La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) amplió el Dispositivo Nacional de Emergencia de Sanidad Animal para contener el brote del gusano barrenador, una plaga que ya no sólo amenaza a la ganadería, sino también a animales domésticos como perros y gatos.
Las nuevas medidas —que hasta ahora se aplicaban sólo al ganado— contemplan la vigilancia y tratamiento sanitario de animales de compañía o “en tránsito”, ante la evidencia de que el parásito puede afectar a cualquier especie de sangre caliente.
El proyecto fue publicado este jueves en la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer), bajo el expediente 12/0098/291124, y plantea extender las acciones de emergencia a todo el territorio nacional. Entre ellas se incluyen la revisión zoosanitaria, tratamientos preventivos, control de movilización de animales y monitoreo epidemiológico permanente.
De acuerdo con el documento, las medidas podrán aplicarse “de forma paulatina, parcial o total” en las regiones definidas por el artículo 134 del Reglamento de la Ley Federal de Sanidad Animal, priorizando las zonas donde se ha confirmado la presencia del parásito.
El gusano barrenador (Cochliomyia hominivorax) causa severas infecciones en heridas abiertas y puede provocar la muerte del animal si no se atiende de inmediato. Aunque históricamente se consideraba una amenaza para el ganado, los recientes casos en mascotas domésticas encendieron las alertas sanitarias.
El acuerdo también busca fortalecer la coordinación entre autoridades federales, estatales y municipales para contener la expansión de la plaga en las regiones 6 y 7, con posibilidad de extender el operativo al resto del país.
Aunque el proyecto aún no se publica en el Diario Oficial de la Federación, su registro en el portal de la Conamer anticipa que la Sader pondrá en marcha un operativo integral de control biológico y vigilancia sanitaria en coordinación con el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica).
La crisis del gusano barrenador comenzó a mediados de año, cuando se detectó el primer caso en ganado bovino. Desde entonces, el gobierno de Estados Unidos mantiene restricciones a la importación de animales mexicanos, lo que ha generado pérdidas millonarias al sector.



