Alguien de la Secretaría de Educación y Deporte del Gobierno de Estado no hizo su tarea. Y si la hizo, no la entregó a tiempo, que para el caso es la misma.
Fue algo así como aquella excusa de los niños de otra época cuando buscaban la manera de decirle a la maestra o maestro que no habían hecho el trabajo en casa: “el perro se comió mi tarea”.
La persona encargada de solicitar el recorte de año escolar en Chihuahua simplemente no hizo bien su trabajo, porque las y los niños de educación básica, léase preescolar, primaria y secundaria, estarán en el salón de clases hasta bien entrado el verano: el 26 de julio.
Dicho de otra manera, que la mayoría de ellos o al menos una gran parte se estarán cocinando a fuego lento en sus aulas porque el calorón va a estar a todo lo que da y en muchos de esos salones no hay ningún sistema de ambientación artificial, o séase, refrigeración o aire evaporativo.
Una de dos: o no entregaron a tiempo la solicitud para terminar, como en el año pasado, a finales de junio, o los batearon de jonrón y no hicieron la gestión necesaria para salvar a las niñas y los niños de esos hornos de microondas que son los salones construidos a punta de bloque de concreto.
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En el viejo lenguaje marinero existía la frase que era una especie de regla de oro para cuando había situaciones de emergencia o desastre: “mujeres y niños primero”. Es decir, que los primeros en ponerse a salvo debían ser las y los menores de edad y las mujeres.
En Chihuahua, ya vimos—una y otra vez—, que las mujeres no van primero casi en nada, y ahora vemos que los niños tampoco son los que van adelante en cuanto a atención y protección.
El caso del niño Octavio Muela Muela, de 14 años, nos ha dado una bofetada de realidad, tanto por la crueldad del hecho que implica matar violentamente a un jovencito de esa edad, como por las condiciones que lo llevaron a quedar a merced de sus asesinos.
El ahora fallecido fue reportado como desaparecido por la FGE desde el 8 de marzo pasado y encontrado al día siguiente, pero sin vida.
Su cuerpo, aventado a un lado del camino de Yoquivo a Guachochi, tenía un balazo en el pecho que seguramente le causó la muerte.
Es difícil seguir con esta historia sin sentir impotencia, rabia y tristeza, todo a la vez. El muchachito andaba cazando y en una de esas se lastimó el pie con un disparo que él mismo se dio.
Herido y adolorido, fue a dar a una clínica rural que atiende y mantiene una organización civil que hace esfuerzos heroicos para sostenerla y, como era de esperarse en esas condiciones, no tenían lo necesario para curarle una herida de ese tamaño.
Es ahí donde empieza y casi donde acaba la tragedia, por la falta de servicios médicos que obligó a este adolescente a buscar atención en otra parte y a quedar a expensas de quienes finalmente le quitaron la vida.
Octavio Muela fue víctima de la barbarie de quienes le quitaron la vida, pero también de una estructura de gobierno que no “estructura” bien sus servicios de salud y deja todo a la buena de las almas caritativas que se ocupan de la población alejada de las zonas urbanas.
¡Qué dolor el de esa madre, y el de todas las que pierden a sus hijas o hijos por actos violentos, o por la negligencia y dejadez de los gobiernos!
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¿Alguien ha visto a la diputada Deyanira Ozaeta? ¿No? Si la ven, díganle que sus representados, que equivalen a apenas el 2% de los electores que sufragaron en las pasadas elecciones locales, la andan buscando.
La representante del Partido del Trabajo, que en Chihuahua forma parte del bloque “conservador”, junto con el PRI, el PAN y Movimiento Ciudadano, no se ha parado por el salón de sesiones del Congreso desde hace como tres sesiones.
Cuando acude, lo hace de manera virtual, es decir, desde la comodidad del hogar, a través del zoom. O sea, que bien puede apagar el audio cada que la canse alguno de esos pleitos de discurso que parecen interminables y tan campante.
Deyanira Ozaeta representa al Partido del Trabajo, organización política que, a nivel nacional, forma parte de la “4T” y que buena raja le saca a esa condición, pero que aquí en Chihuahua está más alineado que un par de llantas nuevas con el bloque PRIANISTA.
Hasta este martes, la 67ª Legislatura había celebrado 95 sesiones, de la cuales, solo en 79 se contó con la asistencia de la petista; en 14 tuvo falta “justificada” y dos faltas.
Es, junto con la panista Carla Yamileth Rivas, la integrante de la 67ª Legislatura con, menos asistencias. Vale decir que la del PAN ya no está en la competencia por la menor cantidad de “presentes”, porque ya está separada del cargo.
Ahí no acaba la cosa: en la I Diputación Permanente del II Año, solo asistió al salón a seis de las 13 sesiones.
Si alguien pregunta como para qué la buscan, díganle que para que hable por sus representados, que fueron algo así como el 2% del total de los votos válidos emitidos en la pasada elección local.
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Un grupo de médicos procedentes de la ciudad de Toluca estuvieron varias semanas en Chihuahua para dar servicios médicos a la muy marginada población de las comunidades rarámuris de Guachochi.
Durante varios días, la doctora Shaola Angélica González Flores, el doctor Julio César Palma Ventura y la odontóloga Gina Lara atendieron a niñas, niños, jóvenes, adultos y ancianos que tienen en el Hospital Misión Tarahumara el único lugar donde les dan atención médica.
Las comunidades de Humirá y Basihuare en el municipio de Guachochi; Cieneguita de las Barrancas, Urique, y en el municipio de Morelos tuvieron la fortuna de recibir a tan generosa visita desde el 14 de febrero y hasta el 3 de marzo.
¡Vaya día del amor y la amistad! Los mexiquenses nos demostraron de qué tamaño es su amor al prójimo y se encaramaron a dar atención en una parte del estado donde ya nadie quiere ir, ni los recién pasantes de medicina necesitados de liberar su servicio social.
Desde aquí, esta doña les da infinitas gracias y les desea una larga y saludable vida. Que vuelvan pronto y avisen para festejarlos como bien se merecen.