Tan campante que estaba Javier Corral allá en Sonora, hablando de corrupción y sabe Dios cuántas cosas, cuando en eso se le apareció Christopher James Barousse, el político chihuahuense que llegó a pisar cárcel por una causa penal que le enderezó, justamente, el expanista metido ahora a morenista.
El video del encontronazo entre Corral y uno de los objetivos de aquella “Operación Justicia para Chihuahua” se hizo viral apenas se subió a las cuentas de X, antes Twitter.
“Tú sabes perfectamente quién soy”.
“¡Claro!”, le contesta Corral. “James Barousse”.
“Tú me perseguiste”, le dijo el envalentonado exlíder juvenil que viviera sus años de gloria en el PRI durante la presidencia de Manlio Fabio Beltrones y el Gobierno de César Duarte.
A estas horas, ni líder ni “juvenil” es.
“La Fiscalía”, le contestó Corral.
“Me encarcelaste, me torturaste, y salí absuelto”, continuó el exjuvenil.
“Por jueces corruptos”, le contestó el exmandatario y expanista, así, sin perder la calma, como en otras veces cuando lo han imprecado.
#Desafortunadamente, lo que tú hiciste… te lo voy a decir en la cara”, continuó Barousse, quien luego se le acercó a Corral, quien ni se inmutó ni se levantó del cómodo sillón desde donde hablaba a una audiencia reducida, reunida en un pequeño salón.
“Todo lo que estás diciendo, desafortunadamente, no lo aplicaste”.
“Al contrario”, le dijo Corral.
Luego, el exacusado le refutó una de las cifras que tanto le gustaba repetir al ahora candidato a senador, cuando gobernaba Chihuahua: que su lucha contra la corrupción había logrado recuperar 250 y tantos millones de pesos. “¡Cero pesos!”, exclamó Barousse. “Ningún juicio de los que nos metiste a la cárcel lo ganastes (sic)”, añadió.
Luego, ya no sabemos bien qué quiso decir, porque salió con que “desafortunadamente, te lo digo en la cara, yo no te tengo miedo”. ¿Desafortunadamente no le tiene miedo? ¡Ah, caray!
“No voy a permitir que sigas torturando, tú me torturaste”, agregó.
El dime-direte ocurrió en Sonora, cuando Corral dialogaba plácidamente sobre el plan anticorrupción de la candidata presidencial de la 4T, Claudia Sheinbaum.
Poco después del encuentro con Barousse, posteó Corral en su cuenta X: (Manlio Fabio Beltrones) nos envió a uno de sus pandilleros a Cajeme, quien como él, recibió dinero de la nómina secreta de César Duarte, e incluso usaba a su mamá para recogerlo del sótano de la Secretaría de Hacienda de Chihuahua. Estos son los corruptos con impunidad transexenal que no debemos permitir regresen al poder, quienes ven al país como negocio y al presupuesto, como fuente de financiamiento”.
Esta fue apenas la primera “aparición de chahuistle” que le ocurre a Corral, pero es fácil adivinar que tendrá varias, tal vez muchas, de aquí al día de la elección y tal vez, durante toda su carrera política.
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¡Vaya paquete el que le dejaron al nuevo Consejo del Instituto Chihuahuense de Transparencia y Acceso a la Información Pública, el Ichitaip!
Además de todo el broncón de navegar con organismos públicos rejegos a entregar información que debería estar al alcance de todos, ahora tiene que emplearse a fondo para desahogar un rezago de más de mil 500 asuntos que sus antecesores no resolvieron durante los seis añotes que duró su encargo.
Son mil 500, así, como se lee, a razón de 250 asuntos por año que se iban quedando en los archiveros en espera de que alguien les echara el ojo y resolviera, a favor o en contra del solicitante de información o del ente obligado.
Con un edificio tan grande como el que alberga al Ichitaip, con sus casi 80 millones de pesos en presupuesto anual –a valores actuales– es difícil explicarse cómo es que no haya despachado a tiempo el cúmulo de recursos que presentaban los solicitantes.
Y vaya que en aquel entonces eran cinco y no tres los integrantes del Consejo.
La pregunta obligada, acerca de quién o quienes dejaron ese desván lleno de cadáveres tiene una respuesta: el exconsejero Rodolfo Leyva.
¿Se acuerdan de él? Fue electo consejero por el Congreso del Estado allá en tiempos de Javier Corral, y después, presidente del Ichitaip, cargo en el cual duró poco, pues luego le cayó la guillotina desde el Palacio de Gobierno y lo depusieron de ese encargo, lo que desató un enfrentamiento jurídico, político y mediático con la administración corralista que duró hasta el último día de esta.
Nos cuentan que el rezago es tan viejo, que algunos de los asuntos que tenía acumulados ya hasta se resolvieron, pero no por la intervención del consejero de marras, o del mismo Ichitaip, sino porque el propio sujeto obligado, que inicialmente se había rehusado a proporcionar información solicitada, terminó por subirla a sus plataformas de transparencia.
Si a esas vamos, entonces, ¿para qué queríamos consejeros del Ichitaip? O peor aún, están buenos para un apuro, porque el solicitante, a estas alturas, no sabe qué fue de su recurso de inconformidad.
Ahora, lo que hará el Consejo a cargo de Sergio Facio es integrar un equipo de trabajo que se dedicará exclusivamente a desahogar toda esa montaña de asuntos.
Buena suerte, la van a necesitar.
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El que se llevó la tarde, de plano, fue el alcalde suplente “con licencia” (de sus agencias de autos), Jorge Cruz Russek, cuando dijo que Chihuahua, la ciudad que gobierna, es “la Suiza de México”.
A ver si le entendimos. ¿Qué parte de Suiza? ¿Lausana, Basilea, Ginebra o Zúrich? Vale aclararlo, nada más para verificar el dato y darnos cuenta de que ninguna de esas ciudades helvéticas está entre las 30 más violentas del mundo. Chihuahua, para nuestra desgracia, sí.
¿Cómo andan las ciudades suizas en materia de hambruna? Porque aquí, y dicho por el sector social de la ciudad, hay grandes polígonos donde la gente padece de pobreza alimentaria.
“Es una ciudad limpia, ordenada”, dijo el alcalde en funciones. ¿Limpia? ¿Ya se dio una vuelta por el centro? ¿Ya vio los cientos de registros de agua sin tapa, llenos de basura? Porque de esos abundan en toda la ciudad.
Claro, la ocurrencia del “primer carnal del estado” no se hizo esperar y, para pronto, el candidato de Morena a la Presidencia Municipal, Miguel La Torre, aprovechó el viaje para pitorrearse del alcalde y de su expartido, el PAN.
“No conoces Chihuahua”, le dijo en su mensaje de TikTok.
Para él, agregó, solo existe el Distrito 1, pero no las colonias como Riveras del Sacramento o Punta Oriente; tampoco se ha “trepado” –así lo dijo– a un camión urbano o al Vive Bús.
De plano, el señor alcalde necesita que alguien le pase una tarjetita y le aclare que no está en una plática de amigos en el club, ni en su acostumbrada función de vocero empresarial. Está trabajando de alcalde de Chihuahua.
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Y hablando de la “Suiza de México” (ni la burla perdona), nos cuentan fuentes morenistas que no las traen todas consigo, así como para dar la sorpresa y quitarle la alcaldía a Marquito Bonilla.
Sin embargo, sí andan así como para pegarle un susto al PRI en el VIII Distrito y ganarle la partida a su candidato-dirigente, Alejandro Domínguez.
Nos cuentan que el exalcalde y expriista, Marco Adán Quezada, ha puesto a trabajar toda la estructura territorial que en parte armó él mismo, y que el prianismo actual tiene en el abandono.
El resultado es que ya prácticamente está en empate técnico con su excompañero de partido en la lucha por ganar el distrito que abarca la zona “no tan fifí” de la capital, como es el VIII.
Es ese sector, justamente, el que ve Morena como ventana de oportunidad para evitar una derrota estrepitosa en el municipio y en los 7 distritos electorales que tiene: 5 locales y 2 federales.
A ver si les pega, porque lo que es que en el VI, no hay ni cómo pegarle al PRIAN. Ahora que, en la contienda municipal, parece que Miguel La Torre va camino a perder, pero no tan gacho como se esperaba. A final de cuentas, para eso lo trajeron.