Estuvieron casados por seis años
Rosita Pelayo tuvo tres amores, sin embargo, sólo le gustaba recordar la historia que compartió con uno de ellos; Jaime Garza, con quien estuvo casada por seis años y, a pesar de que, cuando llegó el divorcio no se les acabó el amor, tuvieron que tomar la decisión de separarse, debido a que la adicción que el actor tenía por la bebida causó muchos problemas en su relación.
Además de la danza y la actuación, dos de las grandes pasiones de Pelayo (QEPD), la actriz vivió un historial amoroso que no acostumbraba a desempolvar, debido a que consideraba que a lo largo de las relaciones que sostuvo, descuidó su carrera, sin embargo, hubo un episodio que sí disfrutaba rememorar; su matrimonio con Jaime Garza, uno de los actores más famosos de la década de los ochenta.
A pesar de que Rosita y Jaime se conocían desde los ochenta, en el auge de sus carreras, no fue sino hasta inicios de los noventa que la actriz recuerda que Garza puso sus ojos en ella. De hecho, confesó que antes de ser su novio, el actor fue pareja de una gran amiga suya, otra famosa personalidad de la televisión; Alma Muriel.
En los noventa, formaron parte del elenco de la obra “La cándida Cenicienta”, fue entonces que Jaime comenzó a pretenderla, sin embargo, ella le expresó que no tenía ningún interés en él, pero el actor no dio su brazo a torcer hasta que logró conquistarla, pues en una entrevista con Gustavo Adolfo Infante, la famosa reconoció que estuvo muy enamorada.
“Empezamos a tratarnos más, ya me invitaba, (pero) yo le decía: ‘-No, yo no voy a andar contigo’, y me decía; ‘-Claro que tú vas a andar conmigo, en menos de lo que estás pensando’, así me decía y me daba coraje, no sé qué me hizo (porque) me casó con el Jaimito”, detalló.
Sin embargo, la tendencia de Garza de tomar alcohol constantemente y grandes cantidades fue un problema entre los dos, debido a que, a inicios de su relación, Rosita trató de “seguirle el paso”, pero no lo logró, ya que a pesar de que ella también gustaba de acudir a reuniones sociales y tomarse un par de copas, nunca pudo enfiestarse del mismo modo que su marido, con quien compartió una relación de siete años; uno de novios y seis de casados.
“Fue bonito el matrimonio con Jaime, pero también difícil; le gustaba la copichuela, el festival, la fiesta, todo lo que había en la fiesta se lo tomaba, se lo bebía, se lo untaba, a todo lo le hacía, y yo era más chica de tequilita y cigarrito, pero no se compara… yo por más que lo quería alcanzar, no me daba, era imposible”, destacó en otra entrevista con Matilde Obregón.
Fue entonces que tomaron la determinación de que lo mejor era divorciarse, luego de un episodio en que Garza se desapareció de la casa por más de tres días, después de que una noche le dijera a Rosita que volvía en un par de horas y no supo de él, sino hasta que le habló desde Zacatecas, ciudad a la que llegó sin motivo aparente.
“Un miércoles me dice: ‘-Ahorita vengo, voy a no sé qué, nos vemos en la noche’; se fue, pasó la noche, llegó el jueves, jueves en la tarde, jueves en la noche y el viernes me habla y me dice que está en Zacatecas, y le dije: ‘-Qué bueno, pero mejor vienes por tus cosas y nos despedimos porque esto no puede seguir así'”, reveló.
A su regreso, la pareja habló y llegó a la conclusión que lo mejor sería separarse, sin embargo, fue una decisión que les dolió a ambos, pues lloraron mucho por su separación, la que tuvo lugar poco antes de que acabara la década de los noventa.
“Nos queríamos mucho, lloramos mucho cuando nos separamos, lloramos como dos chamaquitos, pero le dije: ‘-Yo no puedo ayudarte, no sé ayudarte y tú me estás acabando la vida, necesitamos separarnos’, y me dijo: ‘-Sí, tienes razón’ y nos separamos sufriéndolo mucho, nos gustaba estar juntos, la pasábamos muy bien”, expresó.
Sin embargo, su amistad perduró a lo largo de los años, pues aún cuando ya estaba en su tercer matrimonio siguió en contacto con el actor, pues Pelayo destacó que nunca dejó de quererlo y, luego de fallecido, siguió pensando en él como en una persona presente.
La actriz también contó que, luego de su divorcio, volvió a ser esposa de Garza, pero en la ficción; en dos episodios de “Mujer, casos de la vida real”.