Sandra Ivonne Gutiérrez Fuentes y Pablo González Castañón, ambos bomberos de la ciudad con grado de segundo y con 10 y 19 años de servicio, respectivamente, son una pareja ejemplar con la llama de la pasión aún encendida, pues desde que se conocieron fueron flechados en el amor.
Pablo, un bombero ejemplar, con un carácter dócil y amable, muy querido entre las nuevas y viejas generaciones que lo han acompañado en su carrera desde hace casi dos décadas y que lo han visto crecer, no sólo profesionalmente, sino en su vida personal, como esposo, padre e hijo, ha sabido mantener y combinar su relación con el trabajo de manera equilibrada.
Sandra, una bombera decidida, también muy querida por su carácter sencillo, su perseverancia y humildad hacia quienes han estado a su lado desde hace una década y cuya persistencia la hicieron convertirse en una combatiente del fuego, pues antes de serlo era quien realizaba las labores de limpieza en una de las estaciones, sigue dando todo de sí para que en su hogar y en su lugar de trabajo las cosas funciones de manera óptima.
Ambos bomberos por vocación cuentan su historia, narran con gran cariño y orgullo cómo surgió esa llama de amor y atracción en sus corazones desde hace casi 24 años, para posteriormente decidir de manera conjunta dedicar sus vidas a realizar uno de los oficios más queridos, pero a la vez más peligrosos que existen.
La persistencia y el deseo de servir y proteger a su comunidad los hizo esperar por varios años, hasta recibir una oportunidad para ingresar a una de las academias, que fue abierta en el año 2004, y aunque sólo Pablo pudo ingresar en ese entonces, debido a que esperaban un bebé, ella se incorporaría al Heroico Cuerpo de Bomberos años después, debido al gran interés por formar parte de sus filas.
La sólida pareja tiene cuatro hijos, el mayor de ellos convertido también en bombero desde hace un año y, aunque los más pequeños les han expresado que desean seguir este oficio al igual que sus padres, han platicado los riesgos que implica, destacándoles de igual forma las bondades y satisfacciones de realizar esta noble labor, acordando al unísono que respetarán lo que en su momento decidan, siempre y cuando sea lo correcto.
Sandra fue bombera voluntaria durante ocho años y entre sus funciones se encontraban realizar las labores de limpieza del lugar, sin embargo, su tenacidad y paciencia la hicieron lograr su sueño y obtener tiempo después y por méritos propios la placa y uniforme que por tantos años anheló y que al día de hoy porta con gran orgullo.
“Agradezco enormemente el apoyo de mi esposo y a la vez compañero de trabajo, es un padre ejemplar, me he sentido muy cobijada por él y nunca tuve duda de que sería el mejor ejemplo para nuestra familia”, dijo Sandra, con la voz quebrada de la emoción.
Pablo por su parte, ha sabido separar de manera profesional la relación esposa-subalterna, pues cuando han trabajado juntos, ella debe seguir sus indicaciones al pie de la letra, al ser él quien lidera los incidentes relativos a sus actividades en ocasiones en que acuden de manera simultánea.
“Estoy muy agradecido con Dios y la vida por compartir mi existencia con mi esposa, por la familia que me ha dado y porque ambos hemos sabido conllevar la misma labor de manera respetuosa y armónica.
Deseo vivir mis últimos años con ella y ver a nuestros hijos triunfar y ser personas de bien. Hemos sabido combinar muy bien nuestro matrimonio, que hasta hoy es sólido y firme, con altos y bajos, como cualquier pareja, pero con la llama del amor aún encendida y la única que no quiero apagar”, expresó de manera irónica y con los ojos a punto del llanto el tragahumo.