Alguien no ha entendido que el Covid es una enfermedad altamente contagiosa, que en el mejor de los casos enferma silenciosamente a los que la contraen, que deja secuelas a quienes le sobreviven y que ha causado la muerte de casi 400 mil personas en todo el país.
La detección de cuatro maestros contagiados de ese recochino virus puso a temblar a todo el mundo en Chihuahuitas tierras: lo mismo a autoridades educativas y sanitarias, que la comunidad en general.
¿Se imaginan la capacidad de expansión que tiene una escuela llena de niñas y niños, como es la Primero de Mayo, donde trabajan esos profes enfermos?
Entre los cuatro atienden a más de 80 alumnos y, aunque no le vamos a echar leña a la especulación, es fácil suponer que de entre ellos saldrán algunos contagiados y estos a la vez habrán llevado el virus a sus casas, y así sucesivamente.
La escuela, hasta donde fuentes mironianas le indicaron a esta Doña, no va a cerrar actividades y si acaso volverá a pedir el cubrebocas a quien quiera entrar, trabaje o no en el plantel.
La pregunta es ¿por qué se pide hasta ahora?, si desde el primer momento se dijo que en escuelas y hospitales no se retiraban los protocolos anticovid.
Tampoco está claro cuáles medidas preventivas se van a tomar y si los alumnos de esos profes ya están bajo observación, o si ya les practicaron pruebas para confirmar su estado de salud.
Todo este rebrote sucede cuando estamos por cumplir dos años desde que llegó el mentado Coronavirus a territorio mexicano.
Dos años después y no hemos aprendido que el dichoso Covid se contrae con especial facultad. Ahí están los supermercados, los bares, restaurantes y sí, las escuelas, repletas de personas cuyo estado de salud está por verse.
Ahora sí que, infectado el niño, a cerrar el pozo. Ahí van con las medidas y protocolos sanitarios que nunca debieron aflojar. En qué cabeza cabe, verdad de Dios.
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Chihuahua puede presumir varias posiciones en el “hit parade” nacional de la producción y la productividad, pero también, por desgracia, debe afrontar que se encuentra en los primeros lugares de incidencia delictiva.
Y no de cualquier delito: se trata del más irremediable, el que causa mayor impacto social y deja heridas abiertas para las siguientes generaciones, como es el homicidio.
El reporte de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno Federal nos da una bofetada de realidad al ubicarnos en el tercer lugar nacional en ese penoso departamento estadístico, con 54 casos en lo que va del año.
Cierto que el amanecer violento del año alcanzó para todos los estados, especialmente a Guanajuato, México y Chihuahua.
Lo más lamentable, después de la pérdida de vidas humanas y de toda la secuela de dolor que deja ese horroroso delito, es que Chihuahua ya cumple 15 años en los primeros lugares.
Según el Inegi, entre el 2011 y el 2021 se registraron en nuestro querido y adolorido estado la friolera de 28,861 homicidios dolosos, es decir, los que se cometieron con toda la mala entraña por delante.
Esa cifra que la más alta de toda la década 11-21 un ranking en el que nadie quisiera estar en primer lugar.
A lo largo de todos esos años, Chihuahua se pasó del primero al tercer lugar y de vuelta al primero, salvo en algunos donde se “bajó” hasta el quinto. Nada que nos quiete el pesar a causa de la pérdida de vidas humanas de una forma tan infame como es el asesinato.
Qué terrible: quienes nacieron en el 2011 no saben otra más que su casa en común es un sitio donde la gente puede morir a balazos a media calle y en pleno día.
Reuniones de seguridad y estrategias van y vienen, pero nomás no le hemos podido bajar a la violencia.
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El calderonismo se ha venido acomodando en la administración estatal, asumiendo cargos de primer nivel.
Como ya es bien sabido, el exsecretario de Hacienda y Crédito Público en el gobierno de Felipe Calderón, Luis Ernesto Cordero, es una especie de súper secretario con dotes de comisión revisora de previos y tarifas que despacha muy por encima del secretario de Hacienda estatal, José “calladito me veo más bonito” Ronquillo Vázquez.
A Cordero se le atribuye la paternidad de ese niño al que nadie quiere reconocer, como fue el replaqueo.
A él, y a su ex compañero de gabinete, Jordi Herrera, se le cuelga también la ocurrencia de subir el precio del transporte público para mejorar, así como por arte de magia, el servicio que los concesionarios les dan a sus usuarios.
Y ya que hablamos de Jordi Herrera, mi pariente Mirone ya les había contado en su columna de nuestro querido vecino “Juaritos” Norte Digital, que era una especie de poder tras el trono que despacha desde el mismísimo Palacio de Gobierno en calidad de asesor, aunque en el barrio le dirían que es el “mero chipocles”
El exmuchos cargos durante los dos sexenios que duró el PAN en el Gobierno Federal ahora quita, pone, palomea y pone el dedo pulgar hacia abajo a lo que no va a recibir la bendición gubernamental.
Javier Lozano, exsecretario de Trabajo y Previsión Social y autodestapado como aspirante a la Presidencia de la República en aquellos entonces, también presta actualmente servicios de asesoría jurídica.
Continuamente se le ve deambulando por los pasillos del Palacio y se pasa horas y horas en las oficinas del segundo piso. Obviamente, no se avienta su viajecito a Chihuahua para comer “montados” en el parque de beis, ni “dorinachos” en la Plaza de Armas, no, ¡clarínes que no!
La lista no estaría completa sin Arturo Chávez Chávez, el chihuahuense que despachó como procurador general de la República durante ¿adivinen cuándo? ¡Claro, durante el gobierno de Felipe Calderón!
A esa larga lista se agregó recientemente el exgobernador de Oaxaca, cuando era él del PRI, Diódoro Carrasco, y panista de nuevo cuño a partir del 2005.
Ya lo habían “balconeado” para la nueva Secretaría de Pueblos y Comunidades Indígenas, pero, aunque no le han dado el cargo, ahí anda sobrevolando los cielos de entre las calles Aldama y 11ª, donde se centra el poder económico y político de la administración pública estatal., ya veremos dónde queda.
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Hace apenas unas semanas, durante una sesión de la Diputación Permanente, el apaciguado diputado de Morena, Oscar Castrejón Rivas, presentó una iniciativa de punto de acuerdo para exhortar, eso sí, muy respetuosamente a los Gobiernos estatal y municipal de la capital a que pintaran las líneas que marcan los carriles de las principales avenidas de la ciudad.
Ni tardos ni perezosos, los integrantes del Grupo Parlamentario del PAN, entonces dirigidos cual capataz por el coordinador Mario Vázquez, le dieron con la puerta en la nariz, dizque porque las autoridades ya estaban pintando las rayitas en las calles y pues así, ¿para qué molestarlos con un respetuoso exhorto?
En su afán por decirle que no a Morena hasta cuando pide la hora, los panistas no se midieron y hasta contaron una mentira que está a la vista de los cientos de miles de automovilistas y peatones que a diario usan las calles de la ciudad.
No hay tales carriles, ni banquetas pintadas de amarillo donde no esté permitido el estacionamiento, y mucho menos las franjas gruesas que indican el paso peatonal preferencial.
Ahora, los que quedaron como mitoteros son los panistas, que ya llevan varias, como aquella cuando dijeron que el Gobierno estaba por iniciar la reparación de las estaciones de la red troncal de transporte en Juárez y que por eso no se podía abrir su carril confinado a la circulación de vehículos particulares. Ándenles pues, ahora vayan y explíquenle eso a los enfurecidos conductores que circulan por la apretujada avenida Tecnológico de Juaritos.
De plano, las calles de Chihuahua y de otras ciudades del estado están como para que el guiador adivine por dónde va la línea, y el Gobierno apenas está haciendo pruebas para ver cuál pintura no se borra a la primera pasada.