Las autoridades de Chihuahua han repetido una y otra vez que el índice delictivo va a la baja y que el más doloroso de todos, el de homicidio, se ha disminuido en forma considerable en comparación con otros años.
Con la pena, pero el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el SESNSP, tiene “otros datos”, y no son más que los mismos que generan las fiscalías estatales del país.
Según lo publica este miércoles 17 de enero, el año 2023 cerró con 2 mil 72 homicidios dolosos registrados en el estado de Chihuahua, 100 más que en el año 2022, cuando la cifra fue de mil 971, a cuál más de pavorosas las dos, pero hubo un incremento, de cualquier forma.
De ese total, mil 377 se perpetraron con arma de fuego, mientras que, en el 2022, la cantidad fue de mil 304; o sea, que también en ese aspecto hubo un aumento.
Incluso en la clasificación de homicidios con arma blanca se registró un incremento, al pasar de 226 en el 2022, a 228 en el recién concluido 2023.
Otras 467 personas fueron víctimas de homicidio mediante el uso de “Otro elemento”, según la clasificación de la SESNSP, contra 442 del año 2022.
La violencia anduvo suelta, al igual que el año anterior y que en los últimos 16 años, desde aquel 2008, cuando el entonces presidente Felipe Calderón decretó el inicio de una “guerra”—así lo dijo—contra las bandas de delincuencia organizada.
Sin embargo, en estos dos últimos años, se han aplicado medidas que debieron haber impactado, para bien, en la seguridad de la población de nuestro estado, como las operaciones coordinadas entre las policías locales y las federales, o el mecanismo “Plataforma Centinela”.
Nada de eso, sin embargo, impidió que, otra vez, en el “Top Five” de la violencia, esta vez, en el cuarto lugar de homicidios dolosos registrados en todo el país.
Será lo que digan: que, si es la “Guerra contra el narco” o los “Abrazos, no balazos”, el hecho es que Chihuahua y otros 10 estados del país acumulan ya más de 15 años con altos registros de homicidios y, hasta la fecha, nadie ha podido colocar sobre la mesa una estrategia que baje ese indicador y le dé a la población una condición de vida más segura.
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Por cierto, y hablando del tema, es conveniente resaltar que eso de la filiación político partidista de los gobiernos estatales no hizo mayor diferencia porque, entre las entidades más violentas los hay de todo: naranja, guinda y azul y tricolor, que no finjan demencia estos últimos.
Ejemplo, el estado con el mayor número de víctimas de homicidio durante el 2023 fue Guanajuato, gobernado por el PAN, que cerró el año con la friolera de 3 mil 104 casos. De hecho, fue el único que superó la macabra barrera de los 3 mil.
Le sigue en segundo lugar el Estado de México, gobernado de enero a septiembre del 2023 por el priista Alfredo del Mazo, y de ese mes y hasta diciembre por la morenista Delfina Gómez. Ahí, la cuenta de víctimas de homicidio doloso fue de 2 mil 597.
El tercer lugar fue para Baja California, donde el PAN gobernó entre 1989 y 2021, hasta que le pasó la estafeta a la morenista Mariana del Pilar Ávila. En esa fronteriza entidad, se registró la cantidad de 2 mil 417.
El cuarto lugar le corresponde a Chihuahua, donde el PAN ha gobernado desde el 2016—aunque no se quieran acordar de Javier Corral, fue su candidato—y que ahora se llevó el cuarto sitio en esa deshonrosa lista, con los ya mencionados 2 mil 72 casos.
El quinto lugar es para Zacatecas, de Morena, con 1,977 casos y luego le sigue Jalisco, de Movimiento Ciudadano, con mil 1,965.
Ahí tiene las cifras. Téngalas a la mano para ahora que arranquen formalmente las campañas, porque, de seguro, todas las fuerzas políticas, toda candidata y candidato, vendrá a ofrecer “mayor seguridad para tu familia”.
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En días pasados les comentábamos que Morena, el partido al que se le acumulan los aspirantes a candidaturas en casi todo el país, nomás no encuentra quién le quiera entrar en Chihuahua, especialmente, al Distrito VI, el más panista entre los panistas.
Pues bien, la casa encuestadora Rubrum nos dejó en claro por qué el partido insigne de la 4T anda buscando candidatos cual si se tratara de una leva.
De acuerdo con los resultados de su medición, publicado en enero de 2024, el panista Marquito Bonilla está prácticamente en un día de campo, pues el 55.2% de los entrevistados dijo estar dispuesto a votar por su reelección como presidente municipal de Chihuahua.
La cifra, por sí sola, ya le daría una cómoda ventaja, pero la risa se le ha de haber ampliado hasta las orejas cuando vio—si es que la vio… ¡de seguro la vio! —que solo 29.1 % no lo reelegiría, mientras que un 15.7% aún no sabe por quién votar. Es decir que, si los indecisos votaran contra Marquito, aun así, ganaría.
Esa ventaja tan amplia y el hecho de que tenga prácticamente resuelta la elección cuando apenas empieza el año le puede dar “manga” para maniobrar las otras candidaturas que estarán en juego en la capital, como las cinco diputaciones locales, las dos federales y la sindicatura.
Algún premio de consolación le debe dar al panismo chihuahuita, después de que los dejaron sin candidatura al Senado.
Ya entendemos por qué los guindas no encuentran valiente que le entre al VI, el más panista del estado, donde los blanquiazules van arriba en las preferencias hasta sin candidato o candidata.
Con razón, la fila de morenistas que quieren esa candidatura no está muy larga. Más bien parece la que se forma afuera del estadio del Necaxa, el equipo más desairado del futbol mexicano.
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La entrada del Partido Verde Ecologista de México al proceso electoral de Chihuahua así “por la libre” cambió todo el decorado que se tenía de la probable integración de la próxima legislatura estatal.
Incluso, le pegó, y fuerte, a los planes que ya tenían los partidos mayoritarios: PAN y Morena, en lo que a la integración de sus planillas y listados plurinominales se refiere.
El detalle es que, al entrar el PVEM a la “guerra” por las siempre codiciadas diputaciones plurinominales, la primera ronde asignación de curules por ese principio se alargará y, provocará que las 11 plazas disponibles se repartan entre más.
Como quien dice, un “menos burros, más olotes”, pero al revés: aquí serán los mismos olotes, pero a repartirse entre los más… aspirantes.
En el supuesto que el PVEM obtuviera el 3% de votación que establece la legislación local, como condición para acceder al Congreso y obtener las igualmente codiciadas prerrogativas que otorga el Gobierno estatal, entonces la primera ronda se repartiría entre cuatro fuerzas políticas: la 4T, el PRIAN, Movimiento Ciudadano y el nuevo invitado: el PVEM.
En dado caso, la segunda ronda de asignación se quedaría entre los candidatos “de prelación” o, como se les conoce comúnmente, los “mejores perdedores”, lo cual podría dejar fuera de la nómina legislativa a los candidatos que estaban en la lista.
Falta, todavía, que el Verde complete las 14 diputaciones de mayoría que mandata la ley y, todavía más difícil, que en esta sí complete el 3% de votación, porque lo que fue en el 2021, nomás no le alcanzó el “cash” de votos para colocar a uno de los suyos en el Pleno del Congreso.