Era bien sabido en Nuevo Casas Grandes que a la alcaldesa Cynthia Marina Ceballos Delgado ya nadie la quería, no al menos en ese cargo, y que no había fuerza política alguna que moviera un dedo por ella.
Así pasó el domingo 12 de noviembre, cuando fue detenida por efectivos de la Fiscalía Anticorrupción, acusada de haber cometido el delito de Peculado agravado durante su gestión como presidenta de Nuevo Casas Grandes.
Ni una sola de las fuerzas políticas que la postularon para el cargo en el proceso del 2021 salió en su defensa: Morena, Partido del Trabajo y el ya desaparecido—aunque muy activo aún—Nueva Alianza.
Más bien ha sido lo contrario: de Morena es de donde surge la mayor carga de crítica hacia su administración, ya sea de la diputada local, Ilse América García—aspirante a ocupar ese cargo, justamente—o de la síndica municipal, Venus Yadira Olmos Hernández, quien inició las investigaciones que terminaron en la acción penal contra Cynthia Marina Ceballos.
No sorprende la “echada de guante”, pues, sino el “timing” político en el que se llevó a cabo, pues desde el año pasado se hablaba, incluso, de una posible declaración de desaparición de poderes, luego de que la Secretaría de Seguridad Pública Estatal retiró a los 25 agentes de la policía municipal bajo el mando de la alcaldesa y los sustituyó con efectivos de aquella corporación.
Desde entonces, la política que llegó al cargo con el “empuje” del PT, y apoyada por la coalición “Juntos haremos historia” no tuvo descanso, aunque curiosamente, su más acérrima crítica no fue su antecesora, la ahora diputada local por el PAN, Yesenia Reyes Calzadías, sino sus propias compañeras de “movimiento”.
Por si algo le faltara, el candidato de PRI a la Presidencia, Yuriel Armando González Lara, fue asesinado junto con un policía estatal que lo acompañaba.
Un juez de control ya le dictó vinculación a proceso por una serie de acciones presuntamente delictivas, mediante la venta ilegal de terrenos municipales que habrían causado un daño patrimonial al municipio por más de 6 millones de pesos.
La cifra, importante para una gestión como la de Nuevo Casas Grandes, palidece respecto a las acusaciones que les hacen a otros políticos que siguen su proceso en libertad, aunque con las limitaciones propias de la ley.
Cierto, las cosas andaban mal, pero ¿por qué hasta ahora? Tal vez la respuesta la haya dado la gobernadora Maru Campos: es un mensaje a todos los alcaldes “y gobernadores” de que deben “portarse bien”, especialmente en temas con la corrupción y la cercanía con el crimen organizado.
¿Alguien más debe poner sus barbas a remojar?
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Por si algo le faltara al PAN de Delicias, ahora le ha surgido competencia, y en serio, al actual alcalde, Jesús Valenciano García, quien desde hace tiempo empezó una rodada hacia abajo que podría costarle la reelección.
Se trata de nada menos que de Mario Mata, pero no el exalcalde, diputado federal con licencia y presidente actual de la Junta Central de Agua y Saneamiento—la JCAS—sino de Mario Alberto, su hijo, quien tiene “tapizada” la ciudad con carteleras espectaculares.
El Mario Jr., nos dicen, anda desatado por conseguir la candidatura de su partido, el PAN, a la Presidencia Municipal de su natal Delicias, o “ya de perdido” la diputación por el distrito con cabecera en esa ciudad, sea la federal o la local.
Pero más bien, nos comentan, va por la del Ayuntamiento, sin tener miramientos del actual presidente, aunque sean compañeros del mismo partido.
Y a nadie extrañaría que Valenciano no repita, pues no tiene muy contentos que digamos a sus gobernadas y gobernados, por lo “cansino”—por no decirle peor—de su ritmo de trabajo y la poca obra que ha realizado.
El joven Mata, si bien es hijo de uno de los figurones del PAN a nivel estatal, y jefe de un grupo político de peso en aquella región, le ha entrado en serio y, por lo pronto, ya “colgó” su imagen en decenas de carteleras.
Ya saben, al estilo de hoy: es la portada de una revista donde aparece él, no vayan a creer que es precampaña política ¡Ajá!
Vaya que la tiene difícil el edil Valenciano, con el crecimiento inesperado de Morena en toda la región y ahora con la competencia interna para lograr la postulación.
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Quienes viven o trabajan en el centro de la ciudad se quedaron toda la mañana y hasta entrada la tarde sin servicio de agua, algo raro en esa parte de la capital.
¿A qué se debió esa molesta, molestísima falta? ¿a una descompostura en la potabilizadora de la JMAS? No; ¿a una falla de suministro de energía eléctrica—algo muy frecuente hoy en día—para hacer funcionar las bombas que extraen el agua de los pozos? No, tampoco.
¿Entonces? Nada, que las “obras de mejoramiento urbano” que lleva a cabo la Presidencia Municipal de Chihuahua “empeoraron”, por lo menos, el día a quienes viven, trabajan o recibían algún servicio en el primer cuadro.
Desde las 9:00 horas, aproximadamente, el agua dejó de salir de las llaves y los tinacos dejaron de cargar. No había agua en las tuberías para abastecer.
Y es que, como a esas horas, uno rotomartillo de los que usa la Presidencia Municipal para “regenerar el paisaje urbano” le dio de golpes a una tubería que pasa por un punto neurálgico para la distribución de agua, como es el cruce de Juárez y Calle 4ª.
Nos comentan que el operador del rotomartillo, que golpeaba con fuerza la capa de concreto de la banqueta para quebrarlo y removerlo, lo hizo sin información suficiente sobre el lugar donde pasan las tuberías y pues, se le “fue la mano”.
Cuando eran las 14:00 horas de ayer, la cuadrilla de la JMAS Chihuahua todavía batallaba para reparar la tubería y reanudar la distribución de agua.
Este percance se puede repetir en otros puntos donde el gobierno de Marquito Bonilla anda levantando banquetas que estaban en perfecto estado, para poner adoquines de color oscuro que muy poco le aportan al “paisaje urbano”.
A propósito de ese accidente, del daño a la infraestructura hidráulica y a la inversión que se hace en esa regeneración de la Juárez, cabe preguntarse qué sentido tenía taladrar y retirar una banqueta que data de los años 90s, en perfecto estado y que da un servicio más que funcional al ciudadano.
¡Como si no hubiera calles urgidas de recibir no digamos una “manita de gato”, sino un zarpazo de tigre!
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Hasta la bandeja de entrada de esta comunicativa Doña llegó la comunicación de activistas de Morena que, desde ya, se la tienen cantada a la dirigencia de su partido: no quieren candidatos prianistas de nuevo ingreso al movimiento, y menos aún a los que hayan tenido relación o vinculación con el duartato.
Nos comentan que “la base” morenista va a pedir que las candidaturas queden en manos de gente que haya iniciado su trayectoria en el partido, o bien, que al menos tenga un antecedente de lucha social en favor de causas que se parezcan a las de la 4T.
En ese sentido, y hablando de las candidaturas al Senado, le dieron su “Visto Bueno” a Andrea Chávez, la diputada federal juarense que ha ganado notoriedad por sus intervenciones en la tribuna de San Lázaro, y a la también legisladora y abogada laboralista Susana Prieto, impulsora de la jornada de 40 horas a la semana.
O sea, que ni a Rosana Díaz y mucho menos a Adriana Terrazas las ven como morenistas de cepa.
Por lo que hace a la persona que completaría la fórmula de dos candidaturas, prefieren a Eduardo Gómez Caballero por encima del “súper delegado”, Juan Carlos Loera, a quien le señalan el “pero” de no haber dedicado todo este tiempo a formar “base” en el partido de AMLO y solo trabajar para construir su imagen personal.
Eduardo Gómez es miembro de una familia de luchadores sociales y activistas de izquierda de toda su vida. Su hermana, Alma Gómez, ha sido diputada local por el PRD—aquel que alguna vez fue de izquierda—y su padre, Pablo Gómez, fue uno de los líderes del ataque al cuartel militar de Madera, en septiembre de 1967.
A él sí lo ven como “de casa”, no así a Armando Cabada, mucho menos a Alejandro Pérez Cuéllar. Este grupo busca repetir lo que su partido hizo en la Ciudad de México: dejar a un lado al que “parecía” morenista y postular a la izquierda de a deveras.