Estos últimos dos años fueron de harto sufrimiento, dolor, desolación e incertidumbre para doña María de la Luz Rodríguez Banda, desde que su hijo Javier Ricardo López Rodríguez desapareció en Coyame junto con otros 12 aspirantes a cruzar a Estados Unidos.
“Es mucha la impotencia, es mucho el dolor, es mucho la angustia, la desesperación de que no los encontraran”, reveló la señora que un día de septiembre de 2021 despidió a su hijo que buscaba un mejor porvenir cruzando la frontera norte.
“Exactamente, uno no puede describir lo terrible que es esto porque no los encontrábamos en ninguna parte. Han sido dos años muy feos y fatales. Donde se rastreaba no había nada, a veces había esperanza de que los iban a encontrar porque nos decían que acá, que allá y así como iban a buscarlos regresaban igual”, agregó Luz Rodríguez.
El 25 de septiembre de aquel año noticias daban cuenta de la desaparición de estos migrantes, sin que hubiera rastros de su localización.
El fiscal general del Estado, César Jáuregui Moreno, había informado que estos desafortunados 10 chihuahuenses, entre los que iba Javier Ricardo, un duranguense, y otros dos originarios de Querétaro y del Estado de México, fueron víctimas de la disputa entre dos bandas de criminales que trafican con indocumentados.
“Sabíamos que mi hijo iba a pasar a Estados Unidos y se fue. De Coyame nos habló para decirnos que iban a apagar los teléfonos, que ya no iba a haber señal, que hasta que hubiera señal se iba a comunicar. Y eso fue todo, nada más, de ahí ya no supimos nada de él”, indicó la mamá de Javier Ricardo envuelta en lágrimas.
Nadie, ninguno de los migrantes se conocía. No sabían quiénes eran entre sí, hasta que se juntaron fue que se conocieron. Ninguno tenía amistad con alguno de ellos.
El 24 de agosto pasado la Fiscalía, en un nuevo rastreo por la zona, descubrió fosas clandestinas cerca de la ranchería de El Mimbre cerca de Coyame y a una hora y cuarenta minutos distante de la capital del estado.
Sepultados en la clandestinidad bajo una plancha de concreto los peritos forenses descubrieron los cuerpos con rastros de tejido y objetos personales, de los cuales se extrajeron muestras para realizar análisis de ADN que confirmen la identidad de los 13 de Coyame, como se conoce este caso.
El día que les informaron del hallazgo, ese día doña María de la Luz encontró tranquilidad.
“Todavía no es oficial, todavía faltan pruebas de ADN y otras pruebas de los protocolos que van a seguir en la Fiscalía; pero, pues hay muchos indicios de que sí son ellos. Ya estamos más tranquilos dando gracias a Dios”, indicó la señora.
En el mural Plasmando Esperanzas, que integrantes del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres erigió en honor y recuerdo de más de 3 mil 500 desaparecidos en Chihuahua, los 13 de Coyame tienen un lugar reservado para colocar placas con sus nombres.