En el último tramo de la campaña electoral, el PRIAN y Morena pelean palmo a palmo la supremacía en los puntos más importante del estado, con miras a ganar el Senado, las diputaciones federales y, muy importante, la mayoría en el Congreso local.
De la presidencial, ambos están “entrados” en aportarle a sus candidatas: Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, una cantidad sustanciosa de votos para engrosarle a la cuenta y ayudarle a ganar.
Sin embargo, el “clinch” que se están dando en este momento se centra en los puntos más neurálgicos del plano electoral chihuahuense.
Nos comentan que, dentro de los cuartos de guerra, los prianistas trabajan a marcha forzada para arrancar “algo” de Ciudad Juárez, donde gobierna Morena, mientras que los de la 4T andan desaforados viendo a ver si les dan “kórima” con al menos un distrito local en la capital.
Cada una de las coaliciones tiene bien definidos sus reales: la 4T, en Juárez, donde habita un millón 249 mil 284 votantes, debidamente enlistados y con credencial de elector, y el PRIAN en la capital, con sus 755 mil 279 electores posibles.
Ambos manifiestan optimismo ante los medios y ante sus simpatizantes que se reúnen en los actos públicos, pero al interior, saben que la tienen difícil, cada uno en las plazas dominadas por “el de enfrente”.
La lucha se ha extendido, a últimas fechas, a otros municipios que pueden ser claves para definir la composición del Congreso del Estado.
En Delicias, históricamente dominado por el PRIAN, se ha cerrado la brecha entre este y los morenistas; en Cuauhtémoc, Guerrero y otros municipios serranos, los de guinda y blanco le han ido plantando cara a los blanco y azul, con ganas de “tumbarles” alcaldías y los distritos locales.
En Parral, el PRIAN enfiló sus baterías en contra de Alfredo “El Caballo” Lozoya, con la tirada de quitarlo de en medio, al igual que su esposa Sol Sánchez que va de candidata, y cerrar la elección frente a Otto Valles y el morenismo que ahora lo acompaña.
Son los últimos tres rounds de esta pelea que, por lo visto, podría extenderse más allá del 2 de junio, ya no en las urnas, sino en los tribunales.
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Enterados del tema nos confirman que el asunto en contra Rodolfo Leyva, el excomisionado del Ichitaip que nomás no aparece, y tampoco los 54 expedientes que se llevó, va en serio y traerá consecuencias serias para él.
Tanto por el hecho de no haber devuelto documentación oficial que pertenece a un organismo público –y uno muy sensible al manejo de la información, como es el de este caso– como por dar un domicilio donde no se le localiza, se le puede juntar la tormenta perfecta.
A Leyva se le ha buscado para que los devuelva, pero en el domicilio que dejó registrado para recibir notificaciones nomás no hay nadie.
Sin embargo, podría haber otra causa que incluya más documentos, porque si algo dejó el comisionado en cuestión fue trabajo sin realizar y asuntos rezagados. Al parecer ya le preparan otro caso por otros tantos que se llevó y no los ha devuelto.
Como informamos en esta comunicativa columna, el Instituto Chihuahuense para la Transparencia y Acceso a la Información Pública, el Ichitaip, notificó al excomisionado, mediante edicto, publicado el martes pasado, que debe entregar los documentos que se llevó.
En el mismo edicto se señala que se le ha buscado de manera “reiterada” en el domicilio que dejó registrado, pero es hora que no aparece.
Las consecuencias podrían ir desde una sanción administrativa, si no es que penal, nos afirman.
Si eso pasa por no devolver 54 expedientes, ¿cómo se irán a poner las cosas si el órgano de control interno del Ichitaip encuentra que “no encuentra” otros más? Primero, que “encuentre” al desaparecido que se los llevó.
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Por si no lo sabían, por aquello de que nadie les había avisado, en esta efusiva columna se los damos a conocer: dice el Coneval que ya somos menos pobres.
¡Ándele, pues! Gracias por avisar, porque si no, en una de esas ni nos damos cuenta.
El informe trimestral del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, para abreviar tamaño nombresote) dio a conocer que disminuyó la cantidad de personas que se encuentran en situación de “Pobreza laboral”.
¿A quienes se refieren? A aquellas personas que trabajan, pero su ingreso no les alcanza para comprar la canasta básica, o sea, para cubrir sus necesidades más apremiantes, como alimentación, vestido, transporte, vivienda, y un no muy largo etcétera.
Según ese reporte, en el primer trimestre de 2024, el ingreso laboral real promedio de la población ocupada a nivel nacional fue de 7 mil 318.09 pesos al mes.
Nada mal, excepto porque la disparidad de ingreso entre géneros siguió como estaba, si no es que peor, ya que los hombres ocupados reportaron un ingreso laboral real mensual de 8 mil 029.47 y las mujeres de 6 mil 296.22 pesos reales.
Dice el organismo mencionado que esos datos muestran “la brecha en el ingreso laboral por sexo, ya que los hombres perciben un ingreso 1.3 veces superior al de las mujeres”.
Como para poner de malas a cualquier trabajadora, porque eso de que los hombres ganen más por hacer un trabajo igual o parecido, como que no se vale.
Pero volviendo al ingreso y a la gente que trabaja y ni así le alcanza, a Chihuahua no le fue nada mal, pues el 24 por ciento de los chihuahuenses ocupados en la formalidad quedaron por debajo de esa línea.
¿Son muchos? Sí. Eso de que dos de cada 10 trabajadores se la pasen apretándose el cinturón, como que cala. Sin embargo, el porcentaje es mucho menor al nacional, que es de 31.4 por ciento en zonas urbanas.
Y, ¿qué hay del trabajador de zona rural? Ahí sí que no hubo mejoría, porque casi el 50 por ciento no gana lo necesario para completar “el chivo” que incluye la canasta básica.
La reducción anual de la pobreza laboral –dice Coneval– en el primer trimestre de 2024 se dio ante un aumento en el empleo, pues se registraron 628 mil 800 nuevos empleos en ese período.
Además, hubo un incremento en el ingreso laboral real per cápita de 7.2 por ciento, lo que contrasta con el aumento en el costo de la canasta alimentaria que es superior a la inflación anual.
¡Bonito informe! Ahora, a imprimirlo y a mostrarlo en la caja del supermercado, a ver si nos creen que ya nos alcanza para más con el sueldo que ganamos.
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A buena hora, el Instituto Nacional Electoral comenzó a repartir un cuadernillo de ¡70 páginas!, con el que pretende instruir al ciudadano o ciudadana cómo emitir su voto.
Vaya un apuro el que tiene el INE, porque eso de repartir un documento de ese tamaño para explicar cómo marcar la boleta, a estas alturas del partido, cuando ya todo está preparado para abrir las casillas electorales, como que no cuadra.
A lo largo de todo ese documento, se le explica al elector cómo puede votar, de modo que su boleta valga, su voto cuente y no se vaya al montón de la votación nula.
Interesante, la verdad, porque en esta complicada elección, donde habrá fórmulas en coalición, pero los partidos aparecerán por separado en la boleta, se puede marcar por uno o más de los emblemas de los partidos coaligados y el voto será válido.
Igual, se puede marcar solo dos, o uno solo, y saldrá lo mismo. En otros años, los funcionarios de casilla pasaban las de Caín tratando de dilucidar si más de una “tacha” invalidaba el voto, así en automático.
Lo que explica el dichoso “cuadernote”, es que no necesariamente se tiene qué “tachar” el recuadro para que cuente el sufragio.
Bien se puede poner un circulito, una carita feliz, un mensaje o remarcar el rectángulo del partido de la preferencia del votante y será válida esa boleta. Otra vez, nos remitimos a la memoria: en otras épocas, se discutía si la leyenda, la carita u otro signo valía igual.
Tampoco se anulará el voto si la “tacha” o la marca se sale del cuadrito e invade el de enseguida. Por ejemplo, si el votante pone su cruz en un recuadro, pero se le va la raya y termina por marcar el de enseguida, el escrutador deberá entender que el lugar donde aparece la marca más grande o el cruce de las líneas es el que el elector seleccionó.
La verdad, interesante la “Enciclopedia Británica” que sacó el INE. Bien hubiera valido que lo sacaran desde el primer día de las campañas y que lo convirtieran en un elemento central de su propaganda para llamar a la ciudadanía a votar.