La recomendación de la CNDH en torno a la suspensión del reparto de los libros de texto gratuitos tiene una serie de impactos y consecuencias que de seguro les van a doler a los Gobiernos de Chihuahua y Coahuila.
Para empezar, el máximo organismo defensor de los derechos humanos en el país consideró que aquella medida resultó “agresiva al derecho a la educación” de niños y adolescentes de ambas entidades.
Al no entregar los libros para el ciclo que actualmente está en curso, se hizo un perjuicio a los intereses públicos de la sociedad, principalmente en detrimento de la niñez.
¡Tómala! La CNDH usa términos como “agravio” para referirse a aquella que fue una de las acciones más discutidas y discutibles de la actual administración estatal, fallando con ello el principio del Interés Superior de la Niñez que establece que las actuaciones de cualquier autoridad deben realizarse primando a dicho grupo.
Para la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la CNDH, le pide a ambos Gobiernos que “se generaron agravios en su perjuicio, obstaculizando un pleno ejercicio de su derecho a la educación”.
La recomendación 21/2024, emitida el 9 de febrero pasado, deja además un precedente que le va a doler a otros estados cuyos Gobiernos quieran desmarcarse y hacer su propio modelo educativo de acuerdo a su carga ideológica.
En definitiva: la producción y distribución de libros de texto gratuitos no corresponden a la esfera estatal y, por tanto, es facultad exclusiva de la Federación.
En consecuencia, dice la CNDH, los Gobiernos de ambos estados norteños deberán girar instrucciones a sus respectivas áreas educativas para que, al menos en este ciclo escolar, no se den calificaciones reprobatorias a estudiantes de primaria y secundaria.
Más aún: en un lapso no mayor a tres meses, deberán emitir una disculpa pública a los niños de primaria, así como a los jóvenes de secundaria, por el perjuicio que les causó el iniciar el curso sin tener libros de texto con los cuales ponerse a trabajar.
O sea que, además de disculparse, deberán buscar a quién sancionar, aguantar vara y aceptar que no tienen facultades mayores en materia educativa, y de pilón, pasar a todo mundo de año.
Así termina este zipizape de los libros de texto.
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Una buena, y ya era hora: Entre tanta noticia desalentadora por la pérdida de vidas humanas a causa de la violencia, los accidentes o las epidemias, vale destacar el dato recién publicado por el Inegi, que nos cae como bálsamo en medio de la oleada de violencia.
Resulta que, al cierre del año 2023, la esperanza de vida entre los chihuahuenses creció significativamente, a grado de recuperar los años perdidos a causa de la pandemia del Covid 19.
Datos del Inegi nos muestran que, en aquel infausto 2020, la esperanza de vida cayó hasta quedar en 69 años y cinco meses, en promedio.
Año siguiente, se registró una mejoría, al llegar a los 72 años y 4 meses, y ya para el 2023, se había alcanzado el rango de los 76 años y seis meses.
Según las proyecciones del Consejo Nacional de Población, el Conapo, ese promedio de años de vida se mantendrá en el 2024.
Con esa cifra, Chihuahua se ubicó en el sexto lugar nacional entre las entidades con mayor esperanza de vida, por debajo de estados como Nuevo León, Baja California Sur o Coahuila, que tienen más de 77 años.
El dato cae en buen momento, sobre todo, cuando el Secretariado Ejecutivo nos informa que el 2023 cerró con más de 2 mil homicidios en el estado.
Además de la lamentable muerte de personas por causas violentas, está el hecho de que, una gran parte de ellas, tenían rangos de edad bajos.
Buena nueva y esperemos que así sigan. Que algo nos alegre el día entre tanto mal dato.
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¿Se acuerdan que, hace algunos meses, nos anunciaron que habría una carretera “súper” que conectaría a la capital del estado con el puerto de Guaymas, en el Pacífico mexicano, y que así íbamos a llegar en un dos por tres al mar, sin tocar baranda?
Pues eso fue el 4 de abril del 2022, o sea, hace casi dos años, y no estamos ni cerca de llegar no digamos a Guaymas, sino al poblado de Yécora, en los límites entre Sonora y Chihuahua.
En aquel entonces, nos presentaron el proyecto como una obra conjunta de los Gobiernos de ambos estados, pero también de la Federación.
Pues nada: que la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, la SICT, del Gobierno Federal, no tiene vela en ese entierro. Dicho de otra manera, que los estados se harán cargo, se rascarán con sus uñas y verán de dónde sacan para pagar la obra.
En el caso de Chihuahua, el centro SICT nos informa que la obra compete al Gobierno del Estado, o sea, al mismo al que la Federación no le da ni quinto para obra civil.
Luego, nos informa que se trata de una carretera de dos carriles, y no de una “autopista” de cuatro, como se suspiró en aquel 2022.
Acaso, tendrá un tercer carril en las pendientes sostenidas, pero no más.
La longitud entre La Junta y los límites de Chihuahua con Sonora es de 193 kilómetros, nada más. El resto, o sea, de la capital a La Junta, ya está en operaciones.
¿Que para cuándo? A saber, pues la obra está apenas en la etapa de proyecto ejecutivo.
O sea que, dos años después, no tenemos ni siquiera el proyecto completo, y ya ni hablemos del presupuesto y la suficiencia para hacerlo.
Ni hablar, por lo visto, para que los chihuahuenses lleguemos al mar, tendremos que seguir viajando hasta Gómez Palacio, en el estado de Durango, para luego “ganarle” para Mazatlán. ¡Bonito rodeo!
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En días pasados hablábamos de los grandes cambios que ha habido en la política local, de cómo el panismo ahora exalta a aquellos a quienes llamó “usurpadores” en las elecciones de los años 80, o hasta les dan cargos a los que les llegaron a ganar en las urnas, “haiga sido como haiga sido”.
No salimos todavía de nuestra sopor cuando ahora vemos que el alcalde Marco Bonilla le da el cargo de presidente del Fideicomiso del Centro Histórico a Patricio Martínez García.
Sí, es el mismo, el que fue alcalde de Chihuahua entre los años de 1992 y 1995, y gobernador entre el año 1998 y el 2004.
Sí, también es el que sacó al PAN del Palacio de Gobierno, cuando venció a Ramón Galindo en la elección de gobernador y recibió el encargo de manos de Francisco Barrio.
Habrase visto. Patricio Martínez fue el autor de las obras que transformaron el centro de la ciudad. Para algunos, terminó por devastarla, y para otros, las cambió para siempre, y para bien.
Durante su gestión, cuadras enteras fueron demolidas y en su espacio quedaron obras que no necesariamente mejoraron el paisaje urbano.
Está, por ejemplo, la Plaza Mayor, que ya es un símbolo de la ciudad, pero también están los socavones de Niños Héroes y Venustiano Carranza, llenos de basura y hasta de agua estancada, que le dan un aspecto tétrico a la ciudad.
En otra época, cuando alcalde, Martínez García fue promotor de establecer rígidos límites de horario para la venta de bebidas alcohólicas al copeo, lo que levantó ampollas entre el sector restaurantero.
Ahora tendrá a su cargo la regeneración de un centro urbano de la capital que hoy luce con grandes “lunares” de lotes baldíos y edificios abandonados.
En fin, que está de regreso “El Huracán” Martínez.