Ahora sí que “hay tiro”, y cantado entre los mismísimos chipocludos representantes de la 4T.
El jefe de la bancada morenista cuatro te en el Congreso del Estado, Cuauhtémoc Estrada, ya hizo un “fuera caretas” y dijo, disque para que no le oyeran, que iba por “el piso 17” de la Torre Legislativa, ese donde se encuentra la oficina de la Presidencia.
O sea, es un pleito entre Morena 4T y esa especie de Morena recargado que hay en Chihuahua, donde los que llegan a cargos públicos con las siglas del partido guinda se pavonean con la oposición amlofóbica al tiempo que le coquetean y hasta se toman la foto con el mismísimo AMLO.
Las cosas entre los 10 diputados y diputadas morenistas y su ¿compañera? Adriana Terrazas se pusieron mal cuando aceptó ser el alfil que movía Mario Vázquez para cerrarle la puerta de la presidencia del Congreso a Benjamín Carrera.
La relación fue de mal en peor, al grado que ya no la invitaban a las reuniones y ni siquiera le mandaban las iniciativas del grupo para que pusiera su firma.
Pero las cosas se pusieron color tizón prendido cuando doña Adriana fue la única morenista que se apareció en el acto de consagración de María Ávila Serna, una exdiputada por el Partido Verde que ahora ya forma parte del bloque opositor al partido cuatro T desde Movimiento Ciudadano.
El martes pasado, la diputada Terrazas cantó el tiro al anunciar que iba a presentar una demanda por violencia política de género en contra de sus excompañeros o como se les pueda llamar.
En respuesta, el coordinador Cuauhtémoc le dijo a personas de su confianza que ya no haría reuniones en el piso 18 de la Torre Legislativa, donde suelen celebrar abundantes comilonas, “sino en el 17”.
Cantado el tiro, y que nadie se diga sorprendido, y mucho menos sorprendida: la “Cuauhtemiña” está al acecho y va contra la presidenta del Congreso.
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Vaya retortijón causaron las imágenes difundidas a los cuatro vientos por la propia Coordinación de Comunicación Social del Gobierno del Estado donde se puede ver una de esas máquinas excavadoras a las que llaman “mano de chango” destruyendo lavadoras que se veían nuevecitas.
Y cómo no se iba enojar nuestro respetable público cuando vio el ilustrativo video que les presentó este ilustre periódico digital, con imágenes tomadas por el mismo Gobierno, donde se ve la maquinaria de construcción aplastando un montón de cosas que todavía eran útiles.
Lo de las lavadoras caló, y hondo, hasta esta Doña que no se la acaba con la carcacha que tiene y que hace más ruido que una tambora, pero también, ver que en el camino se llevaron cobijas, zapatos tenis de esos caros, de los que duran, cobijas y sartenes eléctricos que bien le hubieran cambiado la vida a una familia de las miles que llegan a la quincena con el puro aire.
Desde temprano, nos llegaron expresiones—por no decir mentadas—, a nuestras receptivas orejas de que el “aplaste” no le pegó tanto a los delincuentes que se dan vida de rey adentro del penal, sino a las familias de los reos que no eran ricos y que ahora se las ven negras detrás de las rejas.
Entre las imágenes que más molestaron, fueron las de los bultos amarrados con cobijas de esas baratas, como las que venden en el panteón cuando llega la “Feria del hueso” del día de los fieles difuntos. ¡Ya ni la hacen! Tanta gente que hay en las colonias y en la sierra que ahorita mismo está que no la calienta ni una mantita con el friazo que se siente en las noches, y estos aplastándolas con aplanadora”, le dijeron a esta Doña.
El enojo de la gente es una cosa, y muy grave, pero lo otro es poquito peor: que hayan destruido artículos que pudieron ser elementos de prueba de actos delictivos, como la corrupción a autoridades y custodios de los Ceresos, o los ingresos sucios que tienen los internos más adinerados.
Dicho en otras palabras: destruyeron la evidencia y, de paso, le quitaron al Gobierno—él se lo quitó solo—la posibilidad de remediar, aunque sea un poco, el daño que le causaron a la sociedad los dueños de esas lavadoras y de las televisionsotas.
¡Qué distinto sería si esas teles las hubieran puesto en escuelitas de bajos recursos o en áreas pediátricas de hospitales públicos! Pero no, según nos cuentan, lo que urgía era dar un mensaje de “intransigencia frente al delito”. Bueno, recibido el recado, ahora tradúzcanselo a toda la gente que todavía lava a mano.
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“¿Reforma constitucional? ¿y quién la pidió? Yo no”. En el gremio de los abogados circula el rumor de que a la mentada “Reforma integral a la Constitución” que empuja la bancada del PAN en el Congreso del Estado le espera una andanada de amparos en su contra, y las van a perder, fácil.
La cuestión, nos dicen los enterados, es que había muy poco qué moverle a la ley básica del estado cuando la Constitución del país ya tiene todos los amarrijos necesarios para garantizar el acceso a los derechos humanos y sancionar a quien los regatee.
Por si faltara algo, también hay tratados internacionales en la materia que tienen rango constitucional, además de criterios de la corte y tesis de jurisprudencia que igual tienen peso de artículo de la carta magna.
Está ya tan apretado el saco de las leyes generales del país que hacerle un pequeño cambio a las constituciones del Estado puede provocar que la justicia federal otorgue amparos casi de inmediato, así lo promueva un estudiante reprobado de primer semestre de la carrera de Derecho.
Lo peor del caso, nos dicen, es que el Congreso se está gastando sus pocas municiones en concertar con la oposición morenista una reforma que nadie pidió y que no acaba de agradar al grupo que despacha en el Palacio de Gobierno.
Nada más hay que recordar la reacción de la jefa del Ejecutivo cuando se le preguntó por el proyecto de darle autonomía a la Fiscalía General del Estado. Un portazo en la nariz hubiera sonado más melodioso que el rotundo “no” que salió de sus labios.
Y así por el estilo vendrán las reacciones jurídicas a una constitución que ya tiene suficientes parches como para hacerle otra tanda de remiendos.
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Si es verdad eso de que las encuestas son “una fotografía del momento”, pues doña Maru Campos salió muy guapa en las que tomaron dos casas encuestadoras en fechas recientes.
La casa que dirige Roy Campos, la misma que le da 60 por ciento de aprobación al presidente, centavos más, centavos menos, ahora le sacó un 53.1 de aprobación a la gobernadora chihuahuense.
Ese puntaje le permitió a Maru escalar hasta el noveno lugar, después de haber andado en el “fondo de la tabla”, junto con su colega Cuauhtémoc Blanco, allá por el tercer trimestre del 2022.
Ahora se ubica en el “top ten” y con una calificación arriba del 50 por ciento.
Otra encuestadora, Rubrum, la pone en el lugar 8 con una calificación de 6.46 sobre una base donde 10 es lo más alto.
Nada mal para una gobernadora que está a punto de rendir su primer informe de Gobierno.