Para los que pensaron que las diputadas y diputados de Morena extenderían su rabieta hasta la Expo Chihuahua, donde Maru Campos proyectará ante cientos de invitados su Primer Informe de Gobierno, ya pueden descansar tranquilos.
Nos confirman mironescas fuentes que el propio Cuauhtémoc Estrada, gran jefe de la bancada morenista, anunció que no se va a presentar el sábado próximo en la “Expo” y que mejor se dedicará a recorrer su distrito.
Nos comentan que, aunque con la militancia de Morena nunca se sabe, el resto de los diputados, la mayoría “juaritos”, agarrará monte y mejor se irán a recorrer sus lares.
Harán bien. Ya hicieron su espectáculo, en protesta porque la gobernadora ejerció su derecho a no pronunciar palabra durante la ceremonia protocolaria de entrega de su primer informe.
De poco les va a servir hacer el número frente a un público que seguramente les será adverso y que rápidamente les contestará con consignas en favor del INE y palabrotas contra la 4T.
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¡Ay! Esto le va a doler al Gobierno del Estado y, en particular, al Congreso, por andar aprobando reformas y decretos sin apegarse a lo que dice la Constitución del país y a los tratados internacionales que, para el caso, son casi lo mismo.
El 27 de febrero pasado, la juez III de Distrito, María Contreras Martínez otorgó un amparo en favor de comunidades rarámuris que se inconformaron por la creación de la Secretaría de Pueblos y Comunidades Indígenas por no haberles hecho ninguna consulta, tal como lo manda la ley.
En el resolutivo de la juez, se establece que debió darse una consulta previa “culturalmente adecuada, informada y de buena fe” entre los pueblos a los que atenderá la dichosa secretaría que, a la fecha, sigue siendo una comisión.
Mala noticia para el que quería lucirse con su vocación indigenista… sin tomar en cuenta a los indígenas, y peor aún, a la ley básica que nos rige a todos, como es la Constitución.
Enterados del tema nos dice que ahora, el Congreso deberá reponer el procedimiento y, por lo pronto, declarar nulo el decreto mediante el cual se creó la dichosa secretaría.
Segundo, deberá cortar gastos de aquí y de allá para pagar la consulta “informada y de buena fe” que debe hacer entre los más de 100 mil habitantes del estado que se reconocen a sí mismos como indígenas.
Luego, si la tal consulta se apega a lo establecido en la Constitución, solo entonces, podrán crear la secretaría, a la que ya le tenían titular: un exgobernador y no precisamente de Chihuahua.
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Si la caída de una dependencia que estaría dedicada a atender a los miles de indígenas que habitan en el estado ya suena a pedrada, lo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos fue todo el dompe de materiales completo.
El máximo órgano encargado de proteger la dignidad de las personas en este país le mandó un fuerte “tate quieto” al Gobierno del Estado de Chihuahua y al ayuntamiento de Guadalupe y Calvo por no haber reaccionado a tiempo para combatir los efectos de la hambruna que azota desde hace años a la Sierra Tarahumara.
Dicho para que se entienda: la CNDH les dijo, así de manera muy fina, como suele hacerlo, que sus programas de desarrollo social sirven para maldita la cosa.
A ambos, al Gobierno estatal y al municipio de Guadalupe y Calvo. Tal vez le faltó a la benemérita institución agregar al Gobierno Federal en su repartidera de coscorrones, porque si una instancia ha recortado presupuestos a la atención de grupos vulnerables, incluidos los indígenas, es el que encabeza AMLO.
Como sea, la pedrada fue a dar a los cristales de la Secretaría de Desarrollo Humano y Bien Común, que ahora está a cargo de la jovencita Carla Rivas, diputada con licencia y que ahora se estrena en los grandes ruedos con ese encarguito de acabar con la pobreza alimentaria y asegurarse de que no vuelva a haber una sola muerte más a causa del hambre.
Si no lo hace, ¡a para encarguito que le hará la CNDH!
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¿De dónde sacaron al despistado que le hizo a los del Gobierno del Estado los diseños de sus acreditaciones para el I Informe de Maru?
Nada más hay que verlos para darse cuenta de que no saben dónde están parados, mucho menos, de cuál partido gobierna en Chihuahua.
Mírelas nada más: son tarjetas plastificadas de un color morado oscuro donde se puede apreciar un número “1” de color guinda, dorado y azul, así como desvanecido.
Ajá ¿alguien les puede decir cuál parido político usa el guinda como su color distintivo? ¡Correcto! No es el PAN.
Luego, en el margen derecho, se ve una franja gruesa color rosa oscuro y sobre ella, escrito en letras blancas el tipo de acreditación de que se trata.
Vista así de bote pronto, y en el mejor de los casos, parece una tarjeta rojinegra, así como las que les deben de dar a los directivos del club Atlas de Guadalajara. Al menos esa excusa tendrá el o la diseñadora: no los hizo morenistas, sino atlistas.