El dirigente nacional del PRI, el tal “Alito” Moreno, vino a Chihuahua a demostrar que su partido, su coalición y él en lo particular están derrotados.
Aunque su discurso fue festivo y lleno de autoelogios, de severas críticas—más que merecidas—a la 4T y de ilusiones electorales, las cifras y los hechos que expuso el campechano en su reunión de prensa celebrada en Chihuahua muestran que están boca abajo.
Así, como para dar una muestra: él dijo que, en Oaxaca, Morena perdió 600 mil votos en la elección intermedia del 2021 respecto a la que sacó en la presidencial del 2018. Sí, pero él mismo lo dijo: Aun así, el partido hecho por el presidente a su imagen y semejanza ganó las elecciones en el estado de Benito Juárez y Porfirio Díaz.
Entonces, si perdiendo ganan ¿cómo andarán las votaciones en favor de la coalición opositora?
“Crecieron”, insistía Alito. Dirá lo que quiera, pero perdieron cuatro de seis gubernaturas, no se hicieron de la mayoría simple en la Cámara de Diputados y no lograron ganarle posiciones a un partido como Morena, que perdió votos y debía estar raspado y magullado por los efectos de la pandemia.
La postura del priista se parece a la de esos aficionados al futbol que alegan que su equipo jugó mejor, aunque perdiera el partido. De poco sirve si el otro metió más goles, y Morena les atacó un 4-2 en las de gobernadores y en la Cámara se quedó con la mayoría simple, la que ya tenía.
La comitiva de Alito, al igual que su cuadro de dirigentes, se compone de políticos de viejo cuño que a lo largo de los años libraron mil batallas contra el PAN y contra el PRD, sobre todo contra este cuando se autodefinía de izquierda.
Ahora, según las cifras del priista, necesitan sumar con el PAN para alcanzar el 38 por ciento de votación que tenían en el 2013, cuando todavía eran gobierno. Pobrecitos: están a expensas del partido que durante toda su vida les dijo ladrones, corruptos, defraudadores, mapaches… No solo eso, suplican los votos de Movimiento Ciudadano, el partido fundado por Dante Delgado, el exgobernador de Veracruz que ellos mismos metieron a la cárcel.
Definitivamente, triste la calavera del tal Alito.
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¡Bendita la hora en la que el gobierno 4T vendió la idea de que los estados de Chihuahua y Sonora harían una carretera, a “mitas”, para conectar al centro-norte del país con el puerto de Guaymas, en el Pacífico mexicano.
Bendita, porque a la obra pública no hay que hacerle el fuchi, salvo que esté tan mal hecha como esos socavones que construía el gobierno de Enrique Peña Nieto o los aeropuertos sin aviones que hace el actual. Maldita, ¡válgame la que se cayó por asomarse!, porque una obra como esa sirvió de pretexto para dejar a Chihuahua sin inversión federal en obra caminera.
Así como lo lee curiosillo lector: mientras que el estado de Sonora recibirá este año inversiones por 50 millones del águila para obra carretera, Chihuahua tendrá cero pesos con cero centavos.
Para verlo desde el otro carril: Chihuahua tendrá la parte más difícil de la obra, con kilómetros y kilómetros desde La Junta hasta los límites con Sonora, pero no le dieron ni un “kórima” federal para arreglar su red carretera o al menos los caminos rurales de la sierra que comunicarían a los poblados con esa carretera nueva.
A Chihuahua lo dejaron chiflando en la loma, o mejor dicho, en la sierra. Los diputados federales panistas se quejan de que el bloque 4T los “mayoriteó” y que por eso no pudieron sacar más recursos para su estado. Entonces cabe preguntarse ¿y dónde estaban los diputados federales de Morena que no defendieron a su feudo?
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Cuando César Jáuregui Moreno apenas estaba acomodándose en la oficina del fiscal general del Estado, le cayó la nada agradable visita del mensajero que le llevaba la recomendación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en contra de la dependencia que ahora está a su cargo.
Se trata de la recomendación número CEDH:5s.1.001/2023, elaborada por el visitador Eddie Fernández Mancinas el pasado 9 de febrero, en la cual, como dicen en el rancho, le piden a Jáuregui que les ponga un buen “tatequieto” a agentes de la Agencia Estatal de Investigaciones.
El promotor de la queja es representante legal de una persona acusada de cometer un delito a finales del 2021 en ciudad Madera, cuando Jáuregui aún despachaba como secretario general de Gobierno.
Lo más espinoso del caso es que se trata de posibles violaciones a los derechos humanos de una persona acusada de cometer un delito de tipo sexual en perjuicio de una jovencita menor de edad.
Dicho de otra manera, que la FGE, ahora bajo el mando de Jáuregui, deberá darles un “manazo” a sus agentes del Ministerio Público que no respetaron las garantías del “presunto”, y dar la cara por una falta cometida cuando él no estaba ni cerca del despacho principal de la Fiscalía.
Ni hablar, así es la política y así camina la administración pública. A veces hay qué comerse el platillo que el otro no quiso ni probar.
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Al menos tres de los miembros de la bancada 4T ya se abrieron de capa y van a jugársela con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, para que sea ella la candidata a ocupar el cargo que el presidente AMLO dejará vacante el 1 de diciembre del 2024.
En una conferencia convocada por jóvenes morenistas para anunciar la próxima visita de la “Corcholata” Claudia, robaron cámara los mandos altos del grupo parlamentario del partido guinda con una evidente actitud en favor de la “hermana” del presidente y líder en casi todas las encuestas de preferencias no sólo para ser la candidata, sino para ser la presidenta a partir de diciembre del año próximo.
Ahí estuvieron Cuauhtémoc Estrada Sotelo, coordinador parlamentario; Ilse América García, la que subió de color, porque pasó del naranja de MC al guinda subido de Morena, y el número dos de la bancada, Oscar Daniel Avitia.
Como siempre se dice, el acto que celebrará la aspirante morenista este domingo en punto de las 11:00 horas “no es un acto electoral”.
¡Ajá!, ¿Cómo no? Una reunión convocada expresamente para describir las acciones de una aspirante a la candidatura presidencial en un día inhábil, si no es acto de campaña ¡qué desperdicio de horas-grilla!