Dos meses después de haber asumido el cargo de rector de la Universidad Autónoma de Chihuahua, la famosa UACH, Luis Alfonso Rivera Campos le otorgó el tiempo completo a su propio hermano, Juan Alejandro Rivera Campos, como catedrático de la Facultad de Derecho.
Si eso no es un conflicto de interés; si no es un evidente caso de nepotismo y un genuino tráfico de influencias, pues entonces habrá que modificar el diccionario.
De su puño y letra, según consta en el documento que obra en poder de esa Doña, el rector “Sport Billy” firmó el nombramiento el 8 de febrero del 2023.
Según el citado documento, el rector se fundamentó en el artículo 34, fracción X y el 23, Fracción XX de la Ley Orgánica de la UACH.
Dicho artículo dice que es atribución del Consejo Técnico “Proponer al Rector los nombramientos definitivos de los catedráticos, investigadores y demás personal académico….”.
El mismo precepto establece que, para tal efecto, debió existir un “examen de oposición y evaluación de méritos de los candidatos, así como su remoción y destitución…”.
El nombramiento se firmó el 8 de febrero, pero surtió efecto desde el 16 de enero del mismo 2023, o sea, que tuvo efecto retroactivo.
El documento se envió con copia a la Secretaría General de la UACH, que entonces encabezaba la hoy diputada Georgina Bujanda, y al director de la Facultad de Derecho, César Gutiérrez.
Tanto Luis Alfonso como Juan Alejandro Rivera Campos impartieron cátedra en la misma facultad donde el decano Luis Alfonso Rivera Soto era director de dicha facultad.
Si eso no es nepotismo, entonces ¿qué es?
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Ayer les hablábamos de las y los diputados que cumplen con su obligación de asistir a las sesiones, desgraciadamente, los menos, así como de aquellos que tienen una “larga fila de cruces” por sus recurrentes faltas al salón del Pleno.
Pues bien, si las sesiones del Período Ordinario pueden llegar a estar desairadas, esperen a que vean las de las comisiones, donde incluso, quienes las presiden no tienen asistencias al 100 por ciento.
Según nos han comentado diversas fuentes al interior del Congreso, es frecuente que esas sesiones se cancelen por falta de quorum, y lo peor: que a veces se suspende porque ni la presidenta o el presidente se presentaron a encabezar los trabajos.
Aquí les dejamos algunos ejemplos: La Comisión de Desarrollo Municipal y Fortalecimiento del Federalismo ha celebrado 25 sesiones, pero su presidente, Ismael Pérez Pavía, faltó a una.
Mal de su parte, pero sus compañeras y compañeras están por el estilo: Leticia Ortega Máynez (Morena), secretaria, lleva apenas 20 asistencias; Omar Bazán Flores (PRI) solo 18; Francisco “Pancho Pistolas” Sánchez se le pasaron 14, pues solo tuvo 10 “presentes”. Saúl Mireles, del PAN, fue nada más a sesiones.
¿Para eso querían ser parte de las comisiones?
Y de la Comisión de Economía, Industria y Comercio, podemos decir que para vergüenzas no se gana: lleva 23 sesiones, pero su presidente, Carlos Olson (PAN) nada más ha asistido a cuatro. O sea que tiene un 17% de presencia en “su” comisión.
La de Educación, Cultura Física y Deporte ha convocado a 41 sesiones, pero su presidente, Óscar Daniel Avitia Arellanes se ha perdido cuatro, mientras que la de Igualdad, la diputada Ivón Salazar Morales (PRI) lleva 38 asistencias.
Eso, por no mencionar el poco, poquísimo trabajo que han tenido algunos de esos grupos de trabajo, como el Comité de Bibliotecas, que en casi tres años solo ha celebrado una sesión.
No está de más apuntar que, de esas sesiones, salen los dictámenes de las reformas y decretos que luego pasarán al pleno. Entonces, si no sesionan, no hay dictamen y, por lo tanto, el trabajo legislativo se queda atorado, a ver quién lo quiere sacar.
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Al interior del panismo chihuahuense campea una nube de nerviosismo por el efecto que podrían tener los documentos publicados por su presidente nacional, Marko Cortés, donde firmó convenios con el PRI para repartirse notarías, cargos de organismos autónomos hasta rectorías universitarias en el estado de Coahuila.
Y no es para menos, pues lo que los morenos y demás cuatro tés no dejarán ir el dato durante las campañas, federal y local, que ya están a la vuelta de la esquina.
A los panistas inquietos les hace ruido, sobre todo, la presencia que tuvo “Markito”—el otro, del Lord Firmas—en el estado de Chihuahua a través de su omnipresente enviado, Luis Serrato, quien despachó como secretario de la Coordinación de Gabinete hasta el 1 de agosto del año pasado.
El “embajador” del dirigente nacional panista se fue así, como quien dice, “con todo y la hebra”, sin siquiera entregar la oficina, y de pronto difundió una fotografía en la que se dejaba ver en la oficina de su “amigo”, Marko Cortés, allá en la Ciudad de México.
De aquel poderoso funcionario no queda más que el recuerdo, pero la herencia de Cortés sigue presente a través del montón de ex secretarios del gobierno de Felipe Calderón que operan para el gobierno chihuahuense.
Para no pocos panistas, lo mejor sería que Markito se salga por la puerta de servicio, sin hacer mucho ruido, y que deje emparejada la puerta para que pronto llegue su sucesor.
Si no, no se van a acabar la carrilla con los morenos y cuatro tés en plena campaña electoral.
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La iniciativa de crear la Ley para el Desarrollo y Producción de la Cerveza Artesanal para el Estado de Chihuahua cayó suave como una Lager bien helada en medio del verano.
El proyecto, impulsado por la panista Isela Martínez, presidenta de la Comisión Turismo y Cultura, busca no solo afianzar una industria que inició con fuerza hace algunos años y que a la fecha ya suma más de 70 marcas locales, sino también, darle un sello distintivo a la bebida que se produzca en Chihuahua.
Según la iniciativa, los productores artesanales obtendrían una serie de apoyos y asesorías de parte del Gobierno del Estado, siempre y cuando le agreguen un ingrediente propio de nuestra tierra.
Bien puede ser una yerba aromática, un factor de destilación o un tipo de cultivo propio de nuestra tierra. Lo importante es que la cerveza artesanal de Chihuahua parezca y sepa a Chihuahua. ¡Así, hasta nos echamos la otra!
Si bien el proyecto es creación y presentación de la legisladora panista, la propuesta surgió de los propios micro y pequeños industriales de ese ramo, quienes han visto cómo, poco a poco, cual espuma en el tarro, la demanda de su bebida ha ido en aumento.
Actualmente, se estima que se producen 15 mil litros de cerveza artesanal en el país, cantidad que no se podría comparar con los 500 millones de litros que fabrica la enorme planta de la “estrellita roja” ubicada en Meoqui.
Sin embargo, se trata de un giro que ha ido en incremento a la par de la aceptación de productos que no necesariamente “saben” a trasnacional, sino a Chihuahua, de ahí la petición de que le echen la sazón de nuestra tierra.
Como decíamos, el proyecto cayó bien, como una “chela” antes de comer, aunque la Legislatura está por terminar.
Sin embargo, nos dicen que hay buen ánimo de sacarla antes de septiembre, cuando concluya sus trabajos la 67ª Legislatura.
O sea que, en una de esas, la citada ley es una especie de “la última y nos vamos”.