A las 12:34 del jueves 4 de septiembre, Martín Arellano Solorio usó su cuenta de X para lanzar un grito de auxilio: “Probable infarto, no hay aplicación ‘Código Infarto’… no puedo moverme.” Durante casi seis horas relató la espera, la indiferencia y la angustia de un paciente convertido en reportero de su propio final. Horas después, el periodista murió en la Clínica 3 del IMSS en Mazatlán, Sinaloa.
Desde ese primer mensaje hasta su último video, Martín narró la crónica de una muerte anunciada. Publicó frases que retratan la precariedad: “El IMSS no sirve en estos casos”, escribió desde la Cruz Roja, antes de ser llevado de nuevo al hospital de zona.
Su última publicación, a las 17:53 horas, mostraba una camilla en un pasillo: “Desde mi pasillo. Con calidad de urgente.” Fue su despedida digital y el símbolo de un sistema de salud colapsado.
La madrugada del viernes 5 de septiembre, a las 02:25 horas, Martín murió tras una segunda parada cardiorrespiratoria.
Dos días después de la tragedia, el IMSS defendió su actuación. En un comunicado aseguró que el paciente fue atendido con estudios de laboratorio, electrocardiogramas, intubación y maniobras de reanimación avanzada. Según la institución, el protocolo “Código Infarto” estaba activo en la clínica de Mazatlán y fue aplicado de acuerdo a la norma.


La versión oficial frente a la crónica digital
El IMSS en Sinaloa lamentó la muerte de Martín Arellano Solorio y aseguró, en una tarjeta informativa del 5 de septiembre, que el periodista recibió atención especializada desde que ingresó a urgencias a las 16:28 horas. Según la institución, se le practicaron estudios de laboratorio, electrocardiogramas y se aplicó tratamiento médico inmediato por insuficiencia cardiaca y renal.
La versión oficial afirma que a las 18:30 horas fue trasladado a reanimación, intubado, ventilado y monitoreado. Tras una primera parada cardiorrespiratoria, lograron reanimarlo. Sin embargo, más tarde sufrió una segunda crisis que resultó fatal, pese a media hora de maniobras de resucitación. El IMSS insistió en que en todo momento se aplicaron las guías clínicas y que el protocolo “Código Infarto” estaba vigente en la unidad.
Pero en paralelo a esa versión técnica, la realidad narrada por Martín en redes sociales fue otra. Desde las 12:34 horas denunció públicamente que no se había aplicado el protocolo y que se encontraba abandonado en un pasillo:
“RT por favor. Necesito ayuda. Probable infarto y no hay aplicación ‘Código Infarto’… no puedo moverme.”
Su última publicación, a las 17:53 horas, muestra un video desde el pasillo del hospital con la frase:
“Desde mi pasillo. Con calidad de urgente.”
El contraste es contundente: mientras el IMSS asegura que se actuó conforme a protocolos y que se trató a un paciente con insuficiencia cardiaca y renal, la percepción pública quedó marcada por los propios mensajes del periodista, que describen abandono, tardanza y negligencia. La crónica digital de Martín Arellano es, en sí misma, la refutación más dura al discurso oficial.

La brecha institucional
En cardiología cada minuto cuenta. El propio IMSS establece en su manual que el “Código Infarto” debe garantizar tratamiento en menos de 90 minutos. En el caso de Martín, pasaron casi seis horas de espera documentada sin recibir la atención definitiva que reclamaba.
Organizaciones de salud pública señalan que la saturación de servicios, la falta de especialistas y la burocracia explican la distancia entre la norma y la práctica. Esa brecha fue letal para el periodista.
Su muerte desató una ola de indignación en redes sociales. El hashtag #IMSS se convirtió en tendencia nacional y cientos de usuarios compartieron experiencias similares de negligencia. Periodistas y activistas replicaron sus tuits con rabia e impotencia: habían presenciado en vivo la crónica de su agonía.
Numeralia: la brecha en la atención médica
-90 minutos es el tiempo máximo que marca el protocolo Código Infarto para dar tratamiento definitivo a un paciente
-6 horas fue el lapso aproximado que Martín narró en redes sin atención urgente
-2:25 a.m. fue la hora en que falleció en la Clínica 3 del IMSS en Mazatlán
-Más de 74 millones de derechohabientes dependen del IMSS en México
-6 de cada 10 pacientes en urgencias esperan más de 2 horas para ser atendidos, según la Ensanut
-3 mil quejas anuales por presunta negligencia recibe la Conamed en su mayoría contra instituciones públicas.
Una denuncia hasta el final
Martín Arellano Solorio fue periodista hasta el último momento. Usó su teléfono como pluma y su timeline como cuaderno de notas. Denunció, pidió ayuda, expuso la precariedad del sistema y dejó un testimonio que hoy obliga a mirar de frente la crisis del IMSS.
Mientras la institución asegura que cumplió con los protocolos, la realidad escrita por Martín contradice esa versión. Entre papeles y pasillos, se perdió una vida que gritaba “urgente” hasta sus últimos latidos.