Personal médico de hospitales públicos le ha revelado a esta Doña una realidad que está como para ponerle los pelos de punta a cualquiera, porque nos pone en condiciones de precariedad médica casi de época de pandemia.
Resulta que los centros de salud pública a cargo del estado no tienen en su “stock” vacunas contra la hidrofobia o rabia, por ejemplo.
Así se los han hecho saber a usuarios que han acudido, alarmados, a buscar ayuda —y vacuna—, después de ser mordidos por algún animal callejero.
Nos cuentan que, una vez que el solicitante pide la vacuna y cuenta su historia de cómo fue que llegó a esa condición de urgencia, le dicen que “sorry”, pero no hay vacunas suficientes y, las que tienen, las reservan son para casos “extremadamente graves”.
¡Extremadamente graves! Como si la mordida de un perro o un gato callejero no fuera motivo “extremo” para tomar precauciones.
Los casos “extremadamente urgentes” son aquellos donde el animal atacante es salvaje o es un murciélago, nada más.
Cuando se trata de otro tipo de animal, la persona “mordida” debe llevarlo—sí, leyó bien—hasta el centro de salud para que lo examinen y se determine si tiene o no hidrofobia.
A ver si entendimos: me muerde un perro; luego, tengo qué sujetarlo, meterlo a mi auto—o llamar a un Uber—y llevarlo al Centro de Salud. ¿Válgame la que se cayó por asomarse?
Lo peor del caso es que personal de esos centros hospitalarios nos han confirmado el dato y peor aún: que no es la única vacuna que escasea, porque tampoco hay grandes existencias de vacuna contra el tétanos.
Es increíble, pero apenas se acaba de declarar el fin de la alerta por una pandemia que terminó en gran medida por la oportuna aplicación de vacunas y ahora no hay las suficientes para atender una urgencia como las que acabamos de comentar.
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Aquí cabría cambiar un poco la frase consabida con la que las mamás de otra época regañaban a sus hijas o hijos por su mal comportamiento cuando llegaba alguien de visita. En este caso sería “se lucen cuando van de visita”.
Así pasó la tarde del martes en la sesión, última del actual Período Ordinario, que se celebró en Ciudad Juárez.
Todo empezó cuando la diputada del PT, Jael Argüelles Días, subió un punto de acuerdo en el que pedía, en resumen, que los 500 millones de pesos que va a pedir prestados el Gobierno del Estado se repartan de manera equitativa.
En su corta y bien resumida presentación, la petista advirtió que, de los 37 proyectos contemplados para gastarse esos 500 millones prestados, solo 20 van para Juárez, pese a que es la ciudad más poblada del estado.
El dato que soltó y que motivó el zipi-zape verbal fue que, de esos 20 proyectos, todos van a siete colonias ubicadas en un mismo distrito electoral, el mismo que perdió en la elección pasada el actual diputado “pluri” Gabriel García Cantú.
¡Uhhh! Si no fue pedrada, bien que quebró un vidrio.
Para pronto, el panista se levantó de su lugar, pidió la palabra y comenzó a dialogar, no sin sorna, con su joven compañera de legislatura, algo que está prohibido en el reglamento de sesiones del Congreso.
Con tono de burla, le dijo que ella “todavía estaba en el kínder” desde que los gobiernos panistas de Juárez comenzaron a demandar una mayor atención para su ciudad.
“Usted estaba coloreando en el kínder cuando nosotros ya estábamos trabajando por ciudad Juárez”, agregó.
Entrado en gastos, García Cantú hasta la enderezó contra la presidenta, Adriana Terrazas, cuando ésta le recordó que no se valen los diálogos personales.
¡Vaya chivo en cristalería! Y no hizo caso, porque le siguió contra la diputada, en persona.
Ni la amenaza de suspender la sesión les valió. Bien podrían decir los chihuahuenses que qué bueno, ¿por qué los zipizapes se habrían de dar nada más en Chihuahua? Y tal vez tengan razón.
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Ayer les contábamos que el Gobierno del Estado dejó a medias el proyecto de reconvertir el sistema de transporte público de la capital para que funcionara a base de gas y dejara el humeante diésel en los anales de la contaminación de la ciudad.
Lo apuntamos ayer, del proyecto de llevar de manera gradual a todos los concesionarios a cambiar sus camiones de combustión interna al uso del gas natural comprimido queda poco, y menos aún, del de renovar las flotillas del propio gobierno estatal para que usen ese tipo de energético.
Pues bien, ayer mismo nos comentaron que el proyecto va más allá, pues ya no se trata solo de reducir el proyecto a la mínima expresión de 20 camiones a gas, sino de privatizar la estación que tanto dinero y desgaste costó.
Nos cuentan que fue el propio exdirector del sistema Bowi o ViveBus, Luis Fernando Chacón Erives, quien sugirió el traslado de la planta a manos privadas, donde habrá empresas especializadas y experimentadas en el tema que bien podrán operar y darle el mantenimiento que requiere.
La propuesta, según los comunicativos que la oyeron, no cayó en mal terreno y al parecer ya está en marca un pre-proyecto para buscarle acomodo y dejarlo fuera de la órbita gubernamental.
Faltaría ver cuánto pediría el Gobierno por su planta de gas, ubicada al sur de la ciudad, y las condiciones para otorgarla.
En fin, que aún está en ciernes la decisión, pero —nos aseguran—, que por ahí va la pichada.
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La carrera por la candidatura presidencial parece una de esas puertas de entrada por donde todo mundo quiere entrar al mismo tiempo, sin importar el amontonadero que armen.
O lo que es peor: sin saber bien a bien a donde entrará o qué harán en caso de que entren primero.
Ayer, en Ciudad Juárez, se anotó otro aspirante a esa postulación por la alianza PRIANPRD, la misma que actualmente tiene como a 20 activistas pegando patadas y mordiscos por ese encargo.
Se trata del diputado federal Ildefonso Guajardo, cuya principal carta de presentación es haber sido secretario de Economía en el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, uno de los más desprestigiados de la historia reciente.
Por si acaso le entendemos: irá a competir por el estandarte de la oposición con una carta de presentación que lo ubica como operador de primera línea en un gobierno que salió con decenas de señalamientos de corrupción y desvíos de recursos. ¡Válgame!
Guajardo, quien actualmente trabaja en San Lázaro como diputado federal —lo de “trabaja” se lo ponemos porque andamos de buenas—, se sumaría a otros tres priistas: Alejandro Murat, Enrique de la Madrid y Claudia Ruiz Massieu que quieren la candidatura del frente opositor.
Murat tiene entre sus cartas de presentación el haber sido gobernador de uno de los estados más atrasados del país: Oaxaca, donde hizo una gestión tan “brillante” que terminó por perder ante Morena.
De la Madrid es hijo del presidente Miguel de la Madrid, en cuyo período, el país tuvo las más altas tasas de inflación y devaluación monetaria, por no hablar del desastroso papel que jugó en la reconstrucción de la Ciudad de México tras el terremoto de 1985.
De Claudia Ruiz Massieu se podría hablar en solo cuatro palabras: Carlos Salinas de Gortari. Es sobrina del expresidente en cuyo período se acumuló una deuda de corto plazo tan grande que le reventó a su sucesor, Ernesto Zedillo, cuando éste no llevaba ni un mes en el cargo.
Así que apunten a Guajardo, pero guarden “rayitas” en la hoja del cuaderno, porque de seguro se van a apuntar otros más.
¿Seguros de que el exluchador “Tinieblas” ya no quiere ser candidato?