Los Gobiernos municipales del estado –y los del país, en general– se la pasan quejándose de que no tienen dinero, que no les alcanza y que por eso no hacen obra.
Incluso, se suman al griterío que pide una “reforma fiscal a fondo”, sin siquiera saber de qué se trata, nada más con la esperanza de que les llegue poquito más del dinero de por sí menguado que tienen la Federación y los Gobiernos estatales.
Pero, ¿hacen algo por mejorar sus finanzas? ¡Nada de nada!
Ahí está el informe de la Auditoría Superior del Estado, que señala a los atenidos, que son la mayoría de los ayuntamientos del estado, porque no mueven ni un dedo para hacerse de ingresos propios mediante la cobranza de los impuestos municipales.
De no creerse, pero los cinco municipios más poblados del estado, ya lo saben: Juárez, Chihuahua, Cuauhtémoc, Delicias y Parral, obtienen el 73.3 por ciento de los ingresos mediante impuestos y derechos municipales.
Los otros 62 se reparten la cuarta parte o poquito más que queda.
Chihuahua y Juárez, hay qué decirlo, destacan a nivel nacional por los niveles de cobro del Impuesto Predial, mientras que otros municipios, de plano, viven casi de los dineros que les manda el Estado o la Federación.
Según el Atlas Financiero Municipal, publicado por la ASE, en el 2023, los 67 municipios del estado gastaron 22 mil 344.9 millones de pesos, cantidad que equivale, poco más, poco menos, a la cuarta parte del presupuesto del Gobierno del Estado.
No está mal, si vemos que creció en un 14.5 por ciento respecto al 2022. Lo que no casca es que más de la mitad, o sea, el 57.1 por ciento se fue a gasto corriente.
O sea, de obras, pavimentaciones, drenajes, alcantarillados, puentes, alumbrados, patrullas, ni hablemos. Aquí se gasta en mantener una estructura municipal y a ver para qué más nos sobra, porque apenas el 25.7 por ciento se fue a gasto de inversión.
Algo tendrán que hacer, porque no hay caja que aguante el hecho de que el gasto municipal de la gran mayoría de nuestros ayuntamientos dependa en un 90 por ciento o más de las transferencias federales, como Aportaciones y Participaciones.
O le bajan al gasto, o se ponen las pilas y se salen a cobrar el predial o, ¿y si fusionamos municipios para ya no gastar tanto en presidencias y ayuntamientos? Ahí dejamos el apunte.
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Dos noticias en materia de agua: una buena, la otra, terrorífica.
Primero la buena: según el Servicio Meteorológico Nacional, la temporada de lluvias de este año durará de cuatro a cinco meses, y se extenderá por todo el verano y casi hasta la entrada del otoño.
¡Bien por eso! Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva… Ahora la mala: que en ese pronóstico no está contemplado Chihuahua, pues la temporada, incluso, se adelantó en abril en al menos quince estados de la República, y aquí no cayó agua del cielo ni para ensuciar el automóvil.
Sigue la peor: las presas, al menos las tres que más nos importan, están en niveles ínfimos de almacenamiento y no tienen para cuándo componerse.
Datos de la Comisión Nacional del Agua, la Conagua: La Francisco I. Madero, más conocida como Las Vírgenes, está al 28.43 por ciento de su capacidad y no tiene para cuándo subirle un poco a la “rayita”.
La Boquilla, la más grande del estado, tiene apenas el 30.13 por ciento y la Luis L. León o El Granero, anda “más mejor”, con un 83.9 por ciento de almacenamiento.
Lo alarmante de estos datos es que, a estas alturas, pero del año pasado, Las Vírgenes estaba al 93.15 por ciento de su capacidad, La Boquilla, al 69.25 y El Granero, al 97.51 por ciento.
¡Cómo extrañamos aquella agua que vertieron las presas en el ciclo de lluvias del año pasado!
Así nos la aventamos con el inicio del ciclo de cultivo primavera-verano, que arrancó el 1 de marzo pasado, con un “chorrito” para regar al menos lo que se pueda de aquí a que lleguen las aguas. En caso de que no caigan, llegaremos al 1 de septiembre, final del ciclo, con las presas en calidad de charco.
Con lo mal que andamos en materia de agua y ningún candidato se ocupa del tema. Ahora sí, hinquémonos para que llegue la tempestad.
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El INE arrancó ya la votación para elegir a la persona que ocupará la Presidencia de la República en el próximo período, pese a que la fecha de la jornada está contemplada para el 2 de junio.
Se trata de dos votaciones que tienen su grado de complejidad, que por lo mismo se celebran con semanas de antelación y con una movilización particular de parte de la estructura de los institutos Nacional Electoral y el Estatal Electoral.
Una de ellas fue la votación en los centros penitenciarios del estado, donde habitan cerca de nueve mil personas.
Los centros penitenciarios a donde acudió el INE con su urna y sus papeletas de votación fueron los de Hidalgo del Parral, Guachochi, la Unidad de Bajo Riesgo en Chihuahua Capital, el Cereso 3 de Ciudad Juárez y el penal de Cuauhtémoc y, por supuesto, el Cereso 1, de San Guillermo.
A propósito de la votación en ese penal, llamó la atención el dato del sufragio que habría emitido el exgobernador de Chihuahua, César Dee Jay, quien como es de todos conocido, está recluido ahí desde junio del 2022.
Poco en broma, poco en serio, se preguntaban algunos por quién habría votado, ¿por Claudia o por Xóchitl?
Si bien el voto es secreto, es difícil imaginarse al exmandatario emitiendo un voto en contra de su partido, el PRIAN –así, como se lee– o, más difícil aún, a favor de Morena.
Si bien el INE aclaró que en este proceso electoral se emitió el voto únicamente para presidente de la República, no faltó el socarrón que preguntara por quién voto para el Senado de la República.
Ni modo que por Morena. ¿Acaso alguien se imagina que votaría por el partido que postula a Javier Corral a la Cámara Alta?
Como chistín, estuvo más o menos. Lo cierto es que las huestes duartianas que a últimas fechas han andado muy activas, tirando por aquí y por allá, apuestan a que esta será la última vez que “su” gobernador vote en el interior de un penal.
Tal vez la próxima lo haga en el extranjero, quién sabe. Por cierto, también votaron ayer las personas que están en condiciones de postración, pero de eso hablaremos mañana.
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La titular del Instituto Municipal de Planeación, el Implan, Alondra Martínez Ayón, salió ayer a responder a la seria acusación que le lanzó el expanista metido ahora a 4Teísta, Miguel La Torre, en el sentido de que se habría “autoentregado” obras por 7.5 millones de pesos.
En primera, dijo la funcionaria, ella no es accionista de Caduma, la empresa que recibió los contratos del Implan, órgano desconcentrado de la Presidencia Municipal.
Nunca ha sido socia, aseguró, pero, además, la contratación de esa empresa se hizo con apego a la normatividad existente.
Hace dos días, Miguel La Torre, metido ahora a candidato a presidente municipal, denunció en conferencia de prensa que Caduma recibió esos contratos cuando Alondra Martínez era, a la vez, directora del organismo y copropietaria de la empresa.
Ella ahora asegura lo contrario y pues, en estricto apego a la norma jurídica, no tiene por qué demostrar su inocencia.
Más bien, quien acusa tiene ahora la carga de la prueba y el neomorenista tendrá qué documentar más su dicho, o de plano, desdecirse “de lo dicho”.
Así son las campañas: avienta la piedra a ver qué vidrio quiebras. Lo malo es que luego se acaban y todo el mundo se olvida del control de daños, menos la persona afectada por el pedradón.
Por lo pronto, La Torre sigue activo, aventando pedradas por acá y por allá, mientras la dirigencia de su nuevo partido guarda silencio y no mueve ni un dedo para respaldar sus señalamientos, o de plano, para deslindarse de ellos.
¿Será que anda de “Llanero solitario”, dejado a la buena de Dios por los mandos del morenismo chihuahuita, que por lo visto, ni picha, ni cacha, ni deja batear? Ya lo veremos.