James Sabatino, un exmiembro de la Cosa Nostra conocido por estafas millonarias y un currículum delictivo digno de una película, sorprendió a un tribunal federal al solicitar que se le permita pasar tiempo de recreo con su famoso vecino de celda: Joaquín El Chapo Guzmán. Ambos están recluidos en ADX Florence, la prisión más estricta del sistema penitenciario estadounidense. Y aunque ahí nadie suele hacer amigos, Sabatino insiste en que convivir con el capo mexicano podría ayudarle a soportar el aislamiento extremo.
James Sabatino no es cualquier preso. Antes de terminar en la prisión más temida de Estados Unidos, estafó a corporativos, artistas, hoteles de lujo y hasta vendedores de boletos del Super Bowl, haciéndose pasar por ejecutivo de Blockbuster, de Sony y de quien fuera necesario. Su especialidad: identidades falsas, promesas imposibles y cuentas sin pagar.
Tras múltiples condenas, la última de ellas por fraudes cometidos incluso desde prisión, Sabatino terminó en ADX Florence, la prisión donde el concepto de “vida social” es una fantasía. Ahí, en una celda casi idéntica a la de él, se encuentra Joaquín Guzmán Loera, el líder histórico del Cártel de Sinaloa.
Y justamente ahí surge su peculiar petición.
En un documento presentado ante la jueza Joan Leonard, el exmafioso argumentó que lleva más de dos décadas sometido a aislamiento extremo, lo que ha deteriorado significativamente su salud mental. Su solución, según él: convivir con El Chapo durante la hora de recreo.
La propuesta llamó la atención no solo por lo insólita, sino por el contexto: ADX Florence es una de las prisiones más restrictivas del planeta, donde incluso la interacción entre internos de alto riesgo es casi inexistente. Guzmán Loera, por su parte, ha denunciado a través de su defensa condiciones de encierro particularmente estrictas desde 2019.
Convivencia entre ambos, en ese entorno, suena más a fantasía que a posibilidad. Pero Sabatino insiste: compartir ese breve espacio de recreo podría mejorar su estabilidad emocional. Y si de elegir compañía se trata, prefiere al capo más conocido del continente.
Por ahora, la autoridad penitenciaria no ha dado señales de flexibilizar el régimen que ambos enfrentan. Lo que sí dejó claro la solicitud del exmafioso es que en la cárcel más dura de Estados Unidos, las necesidades humanas más básicas —como hablar con alguien— pueden convertirse en un acto de rebeldía… o desesperación.