Si lo dicho por la diputada, ahora de Morena, Jael Argüelles, es verdad, entonces el Partido del Trabajo habría cometido una falta tan grave como la que llevó a juicio al extesorero del PRI estatal de Chihuahua, Pedro Mauli.
Así, como se lee: al priista lo presentaron ante juez y pasó su tiempo en prisión por haber recibido dinero que el Gobierno del Estado, en tiempos de Dee Jay, le retuvo a más de 700 servidores públicos para aportarle al PRI estatal de Chihuahua.
Ahora, Argüelles puso en la mesa la situación que pasó la diputada Deyanira Ozaeta Díaz, a quien suple ahora en el Congreso.
Ante los medios de comunicación, Jael Argüelles narró que su antecesora—a quien se refirió como su hermana—sufrió violencia política y laboral de parte de la dirigencia estatal del Partido del Trabajo.
Dijo que el abuso alcanzó tales rangos, que le llegaron a retener más de la mitad de su salario de diputada, lo que le causó graves problemas económicos y le formó un ambiente laboral por demás insoportable.
Si bien Jael Argüelles tocó el tema en respuesta a pregunta expresa de un medio de comunicación, el hecho se dio en el contexto de la reciente renuncia a la bancada del PT por parte de la declarante, y su incorporación a la de Morena.
Recordemos que el gobierno de Javier Corral enderezó armas contra Mauli, aunque él solo hacía el procedimiento de incorporación de una suma que no recogió. Sin embargo, el solo hecho de darle entrada a ese dinero y meterlo a las arcas del PRI estatal le valió una causa penal.
De acuerdo con la investigación que en su tiempo realizó la Secretaría de la Función Pública en el quinquenio de Javier Corral, el monto de lo retenido durante el período de Duarte llegó a los 79 millones de pesos.
Ningún caso es igual a otro, eso es cierto, ¡pero ¡cómo se parecen! Ahora falta que Jael, su hermana Deyanira y el movimiento popular al que han pertenecido desde su juventud procedan conforme a la ley y denuncien la ilegal retención de sus ingresos para destinarlo, probablemente, a fines político-electorales.
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El afamado exfuncionario municipal Enrique “Kike” Valles se presentó este miércoles en la conferencia de prensa que ofreció la dirigencia de Morena para presentar a su nueva adquisición en el Congreso: la de la diputada Jael Argüelles.
Valles, un político que estuvo de moda durante las administraciones municipales de Marco Adán Quezada y Javier Garfio Pacheco, incluso llegó a ocupar el cargo de síndico municipal en el período 2011 a 2013.
En aquellos años, “Kike”, como lo refiere la gente de la política local, era además de político de moda un conocido y reconocido promotor de la fiesta brava.
Miembro de la encumbrada familia Valles, propietaria de la plaza de toros “La Esperanza” y decenas de desarrollos urbanos, el exsíndico nunca se hizo notar por su ideario progresista, ni mucho menos. Más bien trató con desdén a los grupos defensores de los derechos de los animales—una causa muy cercana a la izquierda—que se manifestaban en contra de las corridas de toros.
Cuando ya estaba alejado de los cargos públicos, Kike se volvió a poner de moda cuando tuvo un altercado con el entonces gobernador Javier Corral y su secretario General de Gobierno, Luis Fernando Meza, cuando todos ellos coincidieron en el restaurante “Las Faenas”.
Según crónicas que circularon en redes sociales, el encuentro fue tan áspero que llegaron a los manotazos y a las palabras altisonantes.
Sirva todo lo antes expuesto para enmarcar la nueva filiación político partidista del promotor taurino, ahora como miembro de Morena.
“Mi corazón siempre ha estado con la izquierda”, le respondió a nuestra compañera Anita Juárez cuando ella le preguntó a qué se debía su presencia en un acto de la 4T.
Solo le faltó decir: “Soy de izquierda ¿sabes cómo?” Ah qué cursos toma la vida política hoy en día. Ya antes nos fuimos de espaldas cuando vimos al ex encumbrado panista Miguel Latorre en las filas del morenismo, y de ahora en adelante, no nos debe sorprender nada.
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Esta semana inició una campaña del Ejército Mexicano para reclutar efectivos de infantería de etnia originarias, particularmente del pueblo rarámuri.
Con un módulo de información colocado en la Plaza de Armas, la V Zona Militar comenzó a recibir solicitudes de documentación de miembros de los pueblos originarios asentados en la Sierra Tarahumara de nuestro estado.
Los interesados deben entregar una serie de documentación que se les pediría en cualquier otro tipo de empleo, tales como: credencial del INE, cartilla liberada de Servicio Militar Nacional; acta de nacimiento actualizada; copia del CURP y constancia de situación fiscal.
Además, la consabida carta de antecedentes penales y el comprobante de domicilio, que por lo regular es un recibo de agua, CFE o teléfono.
Tal vez en ese detalle esté el atorón para esta campaña, pues es sabido que una gran parte de los miembros de esas comunidades no cuentan con toda esa documentación.
La otra es que deben tener de estudios de secundaria terminada o grados superiores, lo que también complicaría el reclutamiento de muchos rarámuris.
En cuanto a los beneficios, se les ofrece sueldo “superior al mínimo”, pero no dicen cuánto; prestaciones de ley, 20 días hábiles de vacaciones y crédito hipotecario.
Entre los requisitos está además el de tener de 18 a 28 años y seis meses de edad; una estatura mínima de 1.65 metros y tener una masa corporal de entre 18.5 y 25. Además, no deben tener tatuajes grandes.
Buen intento. Falta ver cuántos acuden y pasan los requisitos solicitados.
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El periodista español Alberto Peláez dio una serie de buenas razones para no quejarse casi por nada, pues después de escuchar sus vivencias, quedó en claro que no sabemos lo que es el sufrimiento.
Corresponsal de guerra en 20 diferentes conflictos, Peláez contó algunas de las experiencias más aterradoras que vivió durante su encargo como corresponsal de Noticieros Televisa durante más de 30 años.
Ante estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH, que participaban el encuentro “CONECTA T”, en el marco de la IX Semana de la Comunicación, el periodista contó lo que vio en los diversos frentes de guerra.
Abusos, miserias, hambrunas, tráfico sexual de menores de edad, padres desesperados que ofrecían a sus hijos para ir a la guerra o el maltrato despiadado del ISIS a la población homosexual fueron algunas de las terribles experiencias que compartió con el alumnado en su exposición denominada “De qué te quejas”.
Bien vale escucharlo con atención, porque luego parece que nada nos viene a bien y cualquier detalle es motivo de queja o reclamo.