La entrega de tarjetas bancarias para nuevos beneficiarios del programa de discapacidad del Gobierno Federal en Chihuahua, fue una experiencia tortuosa y prolongada para las personas que, por su condición, deberían recibir facilidades para recibir atención gubernamental.
Derechohabientes que pasaron por ese calvario informaron a Norte de Chihuahua que el pasado lunes se llevó a cabo la entrega de credenciales en un gimnasio ubicado al sur de la ciudad, donde pasaron todo tipo de incomodidades y hasta impedimentos para recibir lo que debería ser un apoyo oficial.
Según testimonios de derechohabientes que vivieron el proceso y pidieron permanecer en el anonimato, la logística del evento fue un desastre: falta de accesibilidad al recinto para personas que tienen problemas de desplazamiento, condiciones ambientales adversas y ausencia de apoyos básicos como intérpretes de lengua de señas, fueron algunos de los principales señalamientos.
El acceso al lugar estuvo limitado desde el inicio: la rampa y el espacio destinados para personas con discapacidad fueron bloqueados por una camioneta que, según reportaron asistentes, pertenecía a un empleado del gimnasio.
Por si eso no bastara, los accesos al edificio tenían escalones, lo que hacía casi imposible el tránsito para personas en sillas de ruedas.
La jornada se realizó en horario de 12 a 5 de la tarde, bajo altas temperaturas y con un sistema de ventilación insuficiente. Personas con oxígeno, discapacidad severa o necesidades médicas urgentes no recibieron trato prioritario, relataron los asistentes.
“La temperatura era insoportable, no había ventilación y muchos adultos mayores o personas con movilidad reducida sufrían mientras esperaban su turno”, explicó una de las personas presentes.
Otro aspecto señalado como grave fue la falta de un intérprete de lengua de señas, lo que generó confusión y desconcierto entre personas sordas que no entendían el procedimiento ni sabían cuándo sería su turno.
Si bien el personal de la Secretaría de Bienestar que se encontraba fuera del recinto ofreció atención ordenada y empática, el interior del gimnasio fue descrito por varios como caótico y poco respetuoso de las condiciones particulares de los asistentes.
“Es inaceptable que se obligue a las personas con discapacidad a desplazarse a un lugar sin accesibilidad para recibir una tarjeta. La inclusión no puede ser solo un discurso”, reclamó otro beneficiario.
Los afectados hicieron un llamado urgente a las autoridades responsables del programa para que tomen en cuenta las necesidades reales de las personas con discapacidad y garanticen condiciones dignas, accesibles y organizadas en futuras convocatorias.
“La inclusión empieza con el respeto. No puede hablarse de bienestar si las personas más vulnerables son tratadas con negligencia o descuido”, concluyeron.