Quienes andan cerca de las grillas universitarias nos cuentan que aquello de elevar el listón para que las los estudiantes de la UACH logren pasar las materias de licenciatura o postgrado va en serio.
Ya no será el clásico 6, con el cual muchos lograban “salvar” el semestre, especialmente con esas materias migrañosas que solo causan dolores de cabeza y pago de exámenes extraordinarios.
Para todos esos que se daban por bien servidos por no tener un 5.9, les va la mala noticia: aquello de subirle a 7 como calificación mínima para “pasar” va en serio.
Así lo ha expuesto el rector Luis “Sport Billy” Rivera Campos en cuanto foro le dejan hablar para exponer la situación, difícil, por cierto, en la que se encuentra la Universidad Autónoma de Chihuahua, la UACH.
Va derecho y no se quita, pues. El 70 por ciento de aprovechamiento es lo mínimo que se debe pedir en una institución de educación superior para acreditar a una persona que busca obtener una licenciatura, maestría o doctorado, ha dicho.
La pregunta ahora es no cuántos estudiantes se darán de topes porque sacaron el clásico 6.5 que les ayudaba a subir un poco el promedio, sino la cantidad de exámenes extraordinarios que se aplicarán ahora que la vara la pusieron más alta.
Anteriormente, comentamos que los ingresos propios de la UACH ascienden a poco más de 400 millones de pesos, que representan algo así como la quinta parte de todo el presupuesto de la universidad.
Ahora bien, lo que también preocupa a otros escépticos de esa medida es si va a bajar la eficiencia terminal de la UACH, es decir, la cantidad de estudiantes que logran terminar su licenciatura, en comparación con los que se bajan de la carrera a medio camino.
El tramo aún es largo y tiene trayecto intrincado. Luisito no debe olvidar los atolladeros en los que se metió su tocayo, Luis Fierro, cuando quiso reformar los usos y costumbres de una universidad que ya anda cerca del centenario.
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A todo esto, ¿qué pasó con el método de las encuestas que tanto perifoneó el partido Morena? ¿Dónde quedó esa práctica, supuestamente democrática, con la cual designarían candidaturas después de “escuchar” al electorado?
Por lo visto, “otra vez será”, porque la lista publicada este martes por la dirigencia nacional morenista suena a una feria de “dedazos” otorgados a personajes que, en su mayoría, se han distinguido por hacer carrera política en otros signos partidistas.
Dicho de otra manera: repartieron las candidaturas entre “chapulines”, de esos que andan brinque y brinque de un partido a otro en cada elección.
No son todos, justo es apuntarlo, pero, ¡ah, cómo agarraron chamba electoral esos multipartidistas políticos, ahora metidos en la 4T!
Obviamente, el nombre que más llama la atención es el de Cruz Pérez Cuéllar para la presidencia municipal de Juárez.
Habrase visto: el señor recibe la bendición desde las alturas morenistas apenas dos días después de hacer el papelón de mandar quitar, mediante el uso de la fuerza, a un grupo de manifestantes identificados políticamente con Morena o, por lo menos, con la izquierda.
La respuesta no se hizo esperar. Apenas se dieron a conocer las famosas listas y ya algunos militantes de la izquierda histórica se preguntaban lo mismo: “¿y las encuestas?”.
“Quiero anunciarles que la selección de candidaturas de MORENA, en el Estado de Chihuahua, resultaron un fraude, no hubo encuestas, solo registro único aprobado para cada elección, sin definir criterios de selección (sic), de conformidad con los estatutos del propio partido”, publicó el militante Carlos Roa, en su cuenta de Facebook.
Desde otros frentes, no solo se cuestiona la ausencia de sondeos auténticos para medir la aceptación de las personas que competían por las postulaciones, sino la exagerada “generosidad” con la que le entregaron posiciones tanto al PT como al PVEM, partidos que ni registro estatal tienen y cuyo porcentaje de votación en los pasados comicios locales fue mínimo.
Con ese cuento van a recibir a “Clau” los morenistas de cepa ahora que venga a Juárez a darle un primer arrancón a su campaña.
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Entre los muchos “antipatizantes” que tiene Javier Corral en Chihuahua y en cuanto lar tiene este enorme estado, flota la pregunta de por qué tanto premio y tan grande candidatura, si carga con muy poco capital político.
“No convoca a votar ni a los de su manzana”, dicen algunos y seguramente tienen razón. Corral es una coladera de votos que ya lo verá Claudia Sheinbuam ahora que le toque hacer el recuento en Chihuahua.
Sin embargo, no deja de llamar la atención a qué vino ese cargo de primer orden en su grupo de precampaña, y la posición de privilegio que le dieron en la lista “plurinominal” para el Senado de la República, por encima de otros morenistas de carrera.
Algunos nos dicen que ofreció un auténtico “cofre del tesoro”, y no precisamente lleno de monedas de oro, sino de documentos, datos, fichas, expedientes y demás, con los que puede atacar al grupo gobernante en su estado.
En sus mensajes vía la cuenta X y en Facebook, Corral Jurado ha dado muestras de que mantiene el dominio, a detalle, de la información relativa a los llamados “Expedientes X”, con los que se “enderezaron” causas penales contra decenas de actores políticos de la era duartista.
La otra es que tiene a la mano a parte del grupo de trabajo que le ayudó a integrar todos esos expedientes que la actual administración soslaya y hasta les resta veracidad jurídica.
Para eso tiene cerca de la exfiscal anticorrupción, Gema Chávez, a la exsecretaria de la Función Pública, Mónica Vargas Ruiz, e incluso al mismísimo Panchito González, el exfiscal Anticorrupción que ahora mismo anda libre pese a que enfrenta cargos por presuntos actos de corrupción.
Un banco e información utilizable contra un grupo que ha sido beligerante contra a 4T, no es fácil despreciar.
A ver con qué chasco se queda cuando les empiecen a batear los casos en los tribunales.
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Militantes de colectivos morenistas demandaron la salida del Poder Judicial del Estado del aparato partidista que, dicen, se ha enquistado en ese organismo, cuyo signo principal debería ser la imparcialidad y la autonomía.
En principio, demandaron la salida del magistrado Luis Villegas Montes, quien ha solicitado licencia para separarse de su cargo en el Consejo de la Judicatura para sumarse a tareas partidistas.
Los colectivos demandan que no se le dé licencia, sino que renuncie a su cargo, pues ha demostrado carecer de imparcialidad con sus constantes posicionamientos en contra de la Cuarta Transformación.
En otras ocasiones, Villegas ha expresado no solo su simpatía por la gobernadora Maru Campos, sino además, su disposición a defenderla jurídicamente de las acusaciones que hubo en su contra.
“Cuando a mí me preguntaban si el Juez iba a vincular respondía que no. Vistas las estupideces que alegó el Ministerio Público, estaba seguro de que no”, expuso en un artículo editorial.
“…no se puede tener un PODER JUDICIAL CHIHUAHUENSE con integrantes que abiertamente están contra el PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR y con nexos cercanos y estrechos con la GOBERANDORA MARÍA EUGENIA CAMPOS GALVÁN”, expusieron sus opositores.
Pero no se queda ahí la cosa: también quiere fuera a Minerva Correa Hinojosa, designada por la gobernadora para consejera del Consejo de la Judicatura; a Francisco Javier Acosta Molina, hijo de Pedro César Acosta (q.e.p.d), una institución entro del PAN estatal y nacional.
Por supuesto, a Filiberto Terrazas Padilla, quien, en el año 2015, fuera destituido de la Segunda Sala Civil, después de un escándalo familiar. Actualmente, preside la Comisión de Disciplina.
Tampoco quieren a Rubén Aguilar Gil, director administrativo, hijo del eterno dirigente del Partido del Trabajo, Rubén Aguilar Jiménez.
Menos aún a Carlos Alberto Lascuráin, quien tiene una larga militancia en el PAN, ni a Luis Rubén Maldonado, cuya pertenencia al PRI está más que probada en sus propias publicaciones en redes sociales.
Nada más faltó que pusieran el sabor de la nieve que van a pedir, y que detallen si un miembro del Poder Judicial tiene prohibido mantener sus simpatías partidistas.