Marcelo Ebrard Casaubón estuvo ayer en el Centro de Convenciones de Chihuahua y se veía como si estuviera en casa.
Cómodo, bien tratado, acompañado por toda la oficialidad, aplaudido por una abundante concurrencia en la que predominaban actores del panismo gobernante, por exgobernadores priistas y funcionarios del municipio.
La reunión “Chihuahua, interconectando ciudades inteligentes” fue tan plural, que hasta algunos morenistas había.
Acaso la senadora Bertha Caraveo, y la diputada federal Mayte Vargas, pero fuera de ellas, ningún activo de Morena estaba en la primera línea. Ningún diputado local, ni la dirigente estatal. No era un acto del morenismo ni de la 4T. Juan Carlos Loera estaba ahí, cual incógnito, sin que nadie lo mencionara, sentado en la orilla.
En el presídium estuvo acompañado de la gobernadora María Eugenia Campos Galván y del alcalde de Chihuahua, Marco Bonilla. Es decir, el panismo en pleno ejercicio del poder en Chihuahua.
Si bien el señor celebró el acto a nombre de la Secretaría de Relaciones Exteriores—si no ¿qué otra justificante tendría para estar en Chihuahua en horas de oficina—, se cuidó de no llamarse a sí mismo secretario o funcionario de un Gobierno federal que le causa urticaria a gran parte de la concurrencia.
Cuidadosos en no llamarlo “secretario”, solo le dijeron “canciller” o “Marcelo”, así, como igualados que lo conocen desde tiempos de la primaria. El invitado habló con calma, como suele hacerlo, haciendo marcados ademanes y luciendo conocimiento y relaciones en el ámbito internacional, algo que a la derecha mexicana le suena como si oyera la Novena de Beethoven.
Fue tan cuidadoso que en su breve pero sustanciosa intervención, no mencionó ni en abreviatura al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien hasta este momento es su jefe, laboralmente hablando. Eso sí, se deshizo en elogios hacia Marco Bonilla, un precandidato del PAN para la próxima elección de gobernador o gobernadora.
La discursiva estuvo más centrada en los temas que han confrontado al presidente AMLO con la derecha: la generación de energía. Fue el propio Ebrard quien habló de la urgente necesidad de convertir hacia energías limpias.
El dato salido de su boca, de que California ya no comprará autos a México si son de combustión interna, parecían más sacado del discurso de Gabriel Quadri que de alguien que ha trabajado los últimos años en un gobierno empeñado en refinar petróleo.
Ya ambientado con un auditorio no proclive al partido al que aún pertenece, hasta que no anuncie lo contrario, le entró al discurso agradable, con palabras que todos quieren oír, como: “Chihuahua está condenado a tener éxito”.
Si Marcelo Ebrard no está trabajando para conseguir la candidatura a la Presidencia de la República por un frente amplio de derecha que incluya al PRI, al PAN, a Movimiento Ciudadano y a los escombros del PRD ¡qué desperdicio de acto!
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A los directivos del sector privado orgánico no les quedó de otra que sentarse a la mesa, platicar y escuchar a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, durante su visita a Chihuahua el domingo pasado.
Y decimos que no les quedó de otra porque, contentos, lo que se llama contentos de reunirse con esa “radical de izquierda” no iban, y menos, que les tomaran fotos y que éstas circularan por medio mundo.
Ahí estuvo la alineación titular, encabezada por Federico Baeza, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, seguido por Salvador “Chava” Carrejo, del PAN-Coparmex y una larga lista que completó una concurrencia de por lo menos 30 líderes de organismos o de grandes empresas.
Andrés Elías, de CTU, Jaime Cruz Russek, de Macsa y de una vasta red de distribuidoras de autos, el excandidato a alcalde de Chihuahua y magnate de la vivienda, Enrique Terrazas Seyfert, así como su hermano, Alberto, expresidente de Canacintra.
La lista es larga y abultada en poder e influencia: lo mismo líderes de organismos que jefes de empresas muy representativas del estado y de la región donde operan, como Antonio Hempell, empresario menonita; Jesús José Sáenz Gavaldón, de Chorizo Camargo; Víctor Silva Chacón, Visa del Norte o Luis Antonio Corral Pérez, de La Norteñita, de Cuauhtémoc.
Lo que siguió después de la reunión, nos comentan los extrovertidos amigos de esta doña, es que vino una oleada de mensajes de texto de los convidados “a la mesa de la señora” para deslindarse de ella.
“No somos cargada”, quisieron aclarar. Algunos juraron y perjuraron que fueron porque es importante oír a todos, pero nadie les quita que se sentaron a comer con la puntera en la carrera presidencial, dentro y fuera de Morena, y que hay fotos en el ciberespacio donde están sentados, si bien no muy sonrientes, sí muy atentos a la invitada de honor.
Lo que viene es otro episodio similar, pero ahora con Marcelo Ebrard, con quien ya se habían reunido antes en una visita que hizo en calidad de secretario de Relaciones Exteriores. Ahí no se sienten tan incómodos, porque ya ha habido acercamientos y escarceos, y no lo sienten tan “4Té” como a Sheinbaum.
Lo que nos comentan es que, de todo el grupo de capitanes de la IP que se sentó a la mesa con Sheinbaum, habrá algunos que tendrán que quedarse en esa “cargada”, como si fuera un encargo de parte del sector privado, como para no perder la posición ni dejar de “parar oreja”. Desde ahora, los posibles “beneficiados” con esa rifa de tigre ya lo ven como un castigo. “¿Y yo por qué?” se van a preguntar.
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Todo indica que en los próximos días se declarará el final de la pandemia y, con ello, toda la operación de emergencia que se instaló desde el segundo trimestre del 2020.
Casi tres años después, declararemos por decreto el final de una pandemia como la del SARS-CoV-2 o Covid-19 que cobró en el país más de 300 mil vidas y casi 11 mil en el estado.
Lo que ofrecen las cifras de la Secretaría de Salud indican que el Covid siguió la famosa “Ley de Pareto” o regla 80/20, la que indica que aproximadamente el 80 % de los resultados provienen del 20 % de las acciones.
Las cifras de la Secretaría de Salud son muy claras: el 80% de las personas fallecidas tenían 50 años o más, mientras que el 20 tenían 49 o menos.
Otra muy cercana a ese principio es la estadística de los padecimientos mórbidos: más del 80% de los fallecimientos en el estado de Chihuahua correspondieron a personas que tenían hipertensión o diabetes o ambos males a la vez, u otras enfermedades respiratorias o cardiobasculares.
La mínima parte: menos del 20% (¡ooootra vez la Ley de Pareto!) murió sin tener otra comorbilidad que dificultara su recuperación.
Hábitos saludables que asumió buena parte de la población, como el lavado constante de manos, la forma prudente de manejarse en público—evitar las aglomeraciones o saludarse a distancia—, ya no son motivo de una promoción masiva. Del cubrebocas ya ni se habla.
El final de una era está por terminar, aunque por decreto, pero no se ha anunciado ninguna política pública para mejorar las condiciones de salud de la población y preparar a todo el mundo para un nuevo brote de esta u otra enfermedad contagiosa.
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Nos cuentan cercanas y comunicativas fuentes a la grilla empresarial local que hace unas semanas, los líderes de los organismos cúpula de la IP mandaron traer a Chihuahua al líder nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, para darle un “shampoo” de cariño aliancista.
Nos cuentan que la reunión no tenía otro propósito de alentarlo a seguir con la alianza opositora y resistir los embates que le llegan del interior de su partido, sobre todo, los que ya no lo quieren en la dirigencia nacional porque dicen que, a estas alturas, son más votos los que quita que los que arrima.
Nos dicen que el tal “Alito” salió más “campechano” que nunca de la reunión, seguro de contar con el apoyo de una derecha muy rancia y conservadora como la de Chihuahua.
De modo que, cuando digan “si tocan a uno, nos tocan a todos” también lo dirán por él si es que el gobierno de su sucesora, Layda Sansores, o el de la 4T llega a echarle el guante.