La queja que presentaron los morenistas agrupados en “Los de Abajo” contra las candidaturas “chapulinas” propuestas por su partido quedó en el limbo.
Pese a que la entregaron en febrero pasado a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena nacional, nomás no aparece por ningún lado.
En los archivos de ese organismo, se cuenta únicamente con 20 resoluciones relativas a casos originarios de Chihuahua, y de éstos, el más reciente data de noviembre del año pasado, y no tiene relación alguna con la queja de los morenistas que quedaron relegados de la contienda por las candidaturas.
O sea, que no les han resuelto nada, y las campañas empiezan en una semana.
De ser ciertos los elementos que presentaron en su recurso de queja, cabrían elementos para tumbar varias postulaciones, pero en especial la de presidente municipal de Chihuahua.
Como es bien sabido, el abanderado morenista para ese cargo será el chapulinazo Miguel La Torre, panista de cepa, quien se presentó como miembro de la 4T apenas en la segunda mitad del año pasado.
Según el reclamo, la dirigencia del partido lo registró a él, pese a que, en función de los turnos de género contemplados en la ley, le correspondía a una candidata mujer.
En este caso, una de las quejosas, la maestra Rosa Lilia Cardona Muñoz fue una de las perjudicadas, ya que quedó fuera ese a ser la única morenista de los cuatro precandidatos inscritos, pese a que ya “le tocaba”, pues en las tres elecciones anteriores los propuestos habían sido hombres los candidatos a la Presidencia Municipal de la capital.
Sin embargo, el recurso no aparece por ningún lado, y ahora pretenden que sea el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a través de su Sala Regional de Guadalajara, quien dirima ese conflicto y decida quién va y quién se queda.
Todo ese embrollo, cuando faltan ocho días para el inicio de campañas.
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Hemos hablado aquí del enorme boquete financiero que tiene Pensiones Civiles del Estado, el cual proviene, en gran medida, del dineral que le deben al menos 50 dependencias, entre órganos centralizados de gobierno y otros institutos autónomos.
Pero ¿quiénes son los líderes en esa deshonrosa carrera, si se le puede llamar así, de acumular deuda con el organismo que da servicios médicos y paga jubilaciones al personal estatal?
Ahí les va:
El líder indiscutible es el propio Gobierno del Estado, con un cuentón de 4 mil 037.3 millones de pesos que se han ido acumulando desde tiempos remotos. En “segundas” viene la Universidad Autónoma de Chihuahua, con una cifra de 1,827.7 mdp, y cierra el podio de honor la Junta Municipal de Agua de Chihuahua, con 538.2 mdp.
Nada más entre esos tres se llevan el 92% de la cartera vencida de PCE.
Y si a eso le sumamos que, entre el ICHISAL y la Junta Municipal de Agua de Hidalgo del Parral le deben más de 260 mdp, acabamos de entender dónde está la merma para ese castigado organismo, al que tanto se le exige.
Todo lo anterior son datos oficiales del propio PCE, mismos que ya son del conocimiento tanto de las autoridades estatales como del Congreso del Estado.
En realidad, todos sus organismos beneficiados, 50 en total, le deben algo; unos, poquito, otros muchote, pero le deben.
Lo peor del caso es que, al menos entre los deudores más grandes, se trata de pasivos que se han ido acumulando a lo largo de los años, pues casi la mitad de la cuenta corresponde a recargos por no pago.
De toda la cuenta que le deben, 3,036.3 mdp son puros recargos. Eso, así, para darnos una idea para saber desde cuándo se viene dejando ese pago “ahí pa’ después”.
Durante la administración duartista, se llevó a cabo una reforma a la Ley de Pensiones Civiles del Estado, con la cual se pretendía—dijeron en aquel entonces—“salvar” al organismo de una quiebra inminente.
Mucha ley nueva y más discursos aún, pero la bronca sigue ahí, porque no han pasado a reportarse a la caja para pagar sus cuentas.
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En los baños de las clínicas del Instituto Mexicano del Seguro Social de la ciudad de Chihuahua hay unos carteles que, si anda de buenas, en una de esas y los toma como un buen “chistín”.
Se trata de los instructivos para hacer un efectivo lavado de manos. De risa, en verdad.
El cartel, de plástico, y de un tamaño considerable como para que cualquiera lo vea, tiene tanto ilustraciones como letreros donde se le indica al o la usuaria cómo debe hacer un correcto aseo de sus manos.
En el primer “cuadrito”, se indica que hay qué enjuagar las manos; luego, tomar jabón (ojo), luego, embadurnarse las manos hasta levantar espuma y, después, frotarse bien entre los dedos, la palma, el anverso de la mano y el dedo pulgar.
Fuerte, pues, para que salga la mugre. Y, claro, hay qué secarlas para que la medida higiénica esté completa.
Todo está muy bien, excepto por dos pequeños detalles: que no hay ni jabón ni toallas para secarse las manos.
¿Buen chiste? Tal vez o, mejor dicho, un tanto cruel.
“Lávese las manos… pero traiga su propio jabón” debería decir el cartelito. Y eso que están en una clínica del sector salud del país, desde donde salen medidas y lineamientos en materia de prevención y propagación de males de enfermedades.
Y bueno, nadie protesta porque, después de todo, es el Seguro. Si faltan medicinas, materiales de curación, reactivos para uso de laboratorio, camillas, camas, espacios en los pisos de internación ¡que no falte el jabón en los baños!
Dirán que se ponen muy exigentes los que pidan que haya lo mínimo en los sanitarios para cubrir las medidas de higiene.
Nada más hay que recordar que hace cuatro años inició una pandemia que cobró cientos de miles de vidas en nuestro país, y que una de las prescripciones que se nos hizo con especial énfasis fue el mantener las manos limpias.
Nada más queda suponer, y para bien, que el personal médico sí tiene con qué lavarse sus manos. Sí tienen ¿o no?
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Y hablando de chistes, la Delegación Chihuahua de la Comisión Nacional Forestal, la Conafor, también se está aventando unas “chanzas” que ni el Simpatías, en sus buenos tiempos.
Resulta que, por un lado, lleva a cabo campañas de reforestación, a través de diversos programas, e invita a la población a recoger árboles para que luego los planten en sus casas o terrenos rústicos para así favorecer al medio ambiente.
Hasta ahí, todo bien. Sin novedad en el frente.
El chiste comienza cuando el o la solicitante llega a la Conafor a pedir el árbol y le salen con que nada más tienen de la variedad de mango.
O sea, en pleno desierto, en un estado que produce muchos frutos, pero no de ese tipo, que abunda en zonas tropicales, donde el agua le cae a raudales directo desde las nubes.
Sin embargo, el órgano del Gobierno federal encargado de promover la reforestación del país quiere que siembren ese tipo de planta en un estado donde llueven 332 milímetros al año, según cifras de la Comisión Nacional del Agua, la Conagua.
Personas que han acudido a pedir árboles para reforestar terrenos en zona desértica, como los que abundan en el municipio y en la entidad, le informaron a esta doña que con esas le salieron: con que nada más tenían un tipo de árbol propio de regiones mucho muy húmedas, como Malasia, Filipinas, Indonesia y Tailandia, de donde es originario.
¿Árboles de zona árida, como encinos, pinos, huisaches o mimbres? ¡Mangos, qué!
Lo peor del caso es que, según les han dicho a nuestros informantes, en todo el país les salen con lo mismo: nada más hay de mango.
Y así, por el estilo, se las han gastado a lo largo de la actual administración. Como que proyectaron el cultivo de árboles pensando en que todo el país es zona costera y recibe de esos aguaceros que inundan todo en temporada de huracanes.
Así que ya lo sabe: si quiere reforestar su jardín, su parte o algún terreno rústico, búsquele por otro lado o junte su dinero para pagar tremendas cuentas de agua para regar sus mangos.