“El camino de México”, organización que impulsa a Marcelo Ebrard para cualquier cosa que salga en las elecciones del 2024, hará su presentación en Chihuahua el próximo “pre-fin” de semana, donde anunciarán el arranque de una campaña de difusión de las propuestas que hará esa organización que prácticamente se ha escindido de Morena.
El jueves 5 estarán en Ciudad Juárez y el viernes 6 en Chihuahua, según nos informan operadores de la nueva agrupación.
Al frente de la misión marcelista viene Carlos Candelaria, exsubsecretario de Relaciones Exteriores en la época cuando Ebrard era el canciller del país, y quien será la cara visible de esa organización que apunta a ser, por lo pronto, una Asociación Civil con ganas de convertirse en organización política.
Le acompañarán Luz María Rodríguez, dirigente de Movimiento Progresista Nacional; Héctor Ochoa, quien estuvo operando esa agrupación en Chihuahua durante la precampaña presidencial; y otros integrantes del Comité de Marcelo en Chihuahua.
Se espera también la presencia de la senadora por Chihuahua, Bertha Caraveo, quien ha confirmado su permanencia en el grupo de Ebrard, aunque aún no define públicamente si se va o se queda de Morena.
Cercanos al citado movimiento nos confirman lo que ya se ha manejado en columnas nacionales: que, o buscará la candidatura presidencial postulado por Movimiento Ciudadano, o arma su propia estructura y la busca como independiente.
Lo de MC se veía más pavimentado, dada su cercanía con el dirigente —¿propietario? —de MC, Dante Delgado, pero le han salido al paso los otros “querendones” que también buscan esa postulación, como el gobernador de Nuevo León, Samuel García.
Al menos en la capital del estado, el grupo marcelista caerá en blandito, pues ya hay antecedentes de cercanías y hasta “apapachos” hacia el exjefe de Gobierno capitalino y ahora acérrimo rival de Morena.
Recordemos que el 8 de mayo pasado, el aún secretario de Relaciones Exteriores estuvo en Chihuahua para inaugurar el Foro Interconectando Ciudades Inteligentes, en un mega acto celebrado en el Centro de Convenciones a donde acudió la crema y la nata de la clase política chiwawita.
Vale decir que el lugar estaba lleno de militantes del PAN que laboran ya sea en la Presidencia Municipal, en el Gobierno del Estado o en el Congreso local.
Aquella vez, Ebrard dijo justo lo que quería oír ese auditorio: “Están condenados a tener éxito…” pero ni mencionó al presidente AMLO, como probablemente no lo haga de aquí en adelante.
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Manque Granados va, les guste… o les agrade. Esa es la versión que nos llegan desde las alturas del poder local, donde se han tomado las decisiones de quiénes representarán a la parte panista del Frente Unido por México.
La aún secretaria de Innovación y Desarrollo Económico del Gobierno del Estado ya recibió la luz verde para “soltarse el chongo” e ir con todo por la candidatura del PAN—o sea, del Frente—al Senado de la República.
El problema para ella es que entrará a la disputa por ese codiciado lugar cuando sus competidoras y competidores ya le llevan muchos “metros-espectacular” de ventaja, pues desde hace meses comenzaron a colocar sus gigantescos carteles donde se exhibe su cara y su nombre.
El otro punto de inflexión será la postulación de la actual funcionaria a costa de desplazar a la actual diputada federal juarense, la muy activa Daniela Álvarez, quien lleva meses de ponerle marcaje personal a su colega Andrea Chávez, quien probablemente sea la candidata al Senado por Morena.
Pero no paran ahí los “pequeños detalles por resolver”: está la petición insistente del PRI de poner al candidato en segunda fórmula, y específicamente al ex gobernador José Reyes Baeza, quien ya perdió de manera estrepitosa en las elecciones del 2018.
¿Y si a todo eso le añadimos que, con toda probabilidad, el “Lord Carteleras”, Mario Vázquez, se tenga qué bajar a la segunda fórmula, ¿por razones de equidad de género en las postulaciones a la Cámara Alta?
Vaya lío, lo que sí es que van a tener qué agregar a Manque… ¡manque no queran!
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El proceso electoral 2023-2024 empezó oficialmente el fin de semana pasado y, para ese entonces, había ya inscritos En Padrón Electoral se tienen 3 millones 047 mil 169 ciudadanos y ciudadanas chihuahuenses.
La cifra hay que tenerla muy en cuenta desde ahora, porque es el auténtico punto de partida del que se avizora como el proceso electoral más grande, caro y problemático de la historia reciente del país.
¿Por qué? Porque será la base, entre otras cosas, para calcular las prerrogativas que se repartirán a los cinco partidos políticos de registro nacional que hay en Chihuahua.
También será el punto de arranque para estimar los porcentajes de participación, la distribución de las casillas y las campañas de credencialización que pronto darán inicio.
Del total de ciudadanos inscritos, 1,496,489 son hombres y 1,550,678 son mujeres, según nos informa el INE.
Por primera vez en un proceso comicial, el listado de votantes tiene a dos ciudadanos/as que se identificaron como “No binarios”, es decir, personas cuya identidad de género no es ni hombre ni mujer.
El listado incluye a 46 mil 356 chihuahuenses que radican en el extranjero, pero que podrán votar desde alguna sede consular.
Ese es el Padrón Electoral, es decir, el listado de personas inscritas pero que no necesariamente cuentan con su credencial para votar.
Esa movilidad ya sirvió para que el INE reconfigurara los 9 distritos electorales en los que está dividido el estado y que, por ejemplo, ya hizo más “largo” y menos “fifí” a distrito VI, que lo mismo abarca los desarrollos comerciales e inmobiliarios del noroeste, que los cordones de pobreza de las zonas cercanas al río Sacramento.
En cambio, al distrito VIII lo “cerró” más, con toda la zona sur de la capital, más el centro histórico, que antes formaba parte del VI.
Así viene el proceso electoral donde todo se contará por millones, ya sea de votos, de personas o de pesos.
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El Salón Gobernadores del Palacio de Gobierno debe cambiar de nombre, urgentemente.
Ahora debería llamarse algo así como “Salón de los tiliches” o “Salón del arrumbadero”, porque en eso lo tienen convertido.
El espacio que ocupó el Congreso del Estado de Chihuahua desde principios de siglo y hasta inicios del siglo XXI ya no tiene curules, como se les llama pomposamente a los asientos que ocupan legisladoras y legisladores. Eso no: ahora lo que hay son sillas destartaladas, de esas que sacan de las oficinas porque ya no giran las rueditas o porque, como dice la canción: “se agachan y se van de lado”.
Y claro, no podían faltar los aparatos eléctricos que ya no funcionan más que para hacer montón, muebles desvencijados y escritorios que alguna vez fueron el lugar de trabajo de algún funcionario encumbrado.
Del mantenimiento del lugar mejor ni hablamos: los viejos candiles que dan de los años posteriores a la reconstrucción del Palacio de Gobierno, allá por los años 40s, bien podrían destellar luz “gris” por la cantidad de polvo que se les ha acumulado.
Y de los retratos de los gobernadores, ni qué decir: sus fijas miradas ya no miran hacia el visitante que los observa de frente, sino hacia el sillón desatornillado que arrinconaron en el lugar.
¡Qué tiempos aquellos cuando el relumbroso mármol color negro de la tribuna del Congreso engalanaba las sesiones donde se aprobaban leyes y se oían las piezas de oratoria de Guillermo Prieto Luján, de Miguel Etzel Maldonado o de Antonio Becerra Gaytán!
De eso no queda nada. Ya ni el recuerdo, porque hasta la puerta cerraron y solo se abre cuando llega alguien empujando un “diablito” cargado de cachivaches que irán a quedar amontonados en el antiguo Congreso.