claro a él le favoreció que yo le dijera eso que lo guardáramos, sé que le favoreció el hecho de que yo no hablara. Sí me volvió a escribir, pero ya no le contesté. 

Yo salgo un año después de estar en la Universidad, y fue como deshacerme de la situación, si lo llegué a ver en otros eventos, pero no volvimos a tener contacto. 

NCH- ¿En qué momento decidiste renunciar?

Alrededor del 2019-2020, comienzo a dar clases en un taller de pintura, éramos puras mujeres y en una salida que tuvimos, todas las egresadas y no egresadas de Artes, y compartimos nuestras historias y coincidimos en que de las 5, 3 teníamos una historia similar con él. Las mismas llamadas y mensajes a las tres am. A algunas les ofrecía mandarles el Uber o taxi, las invitaba a su casa. 

Lo que me detonó fue cuando me enteré que lo hizo con mis alumnas, salió con dos a la vez. Me mintió. Lo dijo que no lo iba a hacer y lo hizo por mucho tiempo, así comencé la denuncia, casi dos años después de lo que me ocurrió a mí y justo cuando salió la Defensoría de Derechos Universitarios. 

A mis alumnas no les ocurrió esta situación siendo mis alumnas, a ellas les pasa después de que salgo de la Facultad de Artes. Ya era un secreto a voces. Ya se sabía que tenía relaciones afectivas con las estudiantes, de eso hay testimonio en redes. 

Era muy calcado cómo se manejaba y descubrimos que andaba con varias al mismo tiempo, y las hacía sus novias, ellas no se daban cuenta. Lo que era muy extraño, porque estando en la Facultad no escuché nada. Cuando salgo, me doy cuenta de todo. 

Es importante decir que esto no empezó con mi generación. Él tenía dos años trabajando ya, no sé si éramos su segunda o tercera generación. Yo lo guardé como un secreto, pero conforme fue pasando el tiempo, me di cuenta que no tenía por qué ocultarlo y sobre todo que yo no tenía la culpa. 

Entonces, un día recibo un mensaje en mi Facebook que me invitaba a denunciar casos de acoso al interior de la Universidad, con un número al que finalmente marqué y así conocí a las “Universitarias en resistencia”, con ellas acudí a dar mi testimonio. A partir de ahí, como no puedes denunciar anónimo, supe que él iba a saber mi nombre y lo acusé.

NCH- ¿Cómo fue tu trato con la Defensoría y la Facultad de Artes?

Estoy muy agradecida con “Universitarias en Resistencia”, eso me motivó a hablar.  Apegarse a mujeres que son más aguerridas, te hace sentir protegida. Creo que tuvo mucho movimiento, a pesar de lo que la Defensoría les dijo. 

Tuve contacto con dos mujeres titulares y un hombre. Aún recuerdo cuando Pedro Oliva (2021), que fue titular de la Defensoría, en una reunión nos acusó que “adoctrinábamos mujeres” para decir cosas de los maestros, cómo si nos hiciera gracia hablar y ponerse en esa situación. 

Sí sentí que era mi responsabilidad lo que pasó, no sólo de la Defensoría. Me afectó mucho lo que me pasó con el maestro, pero fue más la revictimización de las instancias, intencional y no intencional. A mi no me gusta la palabra víctima, de hecho, esto es lo que ahorita me mantiene un poco al margen de las colectivas, no porque no apoye ya la causa, sino porque para mí, fue dañino el proceso y me afectó en las actividades cotidianas. 

También en algún momento llegué a sentir que la Facultad, después de todo lo ocurrido, no era un espacio seguro, lo viví con el director Ransom, de quien sentí que no tomó la decisión tajante de correr al maestro cuando las alumnas, ya habíamos atestiguado y solicitado su renuncia. El hecho de que no descubrieran en los hechos al maestro, yo creo que le daba la libertad de seguirlo haciendo. 

Nos consideraban intimidantes por “encapucharnos” en las protestas, lo que hacíamos porque nos hacía sentirnos protegidas, aunque por nuestra complexión podrían saber quiénes éramos. 

Lo único que sentí de la UACH fue rabia por la protección que le brindaron a él, incluso en otra junta con Ransom, nos pidió comprensión para el maestro que tenía un problema de alcoholismo y que había que ser humanos. Pero, ¿Por qué con él si había tacto y con nosotras no? 

Nos llegaron a mentir, decían que no daba clases y aparecía en la programación de materias. Varias chicas nos denunciaron eso, que su materia de Dibujo estaba disponible. 

NCH- ¿Sabes si ya estás registrada en la Ceave y de la recomendación de la CEDH?

No, no sé. Desconozco, porque ni la Facultad ni la Comisión han tenido contacto conmigo (2023), tengo el mismo número, el mismo correo, estoy en control de egresados que la UACH tiene, nadie se ha contactado conmigo. 

Con todo lo que ha pasado no me gusta ser radical, no me gusta pensar que las personas no se pueden redimir. Somos humanos y podemos cambiar. Sin embargo, creo que a él se le volvió un vicio y si no se está tratando psicológicamente o sus problemas de alcoholismo, sí puede ser un peligro dentro de las instituciones.

Hay muchas razones por las que creo que no debe estar en aulas, hay personas que tienen mucha resiliencia y pueden sobrellevarlo, pero hay personas que no, y creo que como docente tenemos una responsabilidad muy grande, él sabía el poder que él tenía y aprovechó eso. 

Tomé terapia por mi cuenta. Personalmente tengo muchos cambios, no me es muy grato hablar de esto. En su momento me llegó afectar mucho, lo único que quiero es que las cosas sean justas, aunque con tanto que ha pasado no espero nada de las instituciones. 

Pero quiero que se sepa y que las alumnas estén preparadas, que sepan quiénes son los agresores en las escuelas. Debemos dejar de normalizar esto en las universidades. La escuela es nuestra segunda casa, deberíamos regresar a ella con gusto y no con temor. 

NCH- ¿Cuál es tu sentir respecto a la Universidad?

No quiero poner ni un pie en la Universidad. Me da miedo porque hay maestros que me dejaron de hablar. Nos tildan diciendo “ellas quisieron”, “ella fue su novia”, cuando el adulto responsable y con grado jerárquico era él. Él era el maestro. 

Yo mantenía contacto con maestros, me pasaban trabajos, siempre fui trabajadora, pero muchos me dejaron de hablar. Me cerré las puertas. Me hacen malas caras en exposiciones, cuando lo único que hice fue denunciar a una persona agresora. 

Sé que tengo amigos, que hay maestros que no me van a tomar así. Pero te vuelves la apestada, al final, no tengo la respuesta de por qué me pasó eso, si no estoy mintiendo ni diciendo cosas para perjudicar a la Universidad. 

NCH- ¿Las amigas salvan?

Sí. Si puedo sacar algo bueno de esta situación, es que aprendes muchas cosas, de las que son expertas en el movimiento feminista, las maestras que acompañan, que te hacen más sorora con las mujeres. 

Se qué tengo mujeres cercanas a mí, valiosas. Que me hicieron sentir comprendida. No era consciente cuando me sucedió esta situación y cada vez que puedo hablar, encuentro a otras mujeres que me dan respaldo. Comprendo que esto es parte de un proceso, y sí, las amigas salvan.