La Auditoría Superior del Estado nos dejó a todos esperando, porque dábamos por descontado que, en su informe de auditoría del 2022, se meterían de lleno a revisar el tema de los uniformes que vendieron a la de a fuerzas a los alumnos de nuevo ingreso.
Nada de eso: en todo el informe de la ASE solo hay dos vistas a la Fiscalía General del Estado, y es por temas mucho menos controversiales que aquel que le costó la chamba al entonces director de todo el sistema, Marco Licón Barraza, quien renunció al cargo después de que estallara el escándalo.
Fue en agosto del 2022 cuando trascendió el reclamo de cientos de madres y padres de familia porque los habían obligado a comprar un juego de uniformes, consistente en una pantalonera, una chamarra y tres playeras, como requisito para aceptar la inscripción del educando, todo, por la “módica cantidad” de 2 mil 300 pesos.
Lo demás es historia: el Gobierno del Estado y, en particular, la Secretaría de Educación y Cultura se deslindaron de esa medida y anunciaron que el Cobach devolvería el dinero que le cobró a los alumnos de reciente ingreso.
En aquel entonces, se advirtió que habría responsabilidades en contra de quien resultara responsable por los nuevos uniformes obligatorios.
¿Y qué pasó más de un año después? Que el tema no ocupó ni una línea en el informe de Colegio de 240 cuartillas de la ASE.
De las observaciones que valieron vista a la FGE por posibles actos ilícitos, está la el pago de servicios devengados por concepto de fumigación y sanitización, dentro del Contrato 001/2022 P.S, sin que exista evidencia de que se prestó el servicio.
Tampoco hay documentación de los servicios de mantenimiento al sistema de climatización del Gimnasio del Cobach en Juárez.
¿Y los uniformes? Bien, gracias. Por lo visto, para el ente auditor, aquí no pasó nada.
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Después de tanta controversia, y de más de un año de no voltearse a ver ni cruzarse palabra, por fin, Chihuahua y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles comenzaron tratos en esta semana, con la inauguración de vuelos desde Ciudad Juárez hasta esa terminal aérea.
La aerolínea Viva Aerobús estableció dos vuelos de Juárez a México y a la inversa a partir del pasado sábado 16 de diciembre, mismos que llegarán al aeropuerto de la controversia, el que, según la oposición a la 4T, nunca iba a funcionar.
El primer despegue rumbo al AIFA salió a las 17:35 horas desde el aeropuerto Abraham González y “regresó” de la CDMX a la frontera a las 19:05, siete de la tarde, según información de la Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado. El segundo partió a las 19:40 horas desde Juárez y despegó de la capital del país a las 23:10.
Esos serán los horarios en los días martes y sábado; sin embargo, se tiene contemplado que la ruta se amplíe a los martes, miércoles, viernes, sábado y domingo a partir de enero, o sea, dentro de dos semanas.
¡Qué cosas tiene la vida! Pensar que esos vuelos forman parte de un convenio que firmó el Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de Turismo, con Viva Aerobús, para aumentar la conectividad de Juárez y de la capital con las principales ciudades del país.
O sea que, tal vez sin proponérselo, pero la administración panista de Chihuahua fomentó el tráfico hacia un aeropuerto cuya construcción y operación ha sido impugnada, criticada y casi condenada por el panismo nacional.
Fuentes de la línea aérea informaron a esta Doña que los vuelos salieron con toda puntualidad y no tuvieron mayores inconvenientes.
Como es bien sabido, el AIFA surgió como una alternativa al Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, cuya construcción fue cancelada por la actual administración federal.
Desde la suspensión misma de la obra anterior hasta la inauguración de la terminal en la antigua base de Santa Lucía, la oposición advirtió que no funcionaría y que no habría aerolíneas dispuestas a viajar hasta ese punto.
Y bueno pues, ¡tómala! Que ahí están los vuelos desde Juárez, y pronto despegarán desde el aeropuerto Roberto Fierro de la ciudad de Chihuahua. Ni hablar, cae más pronto un hablador que el precio de los boletos.
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Adriana Terrazas Porras ha de andar brincando en un pie de puro feliz y contenta.
¿Por qué? Porque el Congreso del Estado, dominado a plenitud por los contrincantes de la 4T, le aprobó las tres reservas que presentó al Presupuesto de Egresos del Gobierno del Estado para reorientar el destino del dinero público en beneficio de tres dependencias de salud.
Sin mayor problema, el bloque PRI-PAN y MC le aprobaron las siguientes propuestas: Aumentarle 2 millones de pesos a la Comisión Estatal de Atención a las Adicciones; 5 millones a Salud Mental y, en total, cinco millones a todo el sistema de salud. Total: 12 millones de pesos de reasignación.
No es la gran cantidad, pero eso no es lo que cuenta. Lo que realmente pesa y deja en claro cómo andan las cosas en el Legislativo es que a ella sí le dieron el voto a favor los de la “casa de enfrente”, mientras que a la bancada de Morena la batearon de hit por el jardín central—dirían en el beis—con su petición de reasignar mil 400 millones de pesos.
La legisladora, quien llegó a Morena procedente del PRI, donde fue una fiel escudera del exalcalde y fallido candidato a gobernador, Enrique Serrano, tuvo el apoyo del frente anti AMLO, pero no pudo convencer a sus propios compañeros de bancada, quienes emitieron 9 votos en contra de sus propuestas.
O sea, que fue una especie de 1-2 a la mandíbula, porque apenas el viernes pasado, el Tribunal Estatal Electoral falló en favor de la expriista— ¿ex? — al considerar que debe ser la dirigencia de Morena la que decida si se va o se queda en la bancada. Hasta ahí, Adriana 1 Morena 0.
Ayer, aumentó la goliza: tres reservas a favor, con lo que el marcador ya se puso 4-0. Y falta todavía otro remate a la puerta, porque el Instituto Estatal Electoral podría sancionar a los morenistas por ejercer “violencia política de género” contra su aún compañera.
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El rector de la UACh, Luis Rivera Campos, celebró alegremente un brindis de honor celebrado en el Palacio de Gobierno con motivo de las fiestas decembrinas, pero es hora que no festeja el aniversario de la fundación de la casa de estudios que está bajo su dirección.
Ni porque la universidad más grande del estado se encuentra a las puertas de cumplir 70 años de vida. Nomás no se le dio celebrar el 8 de diciembre, como ha sido costumbre desde el año de 1954, cuando el gobernador Oscar Soto Máynez le otorgó la autonomía a esa institución.
Fiel a esa costumbre, se estilaba que el rector en turno entregara reconocimientos a docentes destacados y se pronunciaran encendidos discursos en favor de la educación pública de nivel superior y de la autonomía universitaria.
Sin embargo, tal parece que, desde la llegada de Luis “Sport Billy” Rivera, esa festividad pasó a ser una especie de “preposada”, porque el año pasado la celebró con un encendido de árbol navideño. ¡Claro, eso es lo que realmente importa ¿a quién le preocupa la autonomía, la superación académica o el reconocimiento a maestros y empleados administrativos?
Pero lo de este año no tuvo par, porque dejó el festejo colgado de la brocha, nada más y nada menos porque él no iba a estar presente. O sea, que él es más grande que la institución. “La Universidad soy yo”, podría decir.
A ver con qué nos sale el año próximo: no vaya a ser que llegue vestido de Santa Claus o que organice una excursión a ver un partido de la NFL.