Días antes de la final de Miss Universo 2025, el nombre de Fátima Bosch ya circulaba por todo el ecosistema de concursos de belleza, pero no por su desempeño en pasarela sino por el enfrentamiento que sostuvo con Nawat Itsaragrisil, entonces director de Miss Grand International, quien increpaba duramente a la mexicana.
“Mi pregunta es: ¿vas a seguir nuestras indicaciones o no?”, le exigió con tono de superioridad. Bosch, de manera respetuosa, intentó explicar que debía apegarse a las instrucciones de su organización nacional. La respuesta de Itsaragrisil escaló de inmediato:
“Si sigues las órdenes de tu director nacional, eres una cabeza hueca.”
El comentario se volvió público en minutos. Luego llegó la frase que encendió aún más la indignación: el directivo la llamó directamente “tonta”.
En una declaración que rápidamente se viralizó, Fátima respondió:
“Todas las delegadas, como mujeres, merecemos respeto. Estoy aquí representando a un país y no es mi culpa que usted tenga problemas con mi organización”.
Su postura dejó claro que no aceptaría humillaciones disfrazadas de asesoría. Abandonó el recinto y ante los medios dijo:



“Lo que hizo su director no fue respetuoso, él me llamó tonta, porque él tiene problemas con mi organización y eso no es justo, porque estoy aquí, haciendo todo correctamente.”
Lo que pudo convertirse en un intento de silenciamiento terminó en un punto de quiebre. Bosch denunció abiertamente lo ocurrido y cerró con una frase que sintetizó el momento:
“Si alguien te humilla y te quita la dignidad, tienes que irte, no importa cuán grande sea tu sueño.”
La noche del 20 de noviembre en Tailandia, cuando Fátima Bosch fue anunciada como Miss Universo 2025, el episodio reciente todavía flotaba en el ambiente. El auditorio rompió en aplausos mientras la mexicana avanzaba hacia el centro del escenario para recibir la corona.
La ceremonia, ya de por sí mediática por la polémica previa, adquirió un matiz distinto: no se coronaba solo a una ganadora, sino a una concursante que había denunciado públicamente un acto de violencia verbal.
En México, la presidenta Claudia Sheinbaum fue una de las primeras en reaccionar, celebrando el triunfo y afirmando que Bosch “es un ejemplo porque levanta la voz”, en alusión directa al incidente.
El mensaje presidencial confirmó la lectura social del momento: la coronación no era únicamente una victoria estética, sino un episodio que tocaba el debate sobre el respeto y la dignidad de las mujeres en escenarios mediáticos.
Con su triunfo, Fátima Bosch entregó a México la cuarta corona de Miss Universo en la historia del certamen. Antes de ella lo lograron Lupita Jones en 1991, Ximena Navarrete en 2010 y Andrea Meza en 2020. Su coronación no solo amplía la presencia mexicana en el ranking mundial, sino que confirma la fuerza del país en una competencia donde pocas naciones han conseguido repetir la victoria en cuatro ocasiones.
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